Editorial de Gustavo Gómez: Preguntas a Petro
Editorial de Gustavo Gómez en 6 AM Hoy por Hoy
Ayer comentamos aquí el trino en que Gustavo Petro separaba a Piedad Córdoba de su campaña, por lo menos hasta que ella resuelva un asunto judicial de grueso calado que tiene por delante. Pero vale la pena que nos planteemos unas inquietudes que van más allá del escueto trino y que merecerían no quedarse simplemente en preguntas. Algunas de ellas surgen de la entrevista que Gustavo Petro concedió, al cierre de la semana pasada a los colegas de Cambio.
Si Gustavo Petro, como dijo públicamente, tenía una versión de una muy confiable fuente, una alta fuente, alrededor de que alguien cercano a la campaña, que no es su hermano, visitaba cárceles para hablar con narcotraficantes, ¿pensó, como muchos periodistas que era Piedad Córdoba y, en ese escenario, habló con ella?
¿O no habló? Y si hablaron, ¿qué le dijo ella?
¿Conversó Armando Benedetti, pieza clave de su campaña, con un periodista que le comentó que tenía pruebas de esos supuestos contactos de Piedad Córdoba?
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Estando enterado Benedetti de esa información, sabiendo que existen materiales probatorios, ¿por qué no separaron de inmediato a Piedad Córdoba de la campaña?
Evidentemente Bendetti, que es la sombra de Petro, debió informarle al instante. ¿Le dijo que ese periodista, que no es de Cambio y con quien, repito, habló Benedetti, tenía ese material en su poder? ¿Y por qué Petro no hizo nada?
¿Quizás quiso darle largas a la cosa?
¿Lo hizo, a riesgo de desestimar esa situación, para que no se le sumara al escándalo de su hermano, hablando con corruptos, el lío de alguien de la campaña, además senadora del Pacto, reuniéndose con personas de fenomenales e ilícitas fortunas?
¿Por qué barrieron debajo del tapete, si un periodista les advirtió de la existencia de esas pruebas?
De la escucha atenta de la entrevista de Daniel Coronell, presidente de Cambio, y Federico Gómez, director de la revista, surgen más inquietudes.
Petro dice que no estaba Piedad Córdoba, ni nadie, autorizada, aparte del gerente, para recibir dineros. Eso es claro. ¿Pero sabía Petro que eventualmente Piedad habría conversado con esos personajes y había quedado sobre la mesa el tema del ofrecimiento de cuantiosas sumas para robustecer la campaña? Ella, por supuesto lo niega públicamente, como consta en su declaración oficial de ayer.
Si, como dice Petro, el nombre de Piedad Córdoba había surgido de tiempo atrás en esa teoría de los narcos ofreciendo dinero, ¿por qué Petro no lo hizo directamente público y prefirió, en cambio, trinar con advertencias generales, sin nombre ni apellido, alrededor de la posible entrada de dineros ilícitos a su campaña?
Está claro que Petro presintió algo oscuro en un acto en el Hotel Tequendama con presencia de narcos, y dice que incluso desde antes había oído de situaciones similares con Piedad Córdoba de por medio. ¿Por qué no hizo nada? ¿Por qué no le pidió entonces a ella hacerse a un lado? ¿Temía que fuera fatal separar a una senadora, con el riesgo de disimular una situación anómala? ¿Temía que, viéndose separada y abandonada, Córdoba revelara algo?
Gran inquietud: ¿Petro sabía solo de la posibilidad, según dice él, de que agentes de la DEA fingiendo ser narcos mexicanos lo enredaran con dineros, o temía, además, de contactos de Córdoba con personas al margen de la ley? Y, repito, si lo sabía, ¿por qué no tomó medidas inmediatas si, como reveló a Cambio, tenía una fuente muy confiable?
Nunca hubo contactos, dice Petro, de él con narcos, pero reconoce que sí pasó con el hermano de Piedad Córdoba. ¿Eso, a un político tan hábil, no le indicó nada? Y, sumado al comentario de su fuente de alta fidelidad, ¿no le señaló el camino de tomar determinaciones al instante? Por lo menos de hablar con ella a profundidad o de pedirle a una especie de comisión de ética de la campaña que estudiara el caso y tomara esas determinaciones de manera expedita.
¿Cómo es posible que Petro no supiera en qué pasos andaba el hermano de la muy célebre senadora del Pacto Histórico? Porque se entiende que es la justicia la que determina sanciones, pero una campaña, sabiendo lo que pasa, puede actuar en el campo ético antes de una decisión judicial o una extradición. Más cuando Petro reconoce que esas acciones iban con destino a él, al candidato, y no al hermano de la recién electa senadora.
Estas reflexiones parten de una base: no hay motivo alguno para dudar de la seriedad y honorabilidad de Gustavo Petro, de su voluntad indeclinable de tener una campaña libre de dineros sucios o de contactos con narcotraficantes. Su palabra nos merece absoluto respeto. De su honestidad lejos estamos de dudar. Estas preguntas solo nos llevan a un escenario: si tenía tantos semáforos y alertas funcionando, ¿por qué no hizo nada frente a estos hechos, por qué apenas ayer se permitió, sin mayores explicaciones, separar a Piedad Córdoba de la campaña. ¿No debió pasar todo esto antes?
Federico Gutiérrez aseguró ayer que Piedad se reunió con Francisco Javier Zuluaga Lindo, alias “Gordo Lindo”, y José Leonardo Muñoz Martínez, alias “Douglas”, exintegrante de “La Oficina. ¿Se lo preguntó Petro a la senadora?
El periodista Félix de Bedout planteaba y preguntaba lo siguiente en redes: Gerardo Reyes publicó un libro sobre Alex Saab. Desde entonces se conocía la relación de Piedad Córdoba y los problemas que podría enfrentar. Nadie puede darse por sorprendido ahora. Sabiendo las relaciones de Córdoba y Saab, y el escándalo de millones y millones de dólares con Venezuela, se podía no haberla incluido en la lista al senado sabiendo que podía pasar lo que pasó hoy.
Nos hacemos estas reflexiones en monólogo porque todas ellas, más otras vinculadas al episodio de La Picota, hemos tratado, como corresponde, de hacérselas a él directamente en 6AM. Petro no ha aceptado hasta hoy esa invitación. Está en su derecho, faltaba más. Pero los periodistas estamos en la obligación de preguntar, aunque nadie nos responda.
A manera de colofón, diré únicamente que el periodista que menciono en estas reflexiones tiene elementos que indican hechos de la mayor gravedad. Que, si lo va a revelar pronto o dentro de unos días, solo depende de su serio trabajo investigativo, al que solo le falta un hervor para poder ver la luz pública. Quizás en ese hervor alguien termine con ampollas.