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Al pie de los templos pululan las ventas ambulantes “en nombre de Dios”

Al lado de los peregrinos llegan miles de personas que, con todo tipo de productos, logran dinero para su sustento.

Al pie de los templos pululan las ventas ambulantes “en nombre de Dios”

Por Luis Enrique RodríguezCompre la Novena de la Virgen de la Esperanza”, “lleve la imagen bendecida del Señor Caído”, “le tenemos el sahumerio para limpiar su casa de malas energía”, “ricos tamales para después de la misa”, “aquí está la pomada de coca que alivia todos los dolores”, “arepas, almojábanas, queso, bocadillo”, “riquísima gallina campesina con papa y yuca

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Son frases estridentes que los fieles escuchan al lado de los sitios de oración y peregrinación y que muestran la necesidad del “rebusque” que tienen muchos colombianos, quienes encuentran en la fe de las gentes la posibilidad de ganar algún dinero

Caracol Radio estuvo en Socará, un pequeño municipio de Boyacá de 7.000 habitantes, que el primer sábado de cada mes fácilmente quintuplica la población con miles de peregrinos que llegan a una misa de sanación oficiada por el sacerdote católico Álvaro de Jesús Puerta

Allí llegan muchos fieles seguros de que a través de la oración y por intermedio del religioso encontrarán alivio a sus dolores o cura para enfermedades que los médicos no pueden sanar

Pero también llegan decenas de personas con sus productos, prestas a atender a los fieles. Hay elementos para “sanar el espíritu y dar alimento al cuerpo”

En efecto, para el tema de la fe abundan las imágenes religiosas, las medallas, los escapularios, los aceites, los sahumerios, y hasta CDs con música religiosa que anima y alegra el alma

Pero los feligreses también comen y por eso, en improvisadas carpas, o al aire libre, o en negocios caseros que funcionan los días de las ceremonias religiosas, es posible encontrar todo tipo de comidas, unas delicadamente preparadas y muchas sin cumplir mínimas condiciones sanitarias

Y no faltan “golosinas” para “picar” o llevar a casa. Arepas, empanadas, almojábanas, masato, kumis, queso, bocadillo y, en fin, todo lo que puede ser produjo de “antojo” para calmar la sed y el hambre que generan las aglomeraciones y el paciente desarrollo de las ceremonias religiosas

“Es la forma en que mis padres me enseñaron a trabajar. De esto vivo y lo hago honestamente”, dijo a Caracol Radio un hombre que vende sancocho de gallina preparado en improvisados fogones

“De aquí obtengo algún dinero para mantener a mi familia. Voy a varios sitios donde las misas son muy concurridas”, anotó un hombre de acento paisa, mientras ofrecía pequeñas estatuas de Cristo, la Virgen y varios Santos venerados por los católicos

Lo que se vive en Soracá, es similar a lo que sucede los domingos en la Iglesia del Divino Niño, del barrio 20 de Julio, o en la de San Alfonso María de Ligorio, donde se venera al Señor de los Milagros, o el del Señor Caído, en Monserrate, o la Virgen de Guadalupe, en el cerro tutelar del mismo nombre, o en Buga, en Ipiales, en Santa Fe de Antioquia. En fin, son sitios propios para que los vendedores ambulantes, en nombre de Dios, hagan negocio y logren lo necesario para su sustento

Ventas que mueven cifras de dinero que nadie tiene bien calculadas, pero que son miles de millones de pesos anuales, con lo cual se reafirma que la fe sí mueve montañas de dinero.

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