El golfo, más allá del 'clan': Urabá vista por la academia

Urabá es un golfo, una bisagra que conecta naturalmente la zona andina con el Caribe y el Pacífico, una potencia agroindustrial, una herida abierta por décadas de violencias, una promesa de tierras para los colonos, una salida soñada al mar, el territorio sagrado para los indígenas emberá, un refugio para comunidades negras, una zona de tránsito para los migrantes, un área gris para el Estado, una fuente de recursos para grupos ilegales. Todo eso y mucho más es esta conexión vital que comparten Antioquia, Córdoba y el Chocó. De la mano de tres profesores de la Universidad Eafit intentaremos definir Urabá. El Doctor Juan Carlos Muñoz por ejemplo, ha investigado la relación que hay allí entre conflictos y tierras.

Por eso para el profesor Muñoz el paro reciente de un grupo armado es apenas un hito en una larga historia de violencias por la posesión de la tierra y por el dominio de una frontera llena de riquezas, algunas de las cuales son ilegales. Su colega, la doctora Eleonora Dávalos ha cruzado cifras y ha concluido que aquí no son significativos los cultivos de uso ilícito sino el tránsito de drogas. Dominar esta región es explotar negocios rentables usando la violencia. Lo han hecho las FARC, el EPL, las AUC y ahora, las AGC. Por eso, para esta investigadora es muy claro el reto del Estado.

Ni los habitantes ni los ecosistemas conocen de fronteras administrativas. Urabá conecta la cuenca del Atrato, el Darién, la serranía del Baudó, la costa pacífica, el Nudo de Paramillo, la Serranía de Abibe, el Eje bananero y las sabanas de Córdoba. Es un sistema natural estratégico dice el profesor Sebastián Bustamante del Centro de Estudios Urbanos.

Estos tres investigadores de la Universidad Eafit tienen profesiones y énfasis distintos, pero coinciden en que el Estado aún no acaba de llegar a Urabá, en que podría consolidarse de la mano de comunidades locales y debería fortalecer los gobiernos de la región.

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