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Pocos lo saben: El truco para asar pollo en parrilla y que no quede insípido ni seco

Este proceso favorece una piel crujiente, un dorado uniforme y una concentración natural del sabor.

Pollo a la parrilla, imagen de referencia (Getty Images).

Pollo a la parrilla, imagen de referencia (Getty Images). / istetiana

La realidad es que el secreto de un buen pollo a la parrilla no empieza con el fuego, sino con la preparación previa. Antes de que el calor toque la carne, la ciencia culinaria entra en juego.

De esta manera, la ‘salmuera’ o la ‘salazón seca’ son dos técnicas para lograr jugosidad y sabor equilibrado. La ‘salmuera’, una mezcla de agua, sal y especias, actúa desde el interior, ideal para piezas grandes que requieren hidratación profunda.

Por otra parte, la ‘salazón seca’ consiste en aplicar sal directamente sobre la superficie del pollo y dejar que repose en frío; este proceso favorece una piel crujiente, un dorado uniforme y una concentración natural del sabor.

Adicionalmente, los marinados ácidos, como los que incluyen limón, yogurt o vinagre, aportan frescura y complejidad, pero no sustituyen el rol determinante de la sal.

El toque final está en el balance. Por ejemplo, una combinación inteligente de sal, grasa y aromáticos, con un leve aporte de azúcar o miel, transforma una simple parrillada en una experiencia gastronómica equilibrada y memorable.

¿Cuál es la técnica para asar el pollo sin secarlo?

Lograr un pollo perfectamente asado no depende solo del adobo o la marinada, sino del control del calor.

Por ende, el método más seguro y preciso es el sistema de dos zonas: una de calor directo y otra de calor indirecto. En la primera, el fuego intenso sella la superficie y activa la reacción de Maillard, responsable del dorado y del aroma característico de la parrilla.

Tenga en cuenta que bastan de 1 a 3 minutos por cada lado para crear esa capa crujiente antes de trasladar el pollo a la zona más fría, donde el calor suave cocina el interior de forma uniforme hasta alcanzar los 74 °C (165 °F) en su parte más gruesa.

Una vez fuera del fuego, llega un paso que muchos olvidan, el reposo. Tenga en cuenta que durante 5 a 10 minutos, los jugos internos se redistribuyen, estabilizando la textura y potenciando el sabor.

Este simple hábito marca la diferencia entre una carne reseca y un pollo jugoso, sabroso y completamente seguro para disfrutar sin preocupaciones.

¿Por qué el pollo se seca y cómo evitarlo?

El secreto de un pollo jugoso está en el equilibrio entre sal y temperatura. Dos factores pueden arruinarlo fácilmente, por ejemplo, el exceso de calor y la falta de sal.

Cuando se aplica correctamente, la sal no solo realza el sabor, sino que modifica las proteínas de la carne, permitiendo que retenga más agua durante la cocción.

Además, cada fibra conserva su humedad natural. No todos los cortes responden igual al fuego. Los muslos y las piernas, ricos en grasa y colágeno, resisten mejor el calor intenso, mientras que la pechuga, más magra, exige precisión para no secarse.

Asimismo, la grasa cumple una función protectora esencial, ya que crea una película que bloquea la pérdida de jugos y potencia el sabor.

Finalmente, cabe acotar que conservar la piel y pincelar la superficie con aceite o mantequilla antes de asar es un truco estético, pero también una técnica para garantizar una textura tierna, un color dorado uniforme y el brillo inconfundible de un pollo perfectamente cocinado.

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