Era una noche oscura, negra, sin estrellas, cuando la avalancha arrasó Armero: sobreviviente
Dramático relato de Víctor Cubillos, quien en la noche de la tragedia conoció a Armero y vio cómo desapareció. "Me salvé de milagro", dijo.
Víctor Cubillos era un estudiante universitario que en la noche del 13 de noviembre de 1985 viajaba con varios compañeros entre Falan, norte del Tolima, y la ciudad de Ibagué, pero que por cosas del destino le tocó quedarse en Armero.
En dramática entrevista con 6AM Hoy por Hoy, de Caracol Radio, relató el drama que vivieron todos quienes estaban esa noche en Armero, la forma como la potente avalancha acabó con el municipio y la manera como una pequeña luz lo iluminó, una luz que cree que fue la mano de Dios, porque ayudó a salvarlo. "Es un milagro que hoy esté vivo", relató en el inicio de la entrevista Víctor Cubillos.
Llegamos por accidente. Íbamos para Ibagué a una práctica de Paleontología. Por retrasos, extravío, lluvia, condiciones complicadas para el conductor, decidimos quedarnos en Armero, recordó el entonces estudiante.
Y dijo que él y la mayoría de compañeros llegaron por primera vez a Armero. "Esa noche la conocí y la vi desaparecer ante mis ojos".
Hacia las 7:30 o tal vez 8 de la noche veníamos de Falan, donde hicimos una práctica en busca de fósiles vegetales y vimos la caída de ceniza, la cual era muy notoria.
Relató que el destino era Ibagué, pero debido a las difíciles condiciones climáticas el conductor les recomendó quedarse en Armero, en un hotel que él conocía.
Llegamos, comimos, nos bañamos, salimos a conocer los alrededores del hotel, pero la lluvia era muy fuerte. Estábamos en grupitos en la calle, traté de llegar a la plaza central y ver el templo, pero la lluvia no dejó; estuvimos cerca. La gente, los habitantes de Armero, veían por televisión un partido de fútbol, el pueblo estaba tranquilo, recordó Cubillos en Caracol Radio.
Luego dijo que le llamó la atención una funeraria que hasta bien entrada la noche estuvo abierta. “Se veía un ataúd negro. Era como una señal”, sentenció.
Cubillos continuó que entraron a una fuente de soda y se tomaron un refresco. Luego subimos a las habitaciones, eran las 10:30 de la noche aproximadamente. Me puse la pijama y nos preparábamos para el otro día, cuando de repente se interrumpió el fluido eléctrico; mi compañero me dijo que iba a buscar una vela, salió del cuarto y bajó.
Y siguió narrando: Yo escuché la algarabía de la gente, comentando, recogiendo piedras pomes que caían por la erupción. De repente comenzaron los gritos, nos dijeron que el río se creció y advertimos que venía una avalancha. No habíamos escuchado la erupción por los rayos y los truenos.
En su relato por Caracol Radio, Cubillos recordó que se quedó totalmente a oscuras, su compañero no regresó y él se paralizó. "Como estaba en un piso alto me quedó una sensación de confianza, de que si había inundación, sería en el primer piso y nada me pasaría".
Luego sucedió el milagro, tuve el sentimiento de la presencia de Dios, continuó Cubillos y añadió. "Era una noche oscura, negra, sin estrellas, pero veo un rayito de luz muy tenue y me muestra la otra esquina del hotel donde se veía la silueta de personas. Estaban en la entrada de la escala que subía a la terraza del hotel. Instintivamente me voy hacia el rincón, descalzo, con una pijama, me logro acomodar en el primer peldaño de las escalas. Empiezo a esperar lo que va a pasar, a escuchar los gritos de la multitud, los sonidos de la destrucción, las latas aplastadas, los muros que se revientan, los vidrios que se rompen".
"Siento que venía como un buldozer gigantesco, con una cuchilla que todo lo arrasaba. De repente entra la avalancha, los muros se caen y comienza a arrastrar todo... Yo me aferro de un tubo que sobresale, escalo, saco la mitad de mi cuerpo al exterior y veo una llamarada. Me asusto, pero sé que no es lava. Cuando me acomodo bien, un muro se desacomoda, quedé herido y veo que la llamarada es un vehículo que se voltea y arde".
En su relato cuenta la manera como milagrosamente se salvó. "Me quedé sobre una base, la plancha del hotel, que era como una balsa, pero viajando a toda velocidad... La gente pedía auxilio, los animales gemían, esquivaba obstáculos. Veía como las casas se las llevaba la avalancha como si fueran de cartón".
En su relato cuenta que ya era casi media noche y que en esa improvisada balsa que la vida y la suerte le colocó, llegó hasta un lugar donde finalmente salvó su vida y aunque herido, logró sobreponerse y esperar la ayuda.
Luego cuenta las dificultades que vivió para ser rescatado, la forma en que finalmente logró salir del lugar, su traslado a Ibagué, la atención recibida y el encuentro con su familia.
Del grupo de 21 personas con las que llegó a Armero, nueve finalmente desaparecieron.