"Las víctimas, como las de Bojayá, somos las que estamos dispuestas a dar el paso"

Esta trabajadora social, a quien no se le notan los 50 años recién cumplidos, es una abanderada de la paz. En pocos días dejará su cargo al frente de la alcaldía de Quibdó y volverá a sus labores como defensora del Chocó, tal como lo ha venido haciendo desde hace 30 años.

Y en ese nuevo papel está dispuesta a asumir una vocería activa por el proceso de paz que el gobierno adelanta con las Farc en Cuba, el que a su juicio no tiene vuelta atrás. Sin embargo lamenta que por ahora sólo sean las víctimas de la guerra quienes estén dispuestos a dar el paso.

"Los que hemos sufrido directamente la guerra somos los que estamos dispuestos a dar el paso para que esta situación pare".

Sostiene que la comunidad de Bojayá, Chocó, dio una lección de valentía el pasado 7 de diciembre cuando aceptó las palabras de reconocimiento de responsabilidad y perdón que Pastor Alape, uno de los negociadores de las Farc, pronunció ante los sobrevivientes y las familias de las víctimas del cilindro bomba que el 2 de mayo de 2002 cobró la vida de más de un centenar de personas quienes se refugiaban del fuego cruzado entre la guerrilla y los paramilitares.

"El mensaje al país es que debemos tener la grandeza de debatir con tranquilidad. Por más difícil que sean las propuestas que hagan las Farc hay que tener la grandeza y la inteligencia de entender cuáles son los alcances y hasta dónde podemos llegar".

"La firma de la paz no resuelve el conflicto, pero es un paso importante para construir esa Colombia grande", sostiene esta menuda mujer para quien el mayor genocidio de la humanidad fue la esclavitud, que es el origen de más de la mitad de la población del Pacífico colombiano.

"El lograr la paz cuesta y cada uno de nosotros debe estar dispuesto a aportar lo que haya que aportar para que este país pueda florecer como debe hacerlo, porque aún en medio del abandono y de la exclusión los pueblos del pacífico quieren una Colombia en paz y más justa".