Orden Público

Timochenko y la subordinación de su guerrilla

Se mordían los labios, apretaban sus manos y lo miraban fijamente sin parpadear. Así recibieron los guerrilleros al hombre con mayor poder en las Farc.

No lo ven todos los días. Y los que lo habían visto jamás pensaron volverlo a tener cerca, a escasos metros, trepado en una tarima, con su toalla militar abrazando su cuello. Ahí estaba Timochenko, comandante en jefe- como él se llama- de las Farc, pegado al micrófono, leyendo su discurso de cinco páginas y observando a su guerrillerada que se mantenía petrificada, mientras él les hablaba del paso político que dará la guerrilla.

Es el primer día de inauguración de la última conferencia guerrillera. Y nadie podía dejar de oírlo. Su puesto- así fuera de pie y durante media hora- se lo habían ganado en sus filas.

Al lado de Timoleón Jiménez, Iván Márquez, Joaquín Gómez, entre otros comandantes que observaban a los guerrilleros, a la prensa que no dejaba de disparar sus cámaras para tener seguramente uno de los últimos retratos de estos guerrilleros. No portaban armas. Tampoco lucían de verde oliva. Portaban escasamente pantalón camuflado y camiseta blanca.

Abajo la guerrillerada. Mujeres maduras, otras pocas más jóvenes, con moñas, collares, relojes de colores encendidos, cadenas de oro. Todos en fila. En silencio. Algunos sin pasar saliva.

Hablaba el comandante de las Farc y para ellos parecía sagrado. Manos atrás, brazos firmes, ojos al frente y mentón arriba, una disciplina militar no tan apartada a la de las Fuerzas Militares.

Hubo lluvia, pero ninguno de los guerrilleros de inmutó. El discurso seguía y los guerrilleros permanecían estáticos.

Al final, cuando ‘Timochenko’ puso fin a sus palabras, se abrazaron. En la tarima empezaron a salir los comandantes. Todos posaban a la cámara hasta que pasó Óscar Montero, El Paisa, el hombre – que propinó los más duro golpes de la guerrilla y quien más detuvo su mirada al discurso de su jefe- . Ni siquiera permitió que lo fotografiaran detenidamente. Salió rápido. Ni siquiera observó a sus hombres de la Teófilo Forero que permanecían abajo, a su lado derecho.

Andrés París, más simpático, detuvo sus pasos, saludó a los primeros asistentes y les preguntó: ¿Cómo me ven? Muy bien, no, se respondió.

Conmovedor

El encuentro entre guerrilleros fue conmovedor. Clara, Jaime, hermanos, se reencontraron. Seis años atrás no tenían noticias de sus vidas. Los separaron de frente y este sábado se reencontraron.

Él la observaba detenidamente. Ella parecía no creerlo. No quieren dividirse más. “Dios mío hermano, te veo muy bien”, le decía ella, mientras él no paraba de detallarla.

Aunque los guerrilleros repiten que quieren la paz, tienen claro que su futuro es seguir la lucha política. Pero, ¿cómo?, les pregunta Caracol Radio. Ellos no tienen mayores respuestas.

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