De denunciante a investigado: el sargento que alertó sobre corrupción en el Ejército
Pese a haber señalado irregularidades y riesgos de infiltración en una unidad clave para la seguridad presidencial, Rubiano terminó enfrentando investigaciones internas y traslados que, según él, buscan silenciarlo.

Sargento Jesús Rubiano
El sargento Jesús Rubiano del Ejército Nacional asegura, una vez más, haber sido víctima de persecución interna tras revelar las irregularidades en una unidad adscrita a la seguridad de la Presidencia de la República. Esto a pesar de los pronunciamientos del Ejército en los cuales afirman lo contrario.
Entre las denuncias más delicadas, se encuentra la supuesta infiltración de una mujer sin vínculos reales con las Fuerzas Armadas, conocida bajo la falsa identidad de la “capitán Stephanie”.
El Batallón de Fuerzas Especiales Urbanas N.° 5 (BAFUR 5), a la cual pertenecía el suboficial, con sede en Bogotá, no es cualquier unidad. Su área de operaciones cubre la Casa de Nariño y espacios de seguridad de alto nivel.
En diciembre de 2024, el sargento Rubiano fue designado como suboficial de operaciones, un cargo clave para la planificación, administración y control de personal y parte operacional.
Lo que encontró, según su relato en Caracol Radio, fue un escenario lleno de anomalías:
Se manipulaban documentos oficiales sin protocolos de seguridad.
Ante esto, el sargento Rubiano afirmó que personalmente gestionó computadores y equipos de comunicación para modernizar el batallón. Sin embargo, esa iniciativa lo pondría en la mira de quienes, afirma, querían mantener el statu quo.
La infiltración de la “capitán Stephanie”
Uno de los episodios más graves que ha estado en el ojo público en los últimos días, asegura fue la presencia, durante meses, de una mujer que se presentó como “capitán Stephanie”, quien alcanzó a llegar al tercer anillo de seguridad presidencial.
El sargento afirma que la mujer se presentaba como capitán de la Policía, sin embargo, no vestía uniforme, ya que se identificaba como oficial de inteligencia y participaba en actividades operacionales.
Ahora, tras una verificación de contrainteligencia, se descubrió que no pertenecía a ninguna fuerza, tanto que para el Ejército era de la Policía y para la Policía era del Ejército y en algún caso era o se hacía pasar por capitan del BAFUR 5.
La situación se tornó aún más delicada cuando surgió información que la vinculaba con una operación en la que se habrían perdido 270 kilos de cocaína de acuerdo a la informado por la Contrainteligencia, según el sargento, en ese momento, a la subteniente Laura Merchán.
Pero, la pregunta es inevitable: ¿cómo pudo una persona sin acreditación real ingresar, permanecer y tener acceso a espacios de máxima seguridad del Estado sin que nadie lo notara?
De de denunciante al investigado
El sargento Rubiano, una vez más, afirmó que, tras elevar estos hallazgos al Inspector General y a la contrainteligencia militar, comenzó una persecución en su contra.
• Fue retirado de la lista de suboficiales a condecorar, pese a haber sido postulado a la medalla José María Córdoba, la cual el mayor Pedronel Jímenez había enviado como candidato del Batallón, por su labor.
• Se abrió en su contra una indagación disciplinaria en el BAFUR5 liderada y ordenada, según dijo, por el mismo oficial ( Mayor Pedronel Jímenez) que había denunciado. Como testigo el Sargento Padilla Villanueva Cristián hoy capturados.
• Fue trasladado de guarnición bajo el argumento de “necesidades del servicio”.
“La paradoja es que quienes debían investigar lo que denuncié fueron los mismos que me terminaron señalando. Es como si el juez fuera al mismo tiempo el acusado”, declaró el suboficial.
Incluso, asegura que al momento de su traslado pidió ser escuchado por el segundo comandante del Ejército atraves del JEM del COEUR, como ordena la normativa militar, pero nunca fue escuchado.
Ante esto, el Ejército Nacional se pronunció en los últimos días, afirmando que no se trataba de persecución, sino de cambios internos normales dentro de las filas de la institución.
Las contradicciones del caso
De acuerdo con documentos internos, el Ejército argumentó que su traslado se debía a la creación de nuevas Fuerzas de Despliegue Rápido (FUDRA).
Sin embargo, el sargento afirma que tiempo después se señaló que la razón era la investigación disciplinaria como lo afirmó Ejército a través de un comunicado.
El problema, según el sargento Rubiano, es que para ese entonces ni siquiera existía una investigación formal, ya que lo que había era una indagación sin cadena de custodia, es decir, sin rigor probatorio.
“Es un libreto escrito para sacarme del camino. Primero inventan la excusa del traslado, luego dicen que es por una investigación que todavía no existía”, afirmó.
La denuncia que golpea la seguridad nacional
El caso también ha llevado a la opinión pública, medios de comunicación y analistas en defensa y seguridad, a plantear algunas preguntas sobre los protocolos de seguridad nacional:
1. ¿Quién autorizó el ingreso de la falsa “capitán Stephanie”?
2. ¿Cómo logró acceder a instalaciones y documentos clasificados?
3. ¿Por qué, tras revelarse la infiltración, la prioridad fue trasladar al denunciante y no investigar de fondo a los responsables?
4. ¿Quién es el cuarto capturado por este caso?
- El sargento Padilla ¿por qué estaba en Bogotá, donde fue capturado, si su unidad orgánica era en Arauca?
Para analistas militares consultados por Caracol Radio, si se comprueba la veracidad de estas acusaciones, se trataría de una de las filtraciones de seguridad más graves de los últimos años, en pleno dispositivo que protege al presidente.
El nombre del mayor Pedronel Jiménez, hoy capturado en medio de la investigación que adelanta la Fiscalía, aparece de manera reiterada en el testimonio de Rubiano.
Según el sargento, este oficial no solo tenía conocimiento de las irregularidades dentro del batallón, sino que también fue uno de los encargados de abrir la indagación disciplinaria en su contra.
Para el sargento Rubiano, esto representa un conflicto de interés, pues el mayor Jiménez figura tanto en los señalamientos como en la instancia que debía evaluar las quejas.
“Él mismo se convirtió en juez y parte. En lugar de responder por lo denunciado, terminó usándome como chivo expiatorio”, asegura el suboficial.
“Me castigaron por decir la verdad”
Hoy, el sargento Rubiano asegura que su vida corre riesgo y que no ha recibido garantías efectivas de protección ni de fondo.
“Yo cumplí con mi deber: informé lo que estaba pasando. El resultado es que me investigan, 02 pruebas de poligrafia , me trasladan y me ponen en la mira de quienes intentan silenciar esto. Me castigaron por decir la verdad”, concluyó.
“En cuanto a la investigación penal que se adelantaba en mi contra como lo dicen los documentos por parte de la Fiscalía Penal Militar y Policial que llevaba este caso, solo fue una queja que paso el señor Capitán Danilo Carrillo a la unidad superior, la cual se limito a compulsar copias” afirmó.
Mientras la justicia militar y penal define si abre un proceso formal, la historia del sargento pone sobre la mesa un debate sensible: ¿están los mecanismos de control del Ejército preparados para enfrentar la corrupción y prevenir infiltraciones?




