Ciencia y medio ambiente

Kennedy y la Luna

John F. Kennedy llevó al hombre a la Luna. Lo hizo muerto, que tiene un valor tétrico pero magnético.

Kennedy y la Luna

El 12 de septiembre de 1962, en charla pública en la Universidad de Rise, Kennedy prometió llevar un hombre a la Luna: “Elegimos ir a la Luna antes de que acabe esta década”, dijo ese día, “no porque sea fácil, sino porque es difícil”. Un año después, Lee Harvey Oswald acababa con la vida del presidente católico que se acostó con más mujeres en la historia de su país, pero no con el sueño de visitar la Luna y regresar en una sola pieza… pero gracias a varias etapas

¿Fue Kennedy un abanderado de la ciencia, de expandir las fronteras del conocimiento? O fue, más bien, un astuto político que sabía la importancia de una victoria tecnológica espacial frente a la U.R.S.S. Voto por lo segundo, sin desconocer el valor de la propuesta de Kennedy y la terquedad de Lyndon B. Johnson, quien, primero como vicepresidente, y, luego, como el presidente número 36 de los Estados Unidos, apoyó el programa espacial norteamericano, a pesar de los altos costos que requería la NASA para llevarlo a cabo

Kennedy llevó al hombre a la Luna, aunque la mezquindad de algunos sectores insista hasta el día de hoy en decir que fueron los estadounidenses, y no la Humanidad, los que pisaron nuestro satélite. La Humanidad, se sabe, aunque no se acepte, está representada por astronautas, cosmonautas, taiconautas y todos aquellos que tengan el valor de poner su trasero sobre millones de litros de combustible para salir del hogar planetario y explorar el espacio. Porque explorar y descubrir, saber más, es a fin de cuentas lo que nos diferencia de otras especies

Kennedy no vivió para ver a Armstrong, Aldrin y Collins llegar a la Luna, y Johnson no fue presidente para disfrutar el momento. El viaje del Apollo 11 se realizó mientras escribía sus memorias en su rancho tejano y el presidente que tuvo el honor de saludar a la tripulación en la llamada de larga distancia verdaderamente más larga y costosa de la historia fue Richard Nixon, cuya presidencia ardió, gracias al Watergate, el 8 de agosto de 1974, sin una pizca del honor de hombres como White, Chaffee y Grissom, del Apollo 1 (originalmente llamado Apollo/Saturn 204), forjados con la muerte para la eternidad. Como Kennedy

De remate: escuche el discurso en el que Kennedy se comprometió con el sueño de pisar la Luna.

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