El reto es mantener la percepción positiva que dejó el desarme de las Farc
La Misión de Paz de la OEA reconoce los avances, pero señala los riesgos por economías ilícitas y grupos armados ilegales que persisten.
El Jefe de la Misión de Apoyo al Proceso de Paz en Colombia de la Organización de Estados Americanos, (MAPP- OEA), Roberto Menéndez, en entrevista con Caracol Radio señaló los resultados que ha tenido el desarme de las Farc especialmente en las regiones.
Sin embargo, advirtió sobre los retos que representa la ausencia del Estado que está apenas llegando con oferta institucional a muchos territorios, donde había gran expectativa por la firma de la paz, pero donde continúan padeciendo el flagelo de la violencia, por actores como los grupos armados que se mantienen, las disidencias de las Farc y las economías ilegales.
¿Cómo observan desde la OEA el resultado del desarme de las Farc?
Hay que posicionar esta pregunta en un contexto general y es que estamos hablando de la valoración de un año sobre el impacto que ha tenido un acuerdo de paz que aspira resolver muchos de los problemas que durante 50 años han ensangrentado al país. Por otra parte transformaciones, cambios que se aspiran concretar con estos acuerdos que tiene unos grados de dificultad, de complejidad y una magnitud muy grande.
Sin estos dos elementos básicos es muy complejo decir lo que uno puede observar apenas en un año de los entre 10 y 15 previstos para la implementación.
Hay logros que debemos destacar por que se viven y se disfrutan en el territorio de los muchos elementos, uno, quizá el más urgente que se había planteado es el desmonte y la desaparición de un actor ilegal armado, que formaba parte de la ecuación de violencia desde hace 50 años .
Casi 12.000 integrantes de las Farc se han registrado y están en proceso de reintegración, han dejado de ejercer la violencia y están en proceso de integrarse a la sociedad, a la vida económica social, cultural y política.
Más de 9.000 armas han salido de circulación, armas que no están amenazando, matando, amedrentando a la población lo que es extremadamente destacable. Entre 700 y 800 caletas de armamento de todo tipo han sido encontradas, vaciadas y sus explosivos desactivados.
Hay un partido político más y un actor armado ilegal menos y eso enriquece la democracia y decrece las posibilidades de mantener las diferencias a través del uso de la violencia que es una aspiración de toda Colombia.
Otros aspectos que son importantes, el andamiaje normativo complejo va por alrededor de 100 normas concretadas, entre ellas varias reformas constitucionales.
Instituciones y políticas se han creado y se han establecido y hay enormes esfuerzos que hemos observado en los territorios de llegada del Estado, territorios que durante tantos años han sido olvidados de sus derechos y aquellos más afectados por la violencia. Hay inversiones y reconocimiento internacional.
Destacamos estos y otros avances y logros. En los territorios es evidente, cuantificar los muertos que no fueron suena desagradable pero si uno imagina un solo colombiano que no haya perdido la vida, que no haya sido despojado, herido, reclutado, extorsionado, uno solo de estos ciudadanos vale la pena y según la dinámica de la guerra son miles los colombianos que no han sido afectados por los avances de estos acuerdos de paz.
¿Cómo organismo internacional que opinan de los tiempos del desarme?
Cuando una sociedad y un pueblo han vivido tantos y tantos años con un arma sobre la cabeza no se puede dar el lujo de vivir con un reloj detrás de la cabeza, sentirse amenazado, apurado y presionado por el tiempo. El trascurso del tiempo debe verse en la medida en que uno vea decisión política, avances concretos, el paso del tiempo entonces debe verse como una inversión, no como algo que jala hacia abajo el proceso.
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En los territorios lo más importante es como la población percibe los beneficios de la paz, y la irreversibilidad de estos procesos, más allá de los blindajes jurídicos, los ciudadanos del común que durante generaciones han padecido la debilidad del Estado y la violencia de la ilegalidad, aspira a más que urgencias a hechos concretos que le digan que esto está cambiando.
El Estado debe llegar eficazmente a esos territorios con garantías de seguridad efectivas, concretas y visibles, no solo en materia de seguridad, debe llegar con planes y con políticas pero es hora de que la población sienta en el día a día que la escuela, la educación, la justicia y la infraestructura están llegando. Si eso no lo viven las poblaciones día a día los logros van a correr un riesgo de sustentabilidad y de penetración en donde deben tener.
¿Cuál ha sido el impacto real del desarme en los territorios que acompaña la MAPP-OEA?
Sin duda, ha habido una percepción inicial extremadamente positiva, el hecho de que las comunidades vean a los miembros de las Farc concentrados, en grupo hacia los diferentes puntos de ubicación, verlos dejar las armas, la cotidianidad de estas personas no haciendo violencia, educándose, capacitándose y conviviendo, ha generado un salto hacia delante y una mirada esperanzadora.
Sin embargo, es un proceso complejo, no solo estaban las Farc en los territorios y no solo estaba la ausencia del Estado. A medida que se avanza positivamente, también los territorios y otros grupos se han reconfigurado, en la misma manera en que las Farc han dejado el territorio o están con una modalidad cívica, también otros grupos armados ilegales que ya estaban y que se han fortalecido han llegado a esos territorios.
Grupos que habían estado históricamente y se habían trasladado han regresado, economías ilícitas que alimenta y perpetua estos grupos armados ilegales persisten en los territorios porque todavía no hay suficiente control, garantías de seguridad, ni el Estado se ha instalado allí.
Más los grupos residuales o disidentes de las mismas Farc han generado en algunos lugares y en algunas comunidades esa sensación de que la percepción positiva inicial empieza a frenarse, porque lo que esperaban un cambio definitivo de vida no lo ha terminado siendo.
Porque llegan estos grupos, porque pretende dejar de cultivar la coca y pasar a una actividad lícita y no se lo permiten, de golpe los asesinan, etcétera.
Esto es una realidad en muchos territorios, pero también es una realidad que muchos territorio que estaban bajo zozobra con las Farc hoy ya no lo están, hay mucho territorio en Colombia donde no hay conflicto armado, no hay guerra. No podemos dejar de ocultar que también en otros tantos territorios no se ha podido consolidar la percepción de que la paz está llegando y está cambiando la vida cotidiana.