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Política

AL PUNTO DE ALEJANDRO SANTOS RUBINO

¿Tiene futuro la negociación entre el gobierno de Maduro y la oposición?

Retos de una negociación en medio de la desconfianza

Este fin de semana se dio el primer encuentro formal entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición. Buscan algo que parece imposible y que todo el mundo clama: buscarle una salida a la crisis humanitaria que vive Venezuela.

No va a ser una negociación fácil. Hay una profunda desconfianza de lado y lado pero con un ingrediente particular: a los dos les conviene sentarse a negociar. Al régimen de Maduro, porque es la mejor manera de legitimarse ante la oposición y tener reconocimiento internacional. Además, puede ser la mejor manera de flexibilizar el cerco económico y diplomático que hoy le tiene 60 países que reconocen a Juan Guaidó como presidente de Venezuela.

Y también le conviene a la oposición porque sentarse en la mesa le da un protagonismo que ha venido perdiendo. La oposición, con sus distintas facciones, se ha debilitado, se ha dividido y no tiene la fuerza popular del pasado donde movilizaba a millones de personas en las calles. Estas negociaciones son una oportunidad para recobrar liderazgo y peso político.

¿Qué busca Maduro y qué busca la oposición en esta negociación?

Maduro y su gobierno buscan levantar los bloqueos económicos y recuperar los activos de la nación que le ha congelado la comunidad internacional. En especial la empresa Citgo, una importante refinería y comercializadora de gasolina en Estados Unidos, también miles de millones de dólares en lingotes de oro congelado en los bancos de Londres y la empresa Monómeros, con sede en Barranquilla y que produce productos químicos claves para el agro colombiano. Estas dos empresas están hoy bajo el control del gobierno de Juan Guaidó.

La oposición busca garantizar unas elecciones libres y transparentes con veeduría internacional que le devuelvan la democracia a ese país.

¿Qué tan difícil será llegar a una acuerdo?

Hay varias razones que dificultan las conversaciones. Primero, la desconfianza en la propia negociación que, en el pasado, el gobierno de Maduro ha aprovechado políticamente.

Segundo, porque levantar las sanciones económicas al régimen de Maduro no depende de la oposición sino de varios países de la comunidad internacional.

Tercero, porque lo que pide la oposición, garantías de unas elecciones libres, solo se podrá verificar en el terreno el día de las elecciones y va mucho más allá de unos acuerdos en la mesa.

Ha habido gestos que ayudan a facilitar las cosas. Maduro ha liberado a varios presos políticos y la oposición decidió participar en las próximas elecciones del 21 de noviembre para alcaldía y gobernaciones. Ese día será un buen termómetro del proceso electoral y del sentimiento popular de los venezolanos.

Esperemos que la mesa que se ha abierto en México, si no logra solucionar la crisis política y económica, al menos logre unos acuerdos humanitarios que alivianen la dramática situación que viven hoy los venezolanos, sobre todo en materia de vacunación y seguridad alimentaria.

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