Soldado cordobés secuestrado en Nariño: la angustiada petición de una madre por una prueba de vida
La mujer clama por un gesto de humanidad que alivie la zozobra de no saber si su hijo está vivo. Una marcha ciudadana en Lorica exigirá su liberación.

Zuleima Rodríguez, madre del soldado Yeison García Rodríguez, suplica una prueba de vida de su hijo.
Montería
En un desgarrador mensaje en video, Zuleima Rodríguez Hernández ha elevado una súplica desesperada a los captores de su hijo, el soldado profesional Jeison García Rodríguez, secuestrado por disidencias de las Farc bajo el mando de alias ‘Iván Mordisco’ en el departamento de Nariño, en el sur de Colombia.
Con el corazón en la mano y la voz cargada de una angustia palpable, Rodríguez Hernández implora por lo mínimo: una señal que confirme que su hijo está con vida. La situación se desarrolla en un contexto de creciente tensión en la región, donde grupos armados ilegales continúan operando.
Este jueves 11 de septiembre, la comunidad de Lorica, Córdoba, tierra natal del soldado, se movilizará en una marcha ciudadana para exigir su liberación inmediata y sin condiciones, un acto que refleja la solidaridad de un pueblo con una familia sumida en la incertidumbre.
Madre pide libertad de su hijo
En su emotivo testimonio, Zuleima se presenta con una vulnerabilidad que conmueve. “Soy Zuleima Rodríguez, la mamá del soldado profesional Yeison Javier García Rodríguez que está a manos de las Farc en el departamento de Nariño”, relata, demarcando desde el primer instante la crudeza de la realidad que enfrenta.
Su petición no está basada en exigencias, sino en una apelación a la compasión más básica. “Les pido como madre que se ponga la mano en el corazón”, suplica, repitiendo esta frase como un mantra de esperanza.
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El trasfondo de su vida personal añade capas de dramatismo a su solicitud. Se describe a sí misma como una mujer “de bajos recursos” y una “madre soltera” que, con enormes esfuerzos y con la ayuda de su propia madre, logró sacar adelante a sus hijos.
Esta historia de resiliencia choca frontalmente con la impotencia que hoy la embarga. “He querido ir hasta allá, pero no he podido”, confiesa, evidenciando las barreras económicas y logísticas que le impiden incluso intentar acercarse a la zona donde su hijo está retenido.
Una historia de drama y angustia
El núcleo de su angustia reside en un silencio ensordecedor. “Desde el día que lo retuvieron… ni siquiera un mensaje de que están, de cómo están, y si están vivos”, expresa con una voz quebrada por el dolor.
Como se recordará, entre los retenidos se encuentran los soldados Brayan Estiven Ruiz Toro y Jeison Javier García Rodríguez, reportados como desaparecidos tras un combate con ese grupo armado en la madrugada del 24 de agosto, en el corregimiento de Damasco, en Cumbitara (Nariño).
Esta falta de información es el mayor tormento, una “zozobra” que carcome día a día. Su petición es humilde y humana: no exige la liberación en este instante, sino un acto de comunicación que mitigue la tortura de la duda. “Que nos den la oportunidad de saber de nuestros hijos, de saber que están bien”, ruega.
La solicitud se concretiza en algo tangible, por mínimo que sea: “Un mensaje, una llamada, lo que sea”. Para ella y para las demás madres que, según indica, están pasando por la misma situación, este gesto tendría un valor incalculable.
“Quítenos esta angustia que sentimos, estas ganas de saber que nuestros hijos están bien”, suplica, elevando su voz para que represente no solo su dolor, sino el de todos los familiares en circunstancias similares. Reitera que no está en condición de exigir, pero sí de rogar, de suplicar “por lo que más quieras”.
Un sentido llamado, sin exigencias
El tono de su mensaje es una poderosa mezcla de dignidad y desesperación. No hay acusaciones ni reclamos airados hacia los captores; en su lugar, hay una invocación repetida a la empatía, a ese “ponerse la mano en el corazón” que trasciende los bandos de un conflicto.
Es el grito de una madre que solo anhela saber que el hijo por el que tanto luchó sigue respirando.




