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Los últimos días de Manuel Gaona Cruz

En los restos calcinados del Palacio fue encontrada la agenda de Manuel Gaona Cruz. En ella se alcanzaba a leer: “Miércoles 6 de noviembre de 1985. Sala Exequibilidad Extradición”.

Este texto fue escrito por la periodista Diana Saray Giraldo hace 20 años. Está construido tras un largo diálogo con Marina, la viuda de Manuel Gaona, y sus hijos Manuel y Mauricio. Algunos apartes se publicaron entonces bajo el título ‘Manuel Gaona, la sencillez de la genialidad”. 40 años después de la Toma del Palacio de Justicia, Caracol Radio publica en exclusiva el texto íntegro de este documento.

Manuel Gaona Cruz fue el mayor de 10 hermanos. Nació el 15 de mayo de 1941 en Tunja, aunque las raíces de su familia están en Villa de Leyva. Hijo de Manuel y Virginia, su vida fue de empuje y de vencer obstáculos y necesidades. Como su familia no era adinerada, siempre tuvo que trabajar de la mano de su padre para lograr sus sueños.

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Cuando llegó a Bogotá con su papá, distribuía textiles. Vendió enciclopedias poder costear sus estudios. Siempre tuvo la filosofía de que “a los mejores siempre les corresponde lo mejor” Con este norte claro, se matriculó en la Universidad Externado de Colombia, donde ocupó el primer lugar, lo que le permitió conseguir una beca. Estuvo becado todos los semestres. Una vez graduado de abogado, logró una beca del Gobierno francés para estudiar un doctorado en Derecho Constitucional y ciencias políticas en la Sorbona. Partió en barco desde Cartagena. Ese día Manuel Gaona Cruz conoció el mar. Como no había medios para viajar en avión, se embarcó en un viaje de dos meses hacia París.

Antes de partir, Manuel le propuso matrimonio a Marina, su vecina desde niños. Ella era estudiante de bachillerato y Manuel estudiante de Doctorado. La diferencia de edades entre estos dos y la edad de Marina cuando aceptó casarse serán secretos que, según su hijo Mauricio, no se sabrán jamás.

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Se casaron “con poder por no poder”. Manuel estaba en París, Marina en Bogotá. Así que el jurista, conocedor de la facultad de representación, le otorgó poder a su hermano Enrique desde París para que lo representara en el matrimonio. Fueron tres días reunidos con el papá de Marina para explicarle eso del poder y del matrimonio con representación. Se casaron así: hubo fiesta, vestido blanco, ponqué y fotos en las que aparecen Marina y su cuñado en representación de Manuel. Esto, dice Marina, hizo que sus hijos ,cuando niños, siempre preguntaran si ella se había casado con su tío Enrique y no con su papá.

Marina partió a París el 4 de febrero de 1963. Allí vivió cinco años con Manuel, mientras terminaba sus estudios. Aunque en esa época los hijos eran la consecuencia inmediata del matrimonio, Manuel Gaona tenía una visión distinta: primero la pareja tenía que afianzarse y luego sí si darles a los hijos un hogar con fundamento. Por eso los cinco años en París fueron solo para Marina y Manuel.

La tesis de Manuel Gaona Cruz fue laureada por el Estado francés. Su trabajo sobre el presidencialismo en América Latina reposa en tres capítulos de 500 páginasen la biblioteca de la Sorbona, en un espacio reservado solo para los trabajos que ostentan esta distinción, y su nombre está inscrito en el muro del jardín de los estudiantes ilustres. Al lado de Rousseau, Voltaire y los grandes pensadores, se encuentra el nombre de Manuel Gaona Cruz.

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Aprendió a hablar francés, inglés y alemán por sus propios medios y les enseñó a sus hijos el método para lograrlo: aprenderse los verbos, los sujetos y los sustantivos en todos los idiomas, al mismo tiempo.

Al llegar a Colombia, se vinculó como profesor de la Universidad Externado. Marina le expresó su inquietud de estudiar Derecho y no solo la apoyó, sino que fue su maestro en el Externado.

Cuenta su esposa que Manuel Gaona Cruz no preparaba sus clases con apuntes. A su cátedra la antecedían horas de investigación. Nunca llevó sus clases ni conferencias en algún escrito. Su cátedra era la exposición de su constante investigación, lo que le valía los aplausos de su auditorio.

Mauricio, su segundo hijo, tiene fijo el recuerdo de acostarse con el traquetear de su máquina de escribir Olivetti y levantarse con la misma música. Pero solo de lunes a sábado. El domingo era sagrado para su familia. Día de reunirse con sus hermanos y los hijos de sus hermanos, o de salir a pasear con Marina y los niños. Cuenta Manuel, su hijo mayor, que un día él tenía un partido de fútbol. Su papá salió de la Corte y corrió a ver jugar a su hijo. Lo recuerda pasando en el carro. Por la ventana agitó su mano, para que su hijo viera que estaba ahí, junto a él, apoyándolo.

O suspendía su trabajo en la máquina de escribir Olivetti, bajaba las escaleras, jugaba fútbol y regresaba a escribir, recuerda Mauricio.

Fue Procurador Agrario, Secretario de la Procuraduría, Rector de la Universidad Distrital, Director del Departamento de Derecho Público de la Universidad Externado y Viceministro de justicia.

Leía literatura en otros idiomas y su biblioteca tenía 1.500 títulos de Derecho.

A los 35 años fue nombrado magistrado de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, cargo que ejerció hasta el 7 de noviembre de 1986, cuando fue asesinado a sus 43 años.

Al morir dejó cuatro hijos: Manuel, Mauricio, César Gabriel y Juliana, que tenía 10 meses.

La sencillez de la genialidad

Sus hijos recuerdan la insistencia de Manuel Gaona Cruz en la “sencillez intelectual”. Reiteraba que entre más se sabía, más sencillo se tenía que ser. Le molestaban los protocolos y la reverencia que algunos profesores, abogados y funcionarios de altos cargos exigían a los otros. Por eso tuvo un trato igual con todos, sin importar su posición. Les enseño a sus hijos, recuerda Mauricio, que a todos se saludaba por su nombre y de la misma manera.

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“Era un papá que enseñaba”, dice Mauricio, pero con ejemplos. Mauricio recuerda que en sus últimas vacaciones en Santa Marta, se pararon frente a una avenida. Manuel

Gaona le dijo: “La vida es como esta calle, los problemas van y vienen como los carros, pero siempre pasan. Son muy pocos los momentos de tranquilidad, cuando no vienen carros. Tu no le puedes dar la espalda a los carros, porque te atropellan. Así pasa con los problemas, si les das la espalda, te llevan por delante, pero siempre pasan”.

Las amenazas de Pablo Escobar

En 1984 el tratado de extradición con Estados Unidos fue demandado en la búsqueda de lograr su inexequibilidad. Dos de los magistrados de la Sala Constitucional se declararon impedidos. Manuel Gaona Cruz fue el ponente de la sentencia. Su familia dice que él sabía que estaba firmando su sentencia de muerte.

Las amenazas de Pablo Escobar empezaron a llegar. Cuenta Marina que tenían que cambiar de casa a cada rato. A la casa llegaban sufragios, cartas de Escobar donde le exigían a Gaona que declarara la inexequibilidad del tratado. Llegaron casetes con la grabación de llamadas personales de Marina y de su familia. Inclusive una vez hubo una llamada a las tres de la mañana en la que les dijeron que había una bomba y Manuel cogió a sus hijos y a su esposa y los abrazó junto a la escalera. Querían atemorizarlos. Aunque sus hijos eran pequeños, sabían que las cosas no estaban bien. Al principio estaban acompañados de guardaespaldas, luego los guardaespaldas estaban en la puerta de la casa y en los últimos días los guardaespaldas dormían en la casa.

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Una noche Manuel Gaona se despertó y le contó a Marina que había soñado que paseaba con su hija Juliana por París, al lado del Sena, y que su hija ya era una mujer de 15 años. Se puso a llorar. Le dijo a Marina que sabía que nunca iba a ver a su hija crecer.

El domingo antes de la toma del Palacio de Justicia Manuel, Marina y los hijos salieron a recorrer Bogotá. Manuel quiso que fueran a su colegio y recorrieran lugares donde estaba marcada la vida de la familia. Estaba silencioso y muy nostálgico.

Al llegar a la casa, Manuel Gaona empezó a jugar con Juliana y a empujar a la bebé para que rodara de un lado a otro de la cuna. Le decía “pastelito” y Juliana se reía. Manuel se quedó mirándola y volvió a hablar de la tristeza que le daba no verla crecer. Entonces sentó a sus hijos y les dijo que unos señores que hacían cosas malas querían obligarlo a hacer algo indebido, pero que no lo iba a hacer. Les dijo que si él se moría, supieran siempre que la llave para llegar al éxito estaba en cada uno. “El límite para llegar a donde quieran está en ustedes mismos. Quién iba a pensar que yo, un niño de pueblo, iba a llegar a ser magistrado de la Corte Suprema de Justicia”.

La noche antes de la toma del palacio, Manuel Gaona estaba trabajando en la ponencia de la sentencia de constitucionalidad de la extradición. Marina lo vio muy alterado. Él le dijo que se sentía mal; estaba muy inquieto. Marina le pidió que dejara la ponencia para el jueves. Manuel le dijo que no, que la extradición se iba a fallar en la sala que comenzaba el miércoles 6 de Noviembre, a las 11 de la mañana y le pidió, cosa que nunca hacia, que lo llamara a esa hora y que si estaba en sala le pidiera a Isabel, su secretaria, que lo sacara. A las 11 de la noche volvió a acostarse y a la 1 de la mañana se volvió a despertar. Insistió en que no podía aplazar la sala y siguió trabajando.

Ese día, en una intervención en clase en el Externado que recuerdan sus alumnos, les dijo con tono nostálgico una frase que les quedó grabada a todos: “La Justicia no se negocia, se aplica, aunque haya que fusilar a los magistrados de la Corte Suprema”.

La ponencia de extradición de Manuel Gaona estaba sustentada en estudios de derecho comparado. Al terminar la sala, se iba a dar a conocer la sentencia que declaraba la constitucionalidad del tratado de extradición. La consecuencia inmediata sería avalar la extradición de Pablo Escobar.

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La Toma del Palacio

A las 11 de la mañana Manuel Gaona inició la sala constitucional y como se lo había pedido, Marina llamó a su oficina un rato después y contestó su secretaria. Ella le dijo que Gaona estaba en Sala, pero que algo raro estaba pasando, porque se escuchaban disparos. Estaba completamente alterada.

Los guerrilleros del M-19 entraron al Palacio de Justicia a las 11:30 am. Se dirigieron directamente a la Sala Constitucional. Según testigos, entraron buscando a Manuel Gaona Cruz.

A lo largo del día, la familia de Manuel Gaona trató de llamar varias veces al Palacio, pero nunca pudieron hablar con él. Contestaban, pero nadie hablaba. La última vez que llamaron fue a las cinco de la tarde de ese 6 de noviembre, cuando alguien que Marina nunca supo quién fue, le contestó el teléfono. Marina se identificó como la esposa del Magistrado Gaona y pidió que se lo pasaran. Al otro lado no hubo respuesta. Solo se escucharon las explosiones. Luego, ya no contestaron más. Isabel, la secretaria de Manuel Gaona, murió asfixiada por el humo del incendio.

Según testigos, Manuel fue retenido con otros magistrados en el baño del tercer piso. Allí estuvo con el último grupo de rehenes.

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En la noche, Marina se reunió con las esposas de los demás magistrados. Les dijeron que al otro día iban a poder hablar con sus esposos. Pero al otro día todo el tercer piso estaba destruido. Sobre las 2:30 de la tarde del 7 de noviembre, cuando dijeron que todo estaba concluido, Marina salió corriendo con sus escoltas a buscar a Manuel. Tenía la esperanza de que estuviera vivo, por eso se metió en un bolsillo una botella de agua, para darle apenas lo viera, y un yogurt en el otro bolsillo, porque Manuel sufría de úlcera.

Marina llegó hasta la Casa del Florero y empezó a preguntar por su esposo. Unos le decían que estaba vivo, que había sido trasladado a un hospital. Ella agarró por los brazos a Jesús Arias Cabrales, Comandante de la Brigada XIII, y le dijo: “Yo soy la esposa de Manuel Gaona Cruz, tengo cuatro hijos, dígame donde está mi esposo”. Él le contestó con evasivas y le aseguró que ya lo habían sacado del palacio. Marina comenzó a buscar a Gaona por todos los hospitales. Iba junto a su cuñado cuando este le dijo que acababan de leer por Caracol la lista de los muertos y entre estos estaba Manuel Gaona. “Lo mas duro fue volver a la casa y decirles a mis hijos que no había podido traerles de vuelta a su papá”.

Gaona fue el último de los magistrados en morir. Sobre su muerte las versiones son confusas: unos aseguran que fue ultimado a quemarropa por los guerrilleros del M-19 y otra, que cayó víctima de las balas de la operación rastrillo del Ejército, después de haber volado la pared del baño donde estaban los rehenes*.

En lo que sí hay consenso en los testimonios es en que Gaona habló con Andrés Almarales. “Tal vez por su origen humilde pudo conseguir un diálogo con los guerrilleros”, dice Mauricio. Les pidió que dejaran salir a las mujeres y así fue. Dicen que Almarales le dijo: “profesor Gaona, salga y diga quien es usted, porque aquí nos van a matar a todos”.

Manuel Gaona murió aproximadamente sobre las dos de la tarde del jueves 7 de noviembre. Sus exequias se realizaron en la Universidad Externado.

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“Durante mucho tiempo soñé que mi papá venía, me tocaba la puerta y me decía que se había escapado del palacio”, dice Manuel.

“Yo tenía la esperanza de que como mi papá era tan inteligente hubiera encontrado la manera de escaparse”, dice Mauricio.

“El sacrificio de esa Corte de oro no puede pasar sin que se reconozca el legado intelectual de estos juristas y sin que el país aprenda la lección”, dice Mauricio. “La muerte de estos magistrados no puede pasar en vano”.

La familia de Manuel Gaona Cruz no tiene duda de que Pablo Escobar financió la toma del Palacio, para evitar la extradición. “Era imposible que el M-19 tuviera medios para financiar el armamento con que entró al Palacio de Justicia”, afirma Marina.

En los restos calcinados del Palacio fue encontrada la agenda de Manuel Gaona Cruz. En ella se alcanzaba a leer: “Miércoles 6 de noviembre de 1985. Sala Exequibilidad Extradición”.

*Varios testimonios afirman que Manuel Gaona Cruz fue asesinado por el M-19 por orden de Andrés Almarales.