Noticiero CaracolNoticiero Caracol

Programas

El profesor de La Mojana que llevó la educación rural colombiana al top 50 de la UNESCO

Desde una escuela rodeada de ríos y ciénagas en La Mojana, el profesor Jairo Castro transformó la educación rural en una herramienta de esperanza... esta es su historia

El profesor de La Mojana que llevó la educación rural colombiana al top 50 de la UNESCO

El profesor de La Mojana que llevó la educación rural colombiana al top 50 de la UNESCO

27:00

Compartir

El código iframe se ha copiado en el portapapeles

El profesor de La Mojana que llevó la educación rural colombiana al top 50 de la UNESCO

La educación en Colombia logró un reconocimiento internacional gracias al trabajo del profesor Jairo Rafael Castro Acosta, docente de la Institución Educativa San Marcos, en la región de La Mojana, Sucre, quien fue seleccionado entre los 50 mejores maestros del mundo, según un ranking elaborado por la UNESCO.

Desde uno de los territorios más golpeados por la pobreza, la violencia y la crisis ambiental, Castro ha demostrado que la escuela puede ser un espacio de resistencia, esperanza y transformación social. Su historia no solo resalta la innovación educativa, sino que también pone en evidencia las profundas desigualdades que enfrentan los niños y jóvenes de la Colombia rural.

En el Personaje de la Semana, estuvo Jairo Castro, para contarnos su historia...

La Mojana: educar entre el barro, el río y la vulnerabilidad

La Mojana es un territorio donde el agua define la vida cotidiana. Allí, llegar a la escuela implica cruzar caminos llenos de barro, caminar sobre terraplenes erosionados o enfrentarse a lluvias constantes. En algunos corregimientos, la erosión de los caños ha arrasado con calles enteras, iglesias y viviendas, obligando a las comunidades a convivir permanentemente con el riesgo.

Fue en este contexto donde Jairo Rafael Castro inició su labor docente, primero en el corregimiento de Cuiva y luego en la Institución Educativa San Marcos. Las condiciones de infraestructura eran precarias: aulas palafíticas, techos destruidos por vendavales y espacios educativos que, en muchos casos, representaban un riesgo físico tanto para los estudiantes como para los maestros.

Sin embargo, lejos de rendirse ante la adversidad, el profesor encontró en esa realidad una oportunidad para repensar la educación. Para él, no tenía sentido aplicar modelos estandarizados diseñados para contextos urbanos en un territorio atravesado por la pobreza, la inseguridad alimentaria y la amenaza ambiental.

Uno de los momentos que marcó su práctica pedagógica ocurrió durante una clase de ciencias naturales, cuando un niño señaló que el libro estaba equivocado al afirmar que las personas comen tres veces al día. “En mi casa comemos dos veces y estamos bien”, le dijo. Detrás de esa frase, Castro entendió que la escuela no podía ignorar las realidades sociales de sus estudiantes, muchas veces sostenidos por el Programa de Alimentación Escolar como su principal fuente de comida diaria.

Desde entonces, su apuesta ha sido clara: educar desde el territorio, reconociendo las condiciones de vida de los niños y jóvenes, y convirtiendo la escuela en un espacio que dialogue con la realidad, en lugar de negarla.

Agroanfibia: cuando el territorio se convierte en aula y la educación transforma vidas

De esa reflexión nació Agroanfibia, una experiencia pedagógica que transforma ríos, ciénagas y montículos en salones de clase. En lugar de enseñar desde libros que hablan de realidades ajenas, Castro decidió que sus estudiantes aprendieran desde lo que viven: el agua que los rodea, la tierra que se erosiona y las problemáticas ambientales que amenazan su futuro.

En estas aulas vivas, los niños y jóvenes aprenden ciencias, matemáticas y ciudadanía navegando el río San Jorge, recorriendo la ciénaga La Hormiga o comprendiendo fenómenos únicos de La Mojana, como los caños bidireccionales y el funcionamiento del delta interno que regula el cauce de los principales ríos del país. El aprendizaje deja de ser abstracto y se convierte en una experiencia directa y significativa.

El proyecto también incorpora saberes ancestrales y soluciones comunitarias. Desde primaria, los estudiantes participan en iniciativas de mitigación ambiental, como la siembra de especies capaces de absorber metales pesados en zonas contaminadas, entendiendo que el conocimiento puede generar cambios reales en su entorno.

Uno de los casos más emblemáticos es el de Esteban Baldovino, un estudiante de zona rural que encontró en Agroanfibia la motivación para terminar el bachillerato. Gracias al proyecto, viajó por primera vez en avión, recorrió el país y compartió su historia y la de su comunidad en escenarios científicos y educativos, demostrando que la educación rural también puede abrir puertas impensadas.

El reconocimiento de la UNESCO no solo destaca la innovación de Jairo Rafael Castro, sino que lanza un mensaje al país: la educación puede transformar territorios si se construye con las comunidades y desde sus realidades. Para el profesor, el reto del Estado es abandonar las soluciones diseñadas desde los escritorios y apostar por políticas educativas contextualizadas, que reconozcan las particularidades de la Colombia rural.

La historia de este maestro demuestra que, incluso en medio de la vulnerabilidad, la escuela puede ser un espacio para construir esperanza, dignidad y futuro.

Escuche la entrevista completa:

El profesor de La Mojana que llevó la educación rural colombiana al top 50 de la UNESCO

El profesor de La Mojana que llevó la educación rural colombiana al top 50 de la UNESCO

27:00

Compartir

El código iframe se ha copiado en el portapapeles

El profesor de La Mojana que llevó la educación rural colombiana al top 50 de la UNESCO

El siguiente artículo se está cargando

Caracol Radio
Directo

Tu contenido empezará después de la publicidad

Programación

Ciudades

Elige una ciudad

Compartir

Más acciones

Suscríbete

Tu contenido empezará después de la publicidad