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Historia de uno de los 800 proveedores que quebró por incumplimientos del FFIE en Boyacá

Javier Ardila vive con miedo y solo su familia ha sido su apoyo.

Foto/FFIE.

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Tunja

Javier Ardila, representante legal de la empresa Ardila SAS, tiene una pancarta en sus manos donde exige sus pagos, cuenta que construyó todo el colegio José Miguel Silva Plazas de Duitama (Boyacá), invirtió $800 millones y se quedó con las manos vacías.

Generaba 15 empleos, su empresa lo era todo y su familia estaba orgullosa de él, pero todo cambio en su vida y ahora todo son embargos de su patrimonio que construyó durante largos años y amenazas.

Ardila es uno de loa más de 800 proveedores y subcontratistas afectados por los incumplimientos de los contratistas Germán Mora y G19 que han protestado y realizando huelgas de hambre en los municipios y hasta frente a las instalaciones del Ministerio de Educación Nacional en Bogotá.

Sobre las amenazas de muerte dice que la Fiscalía General de la Nación y la Defensoría del Pueblo tienen conocimiento y le fue brindada protección, consisten de un padrino de la Fuerza Pública que está pendiente de él.

El señor Ardila se toma sus dedos, mira con tristeza, a veces busca respuestas en el horizonte o en el suelo, y dice que le da miedo ir a su casa, debe mucha plata y repite “el FFIE no nos pagó y nadie nos da una solución”.

Se aferra a una reja de un colegio de Sotaquirá que inauguró la ministra de Educación, Aurora Vergara, municipio ubicado en Boyacá donde faltan 19 colegios por entregar, de unas obras que comenzaron hace más de seis años.

Don Javier, sube el tono de la voz, se palmotea, con nudo en la garganta y lágrimas dice que lleva dos años escondiéndose de la gente y sus amigos. Insiste como necesario, la pesadilla pare y les paguen.

Como no tiene empresa ahora, Javier Ardila es empleado y para ir a trabajar, por las amenazas, debo cambiar de rutina, salir más temprano, llegar más tarde, cambiar de rutas y quedarse a dormir en la casa de un familiar.

El señor Javier reconoce en dos años no ha podido dormir bien, vive preocupado, con miedo y zozobra. “Esto me ha sacado muchas lágrimas e intentos de suicidio”.

Aunque tiene esperanzas con el reciente compromiso de la ministra Vergara de hablar con el presidente de la República, Gustavo Petro sobre las deudas solo en una cosa puede creer: “Los únicos que han estado conmigo es mi familia, del resto nadie más”.

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