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La versión del coronel Óscar Dávila Torres

Al coronel de la Policía Óscar Dávila Tórres, quien murió en Bogotá el viernes 9 de junio cerca de las 7 de la noche en hechos que aún se investigan, compañeros de la Sijin le recomendaron que buscara asesoría legal.

La versión del coronel Óscar Dávila Torres

El coronel Óscar Dávila Torres, quien era el coordinador de protección anticipada de la Presidencia de la República, estaba señalado de ser el responsable de organizar el procedimiento de polígrafo al que se sometió Marelbys Meza, niñera de la entonces jefa de gabinete del presidente Petro, Laura Sarabia. Días antes, una maleta con dinero se había perdido del apartamento de Sarabia, y las sospechas recaían sobre Meza.

Meses después, cuando el escándalo ya iba en interceptaciones ilegales a dos exempleadas de Sarabia, además de duros mensajes entre el embajador Armando Benedetti y la exjefa de gabinete en los que se hablaba, presuntamente, de dineros sucios en la campaña de Gustavo Petro, el coronel Dávila sentía que su situación judicial podía complicarse en cualquier momento.

El abogado al que busca Dávila, finalmente, es Miguel Ángel del Río, a quien muchos identifican como un hombre muy cercano al gobierno.

Si él quisiera hacerle daño al gobierno de Petro, pues no me busca a mí, porque la gente en la calle cree que yo hablo todos los días con el presidente”, me dice Del Río. “No conozco bien al presidente, de hecho, he hablado con él solo un par de veces. Y de paso, le digo, no me interesa ser fiscal”, añade.

El coronel Óscar Dávila Torres, el jueves al medio día, se encuentra con el abogado y le dice que está en una situación agónica: “llevo 3 días sin dormir, es probable que pronto mi nombre salga a relucir en alguna investigación periodística, y la Fiscalía me está persiguiendo, me tiene interceptadas las líneas, yo reconozco que hay personas que me están siguiendo”.

El abogado le explica, entonces, que hay 3 líneas investigativas: la primera es el polígrafo, la segunda es el hurto del dinero de Sarabia y la tercera las interceptaciones ilegales a las empleadas.

El coronel, según la versión del abogado, negó tener participación en dos de los hechos: dijo no saber nada del robo, ni tampoco de las interceptaciones ilegales, pero sí reconoce errores en el procedimiento del polígrafo.

“A mí me dicen que hubo un robo, y entonces yo le digo a la jefe de gabinete venga traigamos a esta señora, y le hacemos un polígrafo”.

La señora Meza aceptó someterse a la prueba, y ahí estuvo el primer error, porque la señora no era funcionaria pública. El segundo error es que el robo de la maleta no está relacionado con la seguridad nacional. El coronel lo acepta, y explica que sí fue él quien organizó el polígrafo que Meza no pasó.

Sobre las interceptaciones ilegales, que fueron dos, el coronel Dávila niega haber ordenado, desde su cargo, que sembraran dos teléfonos en una investigación sobre el Clan del Golfo.

Estas interceptaciones comenzaron el 31 de enero, y terminna el 9 de febrero después de que un analista advirtiera que las conversaciones no tenían relación con el grupo armado ilegal.

Del Río, además, dice que el 15 de febrero el fiscal General Francisco Barbosa llamó a un alto funcionario del gobierno a preguntarle por la investigación del hurto, lo que quiere decir, según el abogado es que “Barbosa sabía a mediados de febrero que había una investigación por hurto, que las dos líneas habían rebotado (lo que quiere decir que ya estaban interceptadas), y entonces viene una pregunta: ¿por qué Barbosa hace el escándalo la primera semana de junio, cuando lo sabía desde febrero?

Carta a la Fiscalía

El coronel Dávila, además, envió una carta el 2 de junio, pero tiene radicado del 5 del mismo mes. El coronel temía que lo capturaran, y por eso decide enviar una carta a la Fiscalía para neutralizar lo que él consideraba una persecución.

Esto, explica Del Río, tiene un sentido jurídico, y es que ante la posibilidad de una captura, de una medida de aseguramiento, si el investigado le dice a un juez de control de garantías: “nosotros estamos listos para cualquier tipo de interrogatorio, y eso genera que se caiga uno de los fines constitucionales de la medida se aseguramiento, que es la no comparecencia”.

El coronel, según esta versión, envió la carta a la Fiscalía no porque quisiera contar cosas, sino para evitar lo que él creía era una inminente orden de captura.

Unos días después de la carta, el 7 de junio, el CTI e investigadores de la Fiscalía allanaron el piso 13 del edificio de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales, la DIAN, por orden de un fiscal contra la corrupción. Se trataba de indagar si, efectivamente, le quitaron su celular para realizar una copia espejo de toda su información.

Aquel día, según el coronel Dávila, el jefe de la inspección por parte del CTI, Juan Carlos Pinzón, lo amenazó diciéndole “usted es la primera persona del gobierno que caerá por esto, usted ordenó chuzar a la niñera, y hacer una copia espejo del celular”. Además, según el coronel, el jefe de la inspección judicial quería que subiera un periodista de la revista Semana a narrar lo que estaba ocurriendo en tiempo real, a lo que Dávila se negó.

Horas después, según la versión del CTI y del jefe de la Sijin Bogotá, que estuvo en el lugar de la muerte de Dávila, el coronel se disparó en la cabeza con el arma del estafeta que lo acompañaba en la camioneta designada para transportarse.

El director del CTI, en una conversación con un alto mando de la Policía, confirmó esta versión, y añadió que el cuerpo tenía un solo impacto de bala, y no dos, como se especuló en redes. Es verdad que quedan preguntas: ¿por qué el acompañante del coronel Dávila dejó su arma de dotación en el vehículo?, ¿qué era, realmente, lo que tenía al coronel en un estado de desesperación que no le permitía dormir tranquilamente?, ¿la Fiscalía preparaba una medida de aseguramiento en su contra? Mientras tanto, se espera que esta semana Medicina Legal entregue su reporte.

Esta versión de las últimas horas del coronel Dávila no es fácil de contrastar. Él ya no está para corroborar algunas de estas afirmaciones, aunque es cierto que a su familia, y a algunos policías que lo acompañaron en las últimas horas, les dijo que nada tenía que ver con el hurto y con las interceptaciones ilegales, y que su única falla consistió en la forma como se efectuó el procedimiento del polígrafo de la niñera Marelbys Meza.

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