“Yo morí y volví a nacer ese día”-Sobreviviente de Armero
Omar Figueroa, sobreviviente a la tragedia de Armero, recuerda cómo cambió su vida de la noche a la mañana hace 35 años.
SOBREVIVIENTE DE ARMERO NOS CUENTA SU HISTORIA
17:04
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://caracol.com.co/embed/audio/509/1605261874771/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Omar Figueroa residía en la ciudad de armero desde hace 20 años para aquel 1985. En el momento de la tragedia él se encontraba trabajando hasta las 2:00 de la tarde. Tan pronto como terminó la jornada se reunió con otros maestros en la plaza central a tomar el café de todas las tardes en la plaza central del pueblo. Todo marchaba de forma normal, hasta que empezó a caer la ceniza.
La última imagen que tiene de Armero es la de un pueblo grande y en crecimiento. Para aquel 1985 Omar tenía 30 años y veía la proyección de su vida en aquel lugar, la ciudad blanca de Colombia debido a la gran cantidad de plantaciones de algodón. “Había mucha proyección, empresas como Coca Cola y Coltejer habían empezado a poner sus fábricas allí”, recuerda Omar, que también tiene presente que a pesar de la prosperidad Armero se encontraba en la mira de muchos grupos subversivos que habían infiltrado gente también en la población.
Le puede interesar:
Sobrevivientes de la tragedia de Armero siguen reclamando apoyo al Gobierno
Esta es la realidad económica de Armero, 35 años después de la tragedia
Todo pudo haber sido diferente en mi vida: Sobreviviente de Armero
“Las Alarmas empezaron a sonar más o menos a las cuatro de la tarde, acompañadas de muchas cenizas en el aire, en ese momento pensé que el volcán se quería explotar”, recuerda Omar como las primeras alertas de que algo extraño estaba sucediendo; “lo tomamos de forma muy fresca, de hecho el sacerdote del pueblo nos dijo que no había de qué preocuparse por los megáfonos y nos mandó a dormir”.
Tan tranquila estaba la situación que Omar recuerda que se fue a jugar al juego de la rana en un nuevo establecimiento. Ya a las 10 de la noche recuerda que se fue la luz en el pueblo y empezaron los ruidos del Volcán. “Casualmente unos días antes había visto una película de Pompeya, y los ruidos se parecían a los de la película, fue ahí cuando realmente me asusté (...) pero ya era muy tarde para reaccionar pues la avalancha me pasó por encima”, recuerda Omar Figueroa.
“Yo morí ese día, una viga de bahareque me golpeó y cuando me desperté en medio del lodo estaba como a 15 kilómetros de donde estábamos jugando”, rememora con dificultad Omar, quien para las 11 de la noche ya estaba desenterrado del fango. Afortunadamente las lesiones eran menores lo cual le permitió luchar contra el alud y buscar terreno alto.
Describe como extraña la situación cuando salió del fango y resalta los gritos de desesperación de la gente a su alrededor en aquel momento - “fue en ese momento que me di cuenta que Armero había desaparecido”- asegura - “las horas pasaron y en medio del barro pude encontrar un mango y comerlo al igual que buscar agua en las hojas de los árboles, así sobreviví hasta las 4 de la mañana cuando me encontró el helicóptero”.
Cuando Omar fue rescatado lo que recuerda es no haber podido divisar el pueblo desde lo alto, el asistente de vuelo le dijo que había desaparecido por completo. “En ese momento me di cuenta que mi familia había desaparecido junto con mi ciudad (...) ahí si ya se me fueron las ganas de vivir y me di cuenta de la gravedad del asunto”, recuerda.
Omar fue trasladado a Ibagué donde fue atendido con urgencia, pues los médicos aseguraban que sus signos vitales eran muy bajos. Una vez recuperado salió de Ibagué con sus papeles en el bolsillo y poco más para Bogotá, ciudad en la que reside hasta el día de hoy. “Yo salí sin nada, solo con mi conocimiento de maestro”, asegura destacando que eso fue lo que le permitió conseguir empleo en la Capital.
A sus 66 años Omar se siente como un “hombre nuevo” luego de aquel día hace 35 años. Se ha desempeñado como educador sembrando su conocimiento y un mensaje de esperanza con su testimonio. El tiempo le dió un matrimonio con dos hijos y tres nietos que ama y cuida hasta el día de hoy, algo que según él “hace 35 años en medio del barro me era impensable, pero gracias a Dios volví a nacer”.