Tunja

Falleció la arquitecta Helga Mora Carreño de Corradine quien tejió la memoria de un país

Helga, Helguita o Juelga, como le decían de cariño familiares y amigos, se fue a tan solo cinco días de cumplir 93 años. Falleció en la Clínica Cardioinfantil de Bogotá, a causa de una complicación derivada de un paro cardio respiratorio, pero dejó, tras de sí, una obra monumental que se reparte entre universidades, pueblos reconstruidos, artesanías que llegaron a Europa y, sobre todo, una familia que aprendió de ella la honradez como principio de vida. Arquitecta, docente, diseñadora de interiores e industrial, madre de ocho hijos, promotora del folclor y de la artesanía de Guacamayas Boyacá. Una mujer como pocas que supo tejer los hilos de la tradición con las fibras de la modernidad.

Helga Mora Carreño, Alberto Corradine y sus hijos, Magdalena, Alberto, María Gabriela, Diego Tomás, Bernardo, Santiago, Rodrigo y Manuel Eduardo Corradine Mora.

Helga Mora Carreño, Alberto Corradine y sus hijos, Magdalena, Alberto, María Gabriela, Diego Tomás, Bernardo, Santiago, Rodrigo y Manuel Eduardo Corradine Mora.

Guacamayas

Raíces y formación de pionera

Helga nació el 8 de septiembre de 1932 en Soatá, Boyacá aunque sus raíces estaban ligadas también a Guacamayas y Chiscas. Hija del Dr. Flaminio Mora Pedraza, abogado formado en el Colegio Mayor de San Bartolomé y la Universidad Nacional, y Guillermina Carreño Barón de una estirpe reconocida en el norte del departamento, se crió entre los rigores de la tradición andina y el espíritu boyacense que nunca abandonó.

Dr. Flaminio Mora Pedraza y Guillermina Carreño Barón, Padres de Helga Mora Carreño.

Mujer pionera. Fue la arquitecta número doce del país y una de las primeras mujeres en abrirse paso en las aulas universitarias. Estudió en la Universidad Nacional y luego comenzó a enseñar allí mismo, así como en la Javeriana, La Gran Colombia, La Salle, la Piloto y la Católica.

Helga Mora Carreño Bachiller en 1951 del Colegio de la Presentación del Centro de Bogotá.

“Mi mamá fue una de las primeras mujeres que estudió arquitectura en Colombia, estuvo con los pioneros del diseño y de la historia del arte”, recuerda su hija mayor Magdalena Corradine.

Helga dictó historia del arte, historia de la arquitectura, diseño industrial, pero también se especializó en investigación de genealogías. Sus clases atravesaron distintas épocas y territorios: de Grecia y Roma a la Edad Media, de la arquitectura colonial a las tendencias del siglo XX. Junto a su esposo, el arquitecto Alberto Corradine, fue coautora del libro Historia de la Arquitectura Colombiana Siglo XIX y trabajó en investigaciones aún inéditas sobre la del siglo XX.

Historia de la Arquitectura Colombiana - Alberto Corradine - Helga Mora Carreño de Corradine.

Académica, investigadora y restauradora

Más allá de las aulas, Helga acompañó proyectos de restauración y ordenamiento territorial en ciudades como Tunja, Zipaquirá, Socorro y Mompóx. En el Cocuy fue arquitecta residente durante el tiempo de la restauración del Palacio de Justicia, mientras su esposo dirigía la obra. Su vida profesional se entrelazaba siempre con la investigación histórica y la preservación del patrimonio.

“Ella ayudó siempre en las investigaciones y en los ordenamientos territoriales; fue una mujer valiente y perseverante”, afirma Magdalena, quien heredó de su madre la pasión por la historia.

La borrasca y la reconstrucción de Guacamayas

En 1968, una borrasca devastó Guacamayas, un pequeño municipio boyacense de montaña. El barro arrasó casas, vidas y esperanza. Helga no dudó y participó activamente en rescates, sacando personas atrapadas en el lodo y de la iglesia semidestruida. Cuando el pueblo empezó a levantarse de nuevo, ella lideró la reconstrucción y, sobre todo, reconstruyó la cultura de la comunidad.

Vista de Guacamayas durante la borrasca de 1968 I Foto Oswaldo Barón

Su obra se abre paso en Guacamayas, ya que diseñó el teatro municipal, la casa de la cultura y algunas viviendas familiares; sin embargo, su legado fue la recuperación de las artesanías y el folclor local. Rescató los tradicionales trajes de matachines, las máscaras tradicionales y las capelladas de fique con las que las familias hacían las alpargatas.

Según Amanda Barón, quien la recuerda con claridad, dice que “Ella fue la que organizó el primer grupo artesanal en Guacamayas, con más de veinte mujeres y un solo hombre, demostrando que el trabajo femenino también podía sostener hogares”.

Artesanías de Colombia y un sello internacional

Helga llevó su experiencia a Artesanías de Colombia, en donde trabajó como asesora de gerencia y directora de diseño, transformando objetos modestos en piezas de valor internacional. Las pequeñas canastas escolares se convirtieron en bandejas, paneras, jarrones gigantes y las mochilas campesinas fueron adaptadas para mercados extranjeros.

Homenaje a los primeros tejedores que en 1967 elaboraron los primeros objetos para una exposición de PROARTE en el Museo Nacional I Foto: Amanda Barón

Su impulso fue decisivo para que las artesanías de Guacamayas obtuvieran la primera denominación de origen en Colombia. Certificado que elevó la tradición local a una categoría nacional e internacional.

“Helga enseñó a los artesanos a valorar lo que hacían, a entender que esas obras manuales eran dignas de ser mostradas al mundo, como piezas de museo”, explica Amanda Barón.

El reconocimiento convirtió al fique trenzado y a los telares de arco en un símbolo del ingenio colombiano y, de ahí en adelante, ha estado presente en ferias y vitrinas de otros continentes.

Madre y maestra de vida

La vida profesional de Helga, no le impidió ser madre de ocho hijos, todos profesionales. Dra. Magdalena, Dr. Alberto, María Gabriela, Diego Tomás, Bernardo, Santiago, Rodrigo y Manuel Eduardo Corradine Mora. Su casa fue, al mismo tiempo, taller de oficios, aula de historia y escuela de valores. Enseñó a sus hijos a cocinar amasijos, a cortar caña, a destechar y techar casas campesinas, a hacer cañizos y a vivir la arquitectura popular desde la práctica.

Helga Mora Carreño, Alberto Corradine y sus hijos, Magdalena, Alberto, María Gabriela, Diego Tomás, Bernardo, Santiago, Rodrigo y Manuel Eduardo Corradine Mora.

Su hogar fue escenario de creatividad. Juntos organizaron una zarzuela en homenaje al Bicentenario, con telones diseñados por sus padres y cantada por familiares y amigos. Además, también en familia, recorriendo medio país en campamentos familiares, llevando hamacas y comida hechos por ellos mismos en casa, visitando archivos parroquiales y explorando la diversidad cultural colombiana.

De todas esas enseñanzas, una destaca con fuerza. «De ella recibimos el principio de “ni ojo en carta, ni mano en plata”. La honradez fue su mayor enseñanza», asegura Magdalena. Ese valor se convirtió en la brújula de sus hijos y en la mejor herencia que dejó más allá de los títulos o las publicaciones

Cercanía y humanidad

Más allá de su obra profesional, Helga dejó una huella en la vida cotidiana de quienes la conocieron. En Guacamayas la recuerdan por su cercanía con las artesanas, a quienes siempre saludaba por su nombre, reconociendo no solo su trabajo, sino su dignidad.

“Yo la veía saludándolos a todos con cariño, valorando sus objetos, su vestuario. Para ella todos eran importantes, campesinas con más o menos acceso a la educación, pero todas dignas de respeto”, recuerda Amanda Barón.

Ese gesto sencillo revela una parte esencial de Helga: la capacidad de reconocer en cada persona un aporte a la construcción cultural del país.

Una huella imborrable

Helga Mora Carreño de Corradine, además de arquitecta, docente, restauradora, genealogista, promotora del folclor, asesora de artesanías, sobre todo, fue madre de una gran familia quien la reconoce como la cabeza materna, pero que en la sociedad del norte de Boyacá es reconocida, no solo por ser una guerrera todoterreno que llegaba de Europa a caminar y trabajar con los más humildes campesinos de la región, su alegría y energía, sino por haber sido una matriarca que heredó una generación de mujeres fuertes, habiendo tocado la vida de muchas personas.

Hoy, gracias al trabajo de la maestra Helga, las artesanías de Guacamayas se venden con orgullo bajo la denominación de origen. Las aulas universitarias la recuerdan como pionera de la enseñanza del diseño; su familia la evoca como la mujer valiente que nunca renunció a sus raíces boyacenses.

En la memoria, queda la imagen de Helga caminando por las calles de Guacamayas, saludando a cada artesana, reconociendo su trabajo y animándola a mostrarlo al mundo. Una vida de 93 años que, como fibras de fique, se entrelazó para construir un legado colorido y eterno para el norte de Boyacá.

La familia agradece a sus amigos y relacionados la asistencia a la velación funeraria en la Capilla de la Fe, Sede Casa Norte, en la calle 136 N° 17a - 85 en Bogotá, sala N°2, el lunes 15 de septiembre de 2:00 p.m. a 8:30 p.m. Y el martes 16 de septiembre de 2025, de 8:00 a. m. a 1:00 p.m.

Las exequias serán en la parroquia San Juan de Ávila, en la Cra 18 N° 136 – 36, el martes 16 de septiembre del 2025 a la 1:00 p.m. La cremación será privada en Capillas de la Fe.

Invitación a familiares y amigos a Exequias.

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