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Las inundaciones, cada vez más frecuentes y con más víctimas

Las inundaciones son la segunda causa más frecuente de desastres naturales después de los huracanes, pero afectan a más regiones y a más personas que cualquier otro fenómeno mientras que las sequías constituyen la mayor causa de mortandad, según una agencia especializada de la ONU.

GINEBRA.---- Las inundaciones son la segunda causa más frecuente de desastres naturales después de los huracanes, pero afectan a más regiones y a más personas que cualquier otro fenómeno mientras que las sequías constituyen la mayor causa de mortandad, según una agencia especializada de la ONU.
"Según las últimas estadísticas, de 66 inundaciones importantes en 1990, se pasó a 110 en 1999, año en el que el número de víctimas mortales de ese tipo de catástrofes fue más del doble del registrado en cualquier otro año de ese decenio", afirma Jamie Bartram, del Programa de Agua y Medidas Sanitarias de la Organización Mundial de la Salud.
Las inundaciones no perdonan a ninguna parte del mundo como lo demuestran los casos actuales o recientes de Polonia, Indonesia, el valle del Missisippi (EEUU), Siberia, Angola, Brasil, el Perú, o el noreste de Francia.
Frente a esas inundaciones hay que señalar, según la OMS, las sequías de Afganistán, Cuba, Florida, el Cuerno de Africa, Asia Central o el suroeste de EEUU.
Una región especialmente desgraciada fue el estado indio de Orissa, que el año pasado experimentó graves inundaciones, y este año la mayor sequía de los últimos diez años primero y luego nuevas inundaciones, con 27 millones de damnificados de una población de 32 millones.
Según Bartram, "las víctimas más vulnerables (en ambos casos) son los pobres y marginados, que viven en casas construidas con materiales de mala calidad y en regiones muy expuestas a inundaciones o sequías".
"En períodos de sequía, la búsqueda desesperada de agua hace que muchas de esas personas beban agua contaminada, algo que también ocurre con mucha frecuencia con los damnificados por las inundaciones", añade.
Para la OMS, a pesar de la magnitud y de la amplia distribución geográfica de las inundaciones o sequías, podría hacerse mucho para evitar o mitigar sus efectos adversos sobre la salud: por ejemplo, ayudando a la gente a conservar el agua y a mantener existencias de agua potable para emergencias.
El seguimiento durante cuatro meses de la contaminación del agua en un campamento para refugiados de Malawi donde se habían producido numerosos casos de diarrea y cólera demostró que el agua de los pozos estaba muy poco contaminada por los microbios, pero que los refugiados la contaminaban al contacto con las manos cuando la recogían.
La introducción de un simple cubo para recoger el agua permitió reducir en un 69 por ciento la presencia de bacterias coliformes fecales en el agua y en un 31 por ciento los casos de diarrea entre los niños de menos de cinco años.
En los países tropicales, las aguas de las inundaciones cuando éstas retroceden constituyen un caldo de cultivo ideal para mosquitos y aumentar el riesgo de contraer la malaria, el dengue o la fiebre del valle de Rift.
Esas aguas, combinadas con los desagûes al aire libre y las dificultades de tomar las más elementales medidas higiénicas, fomentan el cólera, la diarrea y los virus gastrointestinales y provocan además el desplazamiento de poblaciones de roedores que pueden causar infecciones de leptospirosis.
La OMS recomienda por ello sistemas de alerta rápida que permitan detectar un eventual incremento de las enfermedades transmitidas por mosquitos o de carácter diarreico así como evaluar los riesgos de inundaciones o sequías, pero también la mejora de los sistemas de alcantarillado y la educación de la población en medidas de higiene.

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