“Nos sentimos en el olvido”: familia de cadete herido en atentado
En un abrir y cerrar de ojos, Daniel Murillo vio sus sueños derrumbarse. El 17 de enero de 2019 fue testigo presencial del carrobomba que estalló dentro de la Escuela General Santander acabando con la vida de 22 de sus compañeros.
Por cuenta del atentado, autoría del ELN, Murillo perdió tiempo en su proceso de formación como oficial de Policía debido a los tratamientos médicos a los que todavía está sometido.
Murillo, oriundo del Tolima, integraba la Compañía Gilibert que esa mañana rindió honores a altos mandos que encabezaron una ceremonia en el campo de paradas del centro de estudios policiales.
A las 9:30 a.m. el caos y la confusión se apoderaron del lugar tras la explosión de los 80 kilos de pentolita que, según las autoridades, iban en la camioneta que salió de una bodega de la localidad de Bosa, en el sur de Bogotá. Murillo fue uno de los trasladados al hospital El Tunal, uno de los más cercanos a la Escuela. Ahí empezó su calvario.
Su mamá, Irma Villalba, y Tatiana, su hermana, residentes en El Guamo (Tolima), fueron alertadas de la situación por lo que tuvieron que viajar de inmediato a la capital para ponerse al tanto de lo ocurrido.
“Llegamos como a las 4:00 de la tarde, pero no sabíamos la magnitud de lo sucedido. Cuando nos dieron el parte médico nos enteramos que era más grave de lo que nos imaginábamos”, fueron las palabras de Tatiana al enterarse del estado medico de su hermano.
A hoy, la familia Murillo no sabe a ciencia cierta cuántas intervenciones quirúrgicas le realizaron al joven. “Salió de cirugía a las 6:00 pm y entró directamente a la UCI, antes de eso nos lo dejaron ver, estaba totalmente vendado e inconsciente”, agregó Tatiana.
Fractura en la tibia y el peroné de la pierna derecha, fisura en la pierna izquierda, ambas extremidades estaban llenas de esquirlas. Además, presentó una contusión pulmonar y trauma en el oído. Sobre este último aún tiene pendiente una intervención.
Para Tatiana, la situación de su hermano “es algo de no creer”. La Dirección de Sanidad, por su parte, los ha apoyado durante todo el proceso, sin embargo, han sido hermana y madre las que se han hecho cargo de todos los gastos que ameritaba la recuperación.
“Nosotros tuvimos apoyo de la Policía, pero los primeros dos meses. No pedimos retribuciones económicas, ni ofrendas de caridad, pedimos que se le reconozcan los esfuerzos que hace mi hermano por él y los 22 muchachos que murieron. Hasta la fecha nos sentimos en el olvido”, dice Tatiana.
La recuperación de Daniel, si bien es lo más importante en este momento, es apenas la punta del iceberg de todo lo que han padecido tras el ataque, pues culminar su proceso académico con las limitaciones físicas también ha sido un reto familiar.
Meses después del atentado, Daniel le comunicó a su familia que había sido ascendido a alférez. Iba a recibir el sable y la tercera estrella pero esto no pasó como él y sus seres queridos lo soñaron.
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“Él nos llamó y nos contó del ascenso. Nosotros asistimos a la ceremonia, pero desde la tribuna. Supusimos que no iba a formar, porque no podía estar mucho tiempo de pie y eso era desgastarle su pierna, pero no era así, mientras nosotros escuchábamos los nombres de las personas que ascendían, Daniel no fue mencionado”, dijo Tatiana.
La hermana del joven supone que la orden era que su hermano estuviera en el alojamiento mientras pasaba la condecoración dado que omitieron poner su nombre en la lista de los ascendidos. Murillo, finalmente, fue notificado de su ascenso por medio de un documento y hoy sigue haciendo parte del alma mater como estudiante.
Sin embargo, el mayor temor de Tatiana y su mamá es que lo puedan sacar de la Institución por las múltiples lesiones que tuvo. Sumado a que no ha tenido ayuda psicológica y recuerda cada 17 como si hubiese ocurrido el día anterior.
Si bien Murillo fue el cadete que resultó más herido, los médicos le auguran un buen futuro profesional, ha tenido una recuperación rápida desde que lo intervinieron el 26 de diciembre, en su pierna derecha, momento en el que le retinaron una platina que le habían implantado.
Por su pronta recuperación, Murillo no descarta graduarse con la Compañía que lo acogió una vez llegó a la institución. “Él siente que graduándose con la compañía con la que empezó con sus compañeros les hace un homenaje a ellos” dijo Tatiana.
En diálogo con COLPRENSA, Tatiana dijo le envió una carta al presidente Iván Duque y al general Óscar Atehortua, director de la Policía, en la que les solicitó que “valoren el esfuerzo que hace mi hermano por seguir en la institución. Él quiere graduarse con la Compañía Gillibert. Ese es su sueño”.
Pese a las constantes solicitudes Tatiana dijo que no han tenido contacto con el general Atehortúa desde que ocurrió el atentado y que si tuviera la oportunidad de hablar con él, le diría que “se ponga la mano en el corazón y escuche su testimonio de vida y el esfuerzo que hace por seguir en las filas”.