Justicia

El Holocausto del Palacio de Justicia en el arte: 40 años de cine, literatura y música

A 40 años de la toma del Palacio de Justicia, recordamos cómo el cine, la literatura, el teatro y las artes plásticas han construido la memoria de esta tragedia colombiana.

El Holocausto del Palacio de Justicia en el arte: 40 años de cine, literatura y música

El Holocausto del Palacio de Justicia en el arte: 40 años de cine, literatura y música

El 6 y 7 de noviembre de 1985 quedaron grabados a fuego en la historia de Colombia. La toma y retoma del Palacio de Justicia por parte del M-19 y la Fuerza Pública fue un parteaguas nacional. Pero más allá de los informes y los debates políticos, ha sido en los territorios del arte y la cultura donde la memoria de las víctimas, la magnitud del dolor y la búsqueda incansable de verdad han encontrado un eco perdurable.

A cuatro décadas de los hechos, repasamos cómo el cine, la literatura, el teatro, la música y las artes plásticas han sido herramientas esenciales para narrar lo innarrable y mantener viva la reflexión sobre este capítulo trágico.

El Cine: la representación de la tragedia

El séptimo arte ha abordado la tragedia desde múltiples ángulos, combinando la investigación documental con la potencia narrativa de la ficción.

Documentales que buscan la verdad:Títulos como “La Toma” (2000-2005) de Miguel Salazar se arriesgaron a romper el silencio que rodeaba el caso, reconstruyendo los hechos con un claro objetivo: resarcir la memoria de los desaparecidos. Por su parte, “28 horas bajo fuego” (2008) de Juan Antonio Vanegas y la serie documental “Holocausto Palacio de Justicia: El silencio de la verdad (2015) de RTVC, ofrecen una cronología detallada de los eventos, incorporando testimonios estremecedores de sobrevivientes, familiares e investigadores, sirviendo como archivo histórico invaluable.

Fotograma de “Siempreviva” (2015) de Klych López

Ficción que humaniza el drama: Por el lado de la ficción, películas como Siempreviva” (2015) de Klych López trasladan la tragedia a la escala íntima de una familia destrozada por la desaparición de Julieta, una cajera de la cafetería. Es un relato que convierte la estadística en un rostro y un nombre.

“Antes del fuego” (2015) de Laura Mora, en cambio, opta por el thriller político para explorar los días previos al asalto, tensionando la relación entre dos personajes ideológicamente opuestos. La esperada “Noviembre” (2025) de Tomás Corredor promete adentrarse en el drama psicológico y la claustrofobia de quienes quedaron atrapados dentro del edificio en llamas.

Fotograma de Antes del fuego” (2015) de Laura Mora

Lea también: “Noviembre” otra mirada de la Toma y Retoma del Palacio de Justicia en 1985

La literatura: rigurosidad y ficción que conmueve

La página impresa ha sido un campo de batalla crucial para la investigación y la reflexión. Libros como “El Palacio de Justicia, una tragedia colombiana” de Ana Carrigan son pilares fundamentales. La minuciosa investigación de la periodista colombo-irlandesa puso sobre la mesa las graves dudas sobre la connivencia del Ejército y las órdenes que llevaron a las desapariciones.

Germán Castro Caycedo, con “El palacio sin máscara”, y Olga Behar, con su temprana y crucial investigación “Noches de humo”, aportaron datos clave y testimonios que alimentaron las pesquisas posteriores. Desde la perspectiva gubernamental, “La tragedia del Palacio de Justicia” de Enrique Parejo González, entonces Ministro de Justicia, ofrece la visión oficial de aquellos días críticos.

Germán Castro Caycedo, con “El palacio sin máscara”

En el ámbito de la ficción, la obra de teatro/novela “La Siempreviva” de Miguel Torres se erige como un monumento literario al dolor. Aunque de ficción, su relato sobre la desesperación de una madre que busca a su hija desaparecida en el Palacio reflejó con crudeza el terror y la pobreza de la época, inspirándose en casos reales como el de Cristina del Pilar Guarín Cortés.

El teatro: el duelo en escena

El arte escénico ha servido como un espacio ritual para el duelo colectivo y la catarsis.

“La Siempreviva” de Miguel Torres, estrenada en 1994, no representa los hechos de manera directa, sino que muestra cómo la tragedia irrumpe y devora la vida cotidiana de los personajes en un inquilinato bogotano. Es el drama de las secuelas, del vacío que deja un ser querido que no regresa.

Obras más recientes como “El Palacio Arde” han tomado el relevo, utilizando las voces directas de sobrevivientes y familiares para narrar reflexiones íntimas y mantener viva la demanda de justicia.

Las artes plásticas: símbolos de ausencia y duelo

Lejos de la representación figurativa, el arte conceptual colombiano encontró en la tragedia una herida profunda que expresar a través de poderosos símbolos.

La intervención más icónica es, sin duda, “Noviembre 6 y 7” (2002) de Doris Salcedo. La artista descolgó 280 sillas vacías de las fachadas del Palacio reconstruido. Esa imagen, a la vez serena y desgarradora, logró dimensionar la escala de la ausencia: cada silla representaba una vida truncada, un espacio vacío en la sociedad, la justicia negada.

“Noviembre 6 y 7” (2002) de Doris Salcedo

Por otro lado, la obra de Josefina Jacquin, “Noviembre 1985”, mezcla la estética pop con el dolor personal, ya que su hermano fue uno de los guerrilleros desaparecidos. A través de serigrafías, yuxtapone imágenes de la tragedia con eventos banales de la misma semana, creando un contundente comentario sobre la memoria y el olvido.

La música: cantos de memoria

Si bien la toma del Palacio de Justicia no generó una amplia producción en la música masiva, pop o rock, encontró su eco en espacios igualmente poderosos: el folclor de denuncia y la música comprometida con la memoria. Estas composiciones funcionan como crónicas cantadas que se niegan al olvido.

La obra más emblemática en este ámbito es “Holocausto a la Justicia”, del abogado y compositor llanero José Garcés. Esta pieza, inscrita en la tradición de la música llanera, actúa como un testimonio musical directo y doloroso. La canción realiza un recuento cronológico de los hechos y, en un gesto profundamente conmemorativo, nombra a varios de los magistrados que fallecieron en la tragedia

Canciones como “Solo la verdá” de Adrián Villamizar (interpretada con Juan de Dios Narváez y Golpe Seco), compuesta para la Comisión de la Verdad, se han convertido en himnos sobre la resiliencia y la búsqueda incansable de la verdad por parte de las víctimas. De manera similar, temas colectivos como “Heridas” reflexionan sobre una “Colombia rota”, mencionando diversos episodios trágicos del conflicto y funcionando como un lamento colectivo.

El siguiente artículo se está cargando

Caracol Radio
Directo

Tu contenido empezará después de la publicidad

Programación

Ciudades

Elige una ciudad

Compartir

Más acciones

Suscríbete

Tu contenido empezará después de la publicidad