Orden Público

Santos exige liberación de secuestrados para avanzar en diálogo formal con ELN

En su alocución, el jefe de Estado también reclamó la liberación de secuestrados para avanzar en el proceso.

Juan Manuel Santos, proceso de paz

Juan Manuel Santos, proceso de paz

14:45

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El presidente Juan Manuel Santos en alocución presidencial destacó el inicio de la fase pública de negociaciones con la guerrilla del ELN., pero fue enfático en afirmar que esa guerrilla debe liberar a los secuestrados.

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Para el Gobierno no es aceptable avanzar en una conversación de paz con el ELN mientras mantenga personas secuestradas, dijo el mandatario.

Aseguró que no se negociará ni el sistema económico ni político del país y afirmó que no se implementará una nueva Comisión de la Verdad, ni un Tribunal para la Paz, ni nuevos procedimientos para cese al fuego.

El mandatario dijo que no se negociará en la mesa con el ELN tampoco el régimen de propiedad privada, “ni mucho menos temas relacionados con la doctrina militar o nuestra fuerza pública”.

“El Gobierno tiene unas líneas rojas muy claras en sus conversaciones con las guerrillas, que no hemos traspasado, ni vamos a traspasar, ni un solo milímetro”, dijo el jefe de Estado.

Afirmó que “los procesos con las FARC y el ELN son distintos pero el fin del conflicto es solo uno”, por lo que no se acordarán aspectos ya negociados como la Comisión de la Verdad, el Tribunal para la Paz, “ni nuevos procedimientos para el cese al fuego y de hostilidades definitivo, ni una nueva Misión Internacional de Verificación”.

El mandatario afirmó además que no se desarrollará la negociación hasta que dejen en libertad a todos los secuestrados.

ESTA ES LA ALOCUCIÓN DEL PRESIDENTE SANTOS

Bogotá, 30 de marzo de 2016

Colombianos:

Me dirijo a ustedes para compartir un anuncio muy importante en el tema de la paz.

Después de muchas e intensas sesiones de discusión, hemos firmado hoy un Acuerdo Marco con el Ejército de Liberación Nacional –ELN–, que nos permite dar el paso a la fase pública de las conversaciones.

Como ustedes saben, el ELN nació hace más de 50 años. Es una organización con su propia historia y su propia identidad, a la que hemos combatido y estamos combatiendo con la fuerza pública, como lo demuestran los últimos resultados operacionales.

Y así como hemos enfrentado al ELN en el campo militar, también creemos que puede y debe jugar un papel en la construcción de la paz.

El ELN ha sido parte del conflicto armado y –con el paso que da hoy– reconoce que este es el momento de buscar la paz, el valor supremo de toda sociedad.

Desde el inicio de mi gobierno he dicho que tenemos que terminar el conflicto, que tenemos que sacar ese obstáculo de nuestro camino, para poder dedicarnos TODOS a lo que realmente importa, que es construir la paz –nuestra tranquilidad– en todo el territorio nacional.

Si el ELN se une a estos esfuerzos y hace su propia contribución, tendremos una paz más estable y más duradera, que es lo que queremos todos los colombianos.

Ahora bien, las conversaciones públicas a las que daremos inicio con el ELN tienen una naturaleza muy distinta al proceso de La Habana porque el ELN y las FARC son organizaciones muy diferentes, y porque estamos en un momento con otras características.

En lugar de pasar un largo tiempo en la Mesa redactando acuerdos detallados punto tras punto, queremos promover procesos de participación de la sociedad en las regiones que sirvan de base para acordar con el ELN medidas que contribuyan a la construcción de la paz.

Además, buscaremos llegar a los acuerdos necesarios para que el ELN haga el tránsito a la legalidad y se transforme en una organización que haga política SIN ARMAS.

Hoy hemos pactado una AGENDA que mantiene los lineamientos del Gobierno para ponerle fin al conflicto y –a la vez– responde a la identidad propia de esta organización guerrillera.

El Gobierno tiene unas líneas rojas muy claras en sus conversaciones con las guerrillas, que NO hemos traspasado –ni vamos a traspasar– ni un solo milímetro.

Desde el principio hemos dejado en claro al ELN –tal como lo hicimos con las FARC– que la agenda para acabar la guerra NO incluye la negociación de nuestro sistema económico o político, Ni del régimen de propiedad privada. Ni mucho menos temas relacionados con la doctrina militar o nuestra fuerza pública.

La agenda para terminar el conflicto armado con el ELN contiene seis temas de discusión.

El primer tema es la “Participación de la sociedad en la construcción de la paz”.

¿De qué se trata? De definir en esta fase pública la forma como los ciudadanos podrán participar en el proceso de conversaciones directas entre el Gobierno y el ELN, para que sus iniciativas y propuestas sean tenidas en cuenta de una manera organizada, pluralista y eficaz.

El segundo tema de la agenda se llama “Democracia para la paz”.

Se trata de escuchar propuestas de los ciudadanos sobre cómo resolver mejor los conflictos sociales, cómo construir ciudadanía, cómo mejorar la convivencia en cada rincón de nuestro país.

Algunas de estas propuestas ciudadanas se plasmarán en acuerdos en el tercer tema de la agenda que se llama “Transformaciones para la paz”.

Vamos a recoger iniciativas específicas para que –en las regiones más afectadas por el conflicto– se puedan adelantar planes y programas que contribuyan a un desarrollo más justo, más equitativo y más sostenible, con enfoque territorial y respondiendo a los retos más relevantes en las regiones.

En especial, vamos a poner en marcha programas alternativos en las zonas donde hoy hay ilegalidad por la presencia del narcotráfico, la minería criminal y otras actividades delictivas.

Los tres temas restantes de la agenda son: las víctimas, el fin del conflicto y la implementación de lo que se acuerde.

También con el ELN, las víctimas estarán en el centro de la solución del conflicto.

El compromiso –nuevamente– es reconocer y garantizar sus derechos a la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición.

En esto tenemos que ser claros: ya hemos acordado en La Habana unas medidas y una institucionalidad, tanto en materia de satisfacción de los derechos de las víctimas como del fin del conflicto, y es en ese marco que tendremos las discusiones con el ELN.

NO vamos a acordar una nueva Comisión de la Verdad, ni un nuevo Tribunal para la Paz, ni nuevos procedimientos para el cese al fuego y de hostilidades definitivo, ni una nueva Misión Internacional de Verificación.

Los procesos con las FARC y el ELN son distintos pero el fin del conflicto es solo uno.

Por eso, el acuerdo sobre la agenda que hemos logrado con el ELN dice expresamente que, en estos puntos, se encontrarán mecanismos de coordinación con la mesa de La Habana.

En cuanto al tema de terminación del conflicto armado, el objetivo es el mismo: erradicar la violencia de la política y propiciar el tránsito del ELN a la política legal, SIN ARMAS.

En este punto debemos acordar un cronográma preciso para la dejación de armas por parte del ELN, con garantías de transparencia para la sociedad colombiana.

La paz NO puede ser –ni será jamás– una paz armada.

La definición de esta agenda con el ELN abre el inicio de la fase pública de conversaciones, la cual comenzará en Ecuador tan pronto queden resueltos unos temas humanitarios, incluido el secuestro.

Para el Gobierno NO es aceptable avanzar en una conversación de paz con el ELN mientras mantenga personas secuestradas.

Quiero agradecer a todos los países que nos han acompañado y nos seguirán acompañando en este esfuerzo: a Noruega, a Venezuela, a Brasil, a Chile a Cuba y, por supuesto, al próximo anfitrión: Ecuador.

Con este nuevo paso, avanzamos de manera decidida hacia una paz completa.

Una paz que surja de valorar la diversidad de culturas, de pensamientos y de perspectivas.

Una paz que potencie mecanismos para solucionar los conflictos de manera respetuosa y constructiva, SIN VIOLENCIA.

Una paz que ofrezca oportunidades de progreso, de desarrollo y de equidad a todos los colombianos en cada rincón de nuestro país.

El compromiso de este gobierno –mi compromiso– es con ESA PAZ.

Con ese propósito, hemos trabajado sin descanso con el equipo de negociadores y con todo el Gobierno nacional.

Lo hemos hecho con convicción, con firmeza y con perseverancia.

Convicción profunda de que la paz liberará todo el potencial que tenemos como nación y será la base de la mayor transformación de nuestro país en muchísimo tiempo.

Firmeza para defender los principios fundamentales de nuestra democracia, los derechos de todos los colombianos y, en particular, de las víctimas del conflicto.

Y perseverancia para no abandonar el esfuerzo a pesar de que todos sabíamos que poner fin a más de cincuenta años de guerra no sería fácil.

Si alcanzamos la paz, terminarán las guerrillas en Colombia –y, por lo tanto, en América Latina–.

Será el FIN DE LAS GUERRILLAS, y podremos concentrarnos todos en hacer de nuestro país –desde la democracia– la nación libre, normal, moderna, justa e incluyente que podemos y debemos ser.

Hoy avanzamos –aun con mayor esperanza– hacia el FIN DEFINITIVO del conflicto armado en Colombia.

Hoy –más que nunca– tenemos que estar UNIDOS para hacer realidad ese sueño que tiene toda sociedad de poder vivir en nuestros hogares, con nuestras familias, en nuestros pueblos y veredas, en nuestras ciudades, SIN MIEDO, sin las consecuencias de la guerra, y con la TRANQUILIDAD que nos dará la paz.

Esa paz COMPLETA que –por fin– se muestra posible.

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