Fútbol

Deporte, geopolítica y conflictos

Telescopio en la FIFA.

Deporte, geopolítica y conflictos

Desde tiempos inmemoriales el deporte ha sido componente fundamental de la identidad y tradición de los pueblos,  por ende  ligado umbilicalmente a la política, la sociedad y las relaciones internacionales. Así  fue con los ya desaparecidos deportes   que practicaban antiguas civilizaciones,  proscritos durante la desculturación de la que fueron víctimas  en cuanto fueron conquistadas  por imperios poderosos,  así fue durante las antiguas olimpiadas en Grecia suprimidas por los romanos cuando se cristianizó el imperio y así lo es hoy

Po lo tanto la manida frase del fundador de los juegos olímpicos modernos, el Barón francés Pierre de Coubertin: “lo importante no es ganar,  es competir” fue siempre una frase vacía

Desde la primera olimpiada de la era moderna  en Atenas 1896, ya la política asomaba, lo que se reflejó entre otras por la no participación de mujeres atletas

Larga es la historia de incidentes  políticos en los juegos olímpicos. La vitrina que quiso  montar  Hitler  en  Berlín en 1936 para  demostrar  la superioridad de la raza aria, fue destrozada por el afroamericano Jesse Owen ganador de cuatro medallas de oro. El  memorable partido  de Waterpolo en los olímpicos de 1956  entre la Unión Soviética y Hungría,  país cuya primavera había sido aplastada por el ejército rojo,  terminó en una verdadera batalla campal en las piletas. La guerra fría se caracterizó por la encarnizada competencia por medallas entre Estados Unidos y  la Unión Soviética y  una competencia menor   entre Alemania Occidental y  Alemania Comunista,  cuya fábrica de atletas femeninas inoculadas con todo tipo de hormonas y fármacos, arrasaba en los juegos. La superioridad de un sistema sobre otro se media en medallas. En las Américas  la competencia fue entre Estados Unidos y Cuba. Inolvidables las imágenes de los atletas norteamericanos  Tommie Smith  y  John Carlos  en la ceremonia de premiación de los 200 metros en los olímpicos de México 1968, exhibiendo  desafiantes  el símbolo del poder negro en  momentos que la lucha por los derechos civiles arreciaba en Estados Unidos. Olímpicos precedidos semanas antes de la masacre de Tlatelolco en  la “plaza de las tres culturas” de la capital mexicana

El más grave incidente  ocurrió en las olimpiadas de Múnich en 1972 cuando un comando palestino de la OLP asaltó  las residencias de los atletas israelíes con un desenlace fatal  de 11  deportistas judíos  asesinados,  precisamente en Alemania, 30 años después del Holocausto. La misma OLP que en el reciente congreso de FIFA quiso infructuosamente  expulsar a Israel de la organización

Los olímpicos de Montreal fueron boicoteados por una treintena de  países africanos por la presencia de Nueva Zelandia cuyo equipo de Rugby acababa de  realizar un tour por la Suráfrica del Apartheid.  Estados Unidos y la Unión Soviética y sus aliados cercanos   impusieron  mutuos boicots de las justas en  Moscú 1980 y Los Ángeles 1984.  En recientes  Olímpicos,  deportistas  de Irán se han inventado enfermedades para evitar competir con sus pares de Israel. Los juegos de Cricket entre India y Pakistán, enconados enemigos que se diputan el territorio de Cachemira  se han convertido en  “guerras por otros medios”, sin que  hayan derivado en incidentes en el terreno de juego,   si han generado graves episodios de violencia en las graderías

Pero  siendo el futbol el indiscutible deporte rey  se constituye en un gran imán para la política,  conflictos y todos le engendros y mañas  de nuestra  moderna sociedad. La primera copa mundo en Uruguay,  1930 fue boicoteada por Inglaterra que no aceptaba que otros se  adueñaran de  “Su juego”. El mundial de 1934 en Italia, boicoteado por países suramericanos en respuesta al boicot de algunos europeos en 1930, fue  para Mussolini la  oportunidad de demostrar la superioridad del fascismo.  Los anfitriones salieron campeones gracias a la presencia de jugadores argentinos nacionalizados por ventanilla para defender a los “Azzurri”

El mundial de Inglaterra de 1966 nos legó  los amañados arbitrajes  que causaron la temprana  eliminación de Brasil con  Pele molido a golpes y de Argentina, para facilitarle a Charlton y compañía se llegada a la final y posterior triunfo en la final contra Alemania,   gracias  el famoso gol que no fue. En 1969, El Salvador y Honduras,  dictaduras militares,  se fueron a una guerra que dejo miles de civiles muertos,  tras un partido de clasificación al mundial de México. Aun no se disipan las sombras, por decir lo menos, de la victoria de Argentina sobre Perú  6 a 0, en el mundial gaucho de 1978 que les  significó a los anfitriones  su paso a las semifinales y posterior triunfo con el consabido beneficio mediático y político a  la cruenta dictadura militar en el poder. El futbol también ha servido como plataforma de reconciliación en varios países azotados por conflictos internos o para acercar naciones enemigas

La FIFA   tiene 209 miembros, 16 más que Naciones Unidas. Para algunos como Escocia y Gales el futbol  les da la oportunidad de mostrar que  no son ingleses. Para Palestina constituye la oportunidad de ondear su bandera y exhibir su identidad nacional, privilegio que se le negó a Kosovo que aunque es miembro del Comité Olímpico Internacional no ha sido aceptado en FIFA.   El resto de miembros de FIFA que no los son de la ONU, son minúsculas islas que aportan votos pero no futbol, como  la gran mayoría de los afiliados

No pasa inadvertido que fue Estados Unidos, la  gran potencia en supuesto declive  quien le dio el golpe de gracia a Blatter y a la FIFA y surge  la  gran pregunta: ¿Por qué una acusación  de la fiscalía de  Estados Unidos tiene el peso y trascendencia que no tendría la de ningún otro país?Si ganar un mundial está reservado a  pocos,  una buena  alternativa  para elevar el prestigio internacional  de un país es organizarlo   y si hay plata, mucha plata,  como en Qatar por dar un ejemplo, no se necesita tener futbol, ni equipos, ni estadios.  Sólo gruesos sobres de manila para repartir. Futbol y política una unión indisoluble.     

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