Ronda limeña concluye sin expectativas y con vista en Ecuador

La IX ronda de negociaciones para alcanzar un Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Colombia, Perú, Ecuador y Estados Unidos concluye en Lima con pocas expectativas y con la vista puesta en Ecuador, inmerso en una grave crisis política.

La falta de flexibilidad de Estados Unidos en la negociación se unió al punto muerto alcanzado en esta ronda consecuencia de la decisión de la delegación ecuatoriana de no tomar decisiones hasta que se aclare la situación política en su país.
El miércoles, en plena negociación y cuando se habían alcanzado acuerdos en las mesas dedicadas a la fortaleza de capacidades de las pequeñas y medianas empresas y el comercio electrónico, la noticia de la destitución de Lucio Gutiérrez provocó la paralización del diálogo.
En ese momento, la delegación ecuatoriana avisó que no abandonaría la ronda negociadora, y un día después, el jueves, dijo que no tomaría decisiones ni plantearía más propuestas, aunque sí permanecería en Lima.

Este revés provocó el desconcierto, pero también numerosos llamamientos al regreso de la estabilidad política en Ecuador y mensajes de solidaridad con el país vecino, por parte de Perú y Colombia.

En esta novena ronda los países andinos esperaban avanzar en los temas más sensibles y polémicos, como el sector agrario, la propiedad intelectual y la legislación laboral.

También se quedaron a punto de alcanzar acuerdos en el espinoso asunto de la competencia, temas, todos ellos, que seguirán hoy debatiéndose pero que pocos creen se cerrarán en la reunión limeña.
Al ocaso creado por la crisis ecuatoriana, se unieron el jueves manifestaciones en Lima de opositores al TLC y la clausura de un foro alternativo que alertó de que este acuerdo comercial supondrá la ruina de los países andinos.

La protesta que protagonizaron durante varias horas jóvenes izquierdistas y representantes gremiales concluyó con la dispersión policial, mediante gases lacrimógenos, y con casi un veintena de detenidos.

Aunque no fue más allá, lo que quedó de manifiesto es el desacuerdo de los agricultores y ganadores con este acuerdo comercial, que a su juicio no les favorecerá ni a ellos ni a sus productos.
De acuerdo a los pasquines que distribuyeron los opositores al TLC en las calles de Lima, "los principales beneficiarios del pacto serán los grandes exportadores, unos 50.000 medianos y grandes productores de las zonas costeras, y quedarán excluidos 1,7 millones de productos".
Esta afirmación contrasta con las declaraciones que realizó el ministro peruano de Agricultura, Manuel Manrique, en el Congreso, donde señaló que su Gobierno tiene un "Programa de Compensación".

Este programa, de acuerdo al ministro, cuenta con un fondo de 200 millones de dólares para fortalecer a los productores peruanos que puedan resultar perjudicados por el TLC.

Mientras los gobiernos de Perú y Colombia quieren acelerar el diálogo y cerrar acuerdos lo antes posible, los grupos opositores y las organizaciones agrarias y ganaderas critican con dureza esta actitud porque creen que Estados Unidos es inflexible y no cede a las propuestas andinas.

También los negociadores de Colombia, Ecuador y Perú han reconocido la falta de flexibilidad estadounidense, pero confían en que en las siguientes rondas negociadoras se limarán las diferencias.
Un ejemplo de las prisas peruanas por ratificar el acuerdo fueron las declaraciones del ministro de Comercio Exterior y Turismo, Alfredo Ferrero, quien dijo el jueves que "no podemos perder más tiempo (...), si no empezamos hoy no lo haremos nunca, el TLC nos va a llevar a ser más competitivos".
Para compensar las protestas de los agricultores y ganaderos, el ministro señaló que "los productos sensibles no serán desgravados.