Economía

¿Nos pasaremos los colombianos a los autos eléctricos?

La gasolina tiene sus días contados y Colombia se prepara para abandonar algún día el motor de combustibles fósiles.

/ Cortesía : Shutterstock

Los europeos tienen 14 años para comprar por última vez un automóvil que emita dióxido de carbono. Al parecer, no será problema porque las ventas de carros eléctricos aumentan como espuma en el viejo continente. La demanda de vehículos eléctricos se incrementó en 55 por ciento en el primer trimestre del presente año, y mientras suben las ventas de eléctricos disminuye la participación de los autos a gasolina y Diesel. Entre eléctricos puros (7.1por ciento) y los híbridos enchufables (7,9 por ciento), las tecnologías automotrices limpias ocupan ya el 15 por ciento del mercado europeo.

En Colombia la tendencia es aún mayor, aunque la participación de los eléctricos es muy pequeña en el mercado nacional. Cifras de Andemos (Asociación Nacional de Movilidad Sostenible) indican que durante el primer semestre de 2021 los vehículos de cero o bajas emisiones registraron un incremento del 354.9 por ciento. Todavía los no enchufables (que tienen motor y batería eléctricos como complemento del motor a gasolina) siguen predominando, pero los híbridos enchufables y los eléctricos puros tuvieron incrementos del 263,5 por ciento y de 14 por ciento, respectivamente. En lo corrido del año, al menos 8.805 colombianos más se sumaron a la ola verde automotriz.

La plataforma de comercio electrónico Mercado Libre reportó que la intención de compra de vehículos eléctricos en Colombia creció más de 90 por ciento el año pasado. La intención de compra en línea de vehículos con motor a gasolina, entre tanto, creció solo 12 por ciento.

En Colombia los modelos que están moviendo el mercado eléctrico son Toyota, Suzuki, Ford, BMW, Renault, Nissan, BYD Volvo y Tesla. A nuestro país llegaron las primeras unidades eléctricas en el año 2010, pero eran prototipos para mercadeo. La primera estrategia comercial en serio la realizó hace seis años BMW, que trajo el primer auto disponible en concesionarios, el i3. Después llegó el Nissan Leaf y hace cuatro años Renault lanzó el Twizy. Todavía circulan los taxis eléctricos BYD que llegaron a Bogotá en 2013.

Bogotá lleva la delantera, con una política de estímulo a la movilidad de cero y bajas emisiones. La alcaldía estableció la exención de pico y placa para los híbridos y en la renovación de la flota de Transmilenio se adquirieron 483 buses eléctricos, que ya están en servicio.

El problema de dónde recargar

Uno de los cuellos de botella para la masificación del automóvil eléctrico radica en la infraestructura de recarga. Pero la tecnología de combustión a partir de fósiles también enfrentó el mismo problema. Solo hacia 1950 se hizo práctico un viaje de costa a costa en Estados Unidos. Los consumidores se preguntaban - al igual que ahora - si habría posibilidad de tanquear en las praderas de Kansas. “La infraestructura de estaciones de gasolina tardó 50 años en hacerse omnipresente para garantizar viajes a través de todo el país”, explica el periodista experto en industria automotriz, Juan Carlos Vargas.

Llevamos seis años en lenta pero segura inversión de privados para el establecimiento de la infraestructura. Terpel, Biomax, Primax, están instalando en asocio con los proveedores de energía eléctrica, los surtidores de electricidad. Los casos más desarrollados están en Bogotá y Medellín, en donde algunos parqueaderos de centros comerciales ya disponen de puntos de carga, como Unicentro. El Retiro y Palatino en la capital del país, y El Tesoro en la capital antioqueña.

Vargas advierte que “Colombia tiene una desventaja tecnológica: 110 voltios; en Europa la red eléctrica es de 220, por lo que el tiempo de carga se reduce a la mitad”. Existen ya varios negocios encargados de ofrecer redes de estaciones de carga. Opark es una de ellas, operada por la empresa Oasis Group, con numerosas estaciones de carga vehicular para cualquier marca, localizadas en diferentes puntos de nuestra geografía, incluidas Barranquilla, Bucaramanga, Montería, Floridablanca e Itagüí.

De momento los eléctricos son más costosos que los convencionales. La diferencia de precio entre uno de gasolina y uno cien por ciento eléctrico puede ser del 50 por ciento. Pero la diferencia con un híbrido es mucho menor, del 15 por ciento. Hay que tener en cuenta que esa diferencia a favor de la gasolina solo se refiere al precio de compra. Porque en el costo por kilómetro los eléctricos y los híbridos aventajan de sobra a la gasolina. Juan Carlos Vargas advierte que, en pruebas realizadas en Bogotá, Madellín y Cali, el eléctrico cuesta una cuarta parta del costo por kilómetro que el convencional. La factura mensual de electricidad en casa subirá alrededor de 10.000 pesos, pero el gasto en combustible se reducirá a cero.

Estímulos

En Europa la movilidad sostenible recibe fuertes incentivos. Tanto los fabricantes como los consumidores se benefician de la migración al eléctrico. En Noruega quien tiene un vehículo de tecnología convencional puede entregarlo al Estado por un bono de 5.000 euros para ser utilizado en la compra de un eléctrico.

Los impuestos a los vehículos a gasolina son cada vez más caros en los países europeos, al igual que las pólizas de seguros; en tanto que las exenciones para los eléctricos aumentan, para hacerlos más atractivos. Volvo y Ford ya confirmaron que en 2030 dejarán de producir vehículos de combustión, en tanto que Volkswagen, que vende en promedio 3,6 millones de autos cada año en el viejo continente, anunció que en 2030 la mayoría de sus coches serán eléctricos.

La transición energética

La economía colombiana depende todavía de los hidrocarburos, primer producto de exportación del país, con el 55 por ciento en promedio del total de exportaciones. En los últimos cuatro años las regiones petroleras recibieron regalías por 5,9 billones de pesos, por lo que significa mucho en las cuentas nacionales. Pero las reservas de petróleo en el país alcanzan para 7 u 8 años más, y se acabará la fiesta. El año pasado fue especialmente delicado: la inversión en exploración se redujo 55 por ciento y en producción se redujo 48 por ciento. El PIB petrolero cayó -3,3 por ciento en 2020, por supuesto, como resultado de la crisis económica mundial provocada por la pandemia.

Es claro que el país necesita diversificar sus exportaciones y depender cada vez menos de la economía de los hidrocarburos. Es la hora de impulsar las economías verdes y la transición energética a gran escala. De hecho, el país ya comenzó ese tránsito. El pasado 10 de julio el presidente Duque sancionó la Ley de Transición Energética, orientada a estimular la producción de energías renovables no convencionales. Es un paso importante en la lucha contra el cambio climático y ofrece incentivos tributarios y deducciones arancelarias para los proyectos de energías limpias. Y un aspecto importante de la Ley es el estímulo para los motores eléctricos en el transporte terrestre de carga y en el transporte público de pasajeros. El país tiene el compromiso de reducir 51 por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2030.

No hay duda acerca del obligatorio camino a recorrer por los colombianos en la presente década. En algunos años - probablemente en 2024 - la gasolina será más costosa que la energía limpia y los precios de los autos de cero emisiones serán inferiores a los de vehículos de combustión. En ese momento no habrá más opción que pasarse al nuevo mundo de la movilidad sostenible.

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