Bebidas con cafeína, ‘tabú’ de la infancia
Los niños de edades más tempranas y las bebidas energéticas, una combinación poco recomendable y muy peligrosa.
Los profesionales de la publicidad y la mercadotecnia hacen muy bien su trabajo, qué duda cabe, tienen el objetivo de hacer un producto atractivo, de crear una necesidad en el consumidor y de tratar de aumentar las ventas de las empresas que les encargan sus campañas. Sin embargo nosotros, los médicos, los que nos preocupamos por la salud de nuestros pacientes, los que estamos en la obligación de recomendarles qué comer, qué evitar, qué beber o qué dosificar, debemos a veces hacer de contrapeso contras esas magníficas campañas que, como en el caso que nos ocupa, nos venden las bebidas energizantes poco menos que como el elixir de los superhéroes. ¿Quién no tiene en mente el eslogan de las alas de una conocida marca? Pareciera que efectivamente uno la bebe y puede echar a volar, y estos mensajes en la población infantil hacen estragos
El gran problema es que los niños de edades más tempranas y este tipo de bebidas energéticas son una combinación poco recomendable y muy peligrosa. Baste con citar un estudio médico, que nos desvela que más del 40% de las llamadas de emergencia que se produjeron en los Estados Unidos a los centros de control de intoxicaciones durante la elaboración del mismo se relacionan con casos de niños menores de 6 años. El estudio se hizo por un periodo de tres años con niños por debajo del mencionado límite de edad y corrió a cargo del Dr. Steven Lipshultz, Jefe de Pediatría del Hospital Pediátrico de Michigan, en Detroit. En el periodo estudiado, hubo más de 10.000 casos de exposiciones a las bebidas energéticas y más de 5.000 fueron exposiciones a una sola sustancia con contenidos que se pudieron identificar
No hace falta que sean las típicas bebidas energizantes de las conocidas marcas publicitarias, también el té (ya sea negro, verde o rojo) contiene entre 40 a 70 miligramos de cafeína por taza. Las bebidas gaseosas, así sean dietéticas, también contienen entre 40 y 70 miligramos de cafeína por 12 onzas de refresco. Una taza de café tiene entre 100 o 150 miligramos, y desde luego las bebidas artificiales que se autoetiquetan de energizantes se llevan el premio, una bebida energizante del mercado contiene entre 80 y 260 miligramos de cafeína, si bien algunas llegan a los 400 miligramos. Para los adultos, la intoxicación por cafeína puede ocurrir a niveles superiores a estos 400 mg diarios, en el caso de los niños menores de 12 años, tan solo 2.5 miligramos de cafeína por cada kilo de peso corporal pueden ser un peligro
La cafeína es por tanto más que un peligro potencial para la seguridad del niño, es de hecho un peligro real. El estudio anteriormente citado documentaba cuadros graves de convulsiones y problemas del corazón en los menores a causa de la ingesta de este tipo de bebidas. Entre los problemas importantes, más del 50% tuvieron que ver con problemas cardiovasculares, y más de la mitad incluyeron problemas neurológicos, como las citadas convulsiones
Muchos recordaremos algunos pasajes de nuestra niñez cuando nos decían nuestros padres que si tomábamos café nos íbamos a quedar pequeños y no íbamos a crecer. Su razón tenía la cosa. Una ingesta continua de cafeína inhibe el proceso de crecimiento de los huesos, pues causa un exceso de excreción de calcio y magnesio a través de la orina. El calcio y el magnesio son necesarios para la formación de huesos fuertes, y una gran pérdida de estos minerales puede afectar el crecimiento de los huesos en los niños
Nuestra responsabilidad como adultos debe consistir en dejar fuera del alcance de los menores estos productos, hagámonos cuenta de que fuera veneno para matar ratas, por decir algo, para que tomemos conciencia de que por ninguna circunstancia debemos permitir que nuestros hijos accedan a este tipo de bebidas
La sensibilidad por este problema sanitario viene desarrollándose en el primer mundo desde el año 2011. Ya desde entonces desde la Academia Americana de Pediatría (American Academy of Pediatrics) se nos viene diciendo que las bebidas energéticas no caben en modo alguno en la lonchera de los niños. Por tanto es responsabilidad de padres, profesionales sanitarios, entrenadores y profesores bloquear la disponibilidad de las bebidas energéticas para los niños
Adultos, precaución Los responsables de la fabricación de estos productos y de la contratación de excelentes agencias de publicidad para presentarlos como algo atractivo, conveniente y asociado al éxito social, han señalado en respuesta a la alerta sanitaria que este tipo de bebidas no están pensadas ni hechas para los niños, e incluso se comprometieron a prohibir su expendio a los menores. Ahora bien, claro cómo queda que su prohibición debe ser absoluta en los menores, para los adultos también cabe hacer la conveniente recomendación de moderación en el consumo. Su mezcla con alcohol, algo habitual sobre todo en la población más joven, puede empeorar sus efectos nocivos principalmente para las personas que presentan problemas cardiacos subyacentes
La cafeína puede crear dependencia incluso en dosis pequeñas o moderadas. Los síntomas experimentados por los niños que se han vuelto dependientes de la cafeína son similares a los experimentados por adultos: letargo, irritabilidad y dificultad para pensar claramente
Por tanto, para recordar, a modo de conclusión: - En los niños las bebidas con cafeína (que además pueden llenar su estómago y quitar el apetito por alimentos realmente nutritivos) deben ser sustituidas por unas más nutritivas como la leche, los jugos o el simple agua para calmar la sed
- Alejarlos de la gaseosa con cafeína, que perjudica su salud también por el ácido fosfórico, que puede erosionar el esmalte de los dientes y llevar a fracturas de los huesos. La combinación de cafeína y carbonatación puede disparar el reflujo en los niños, lo que puede llevar a muchas enfermedades infantiles, incluyendo infecciones de oído y resfriados
- Ser conscientes padres y profesores que nuestro afán consumista a veces nos impide darnos cuenta de que muchos elementos con los que llenamos nuestras neveras están a merced de los niños sin ningún control y esto puede ser muy peligroso.



