Fundación Santo Domingo invierte en las comunidades para un desarrollo de largo aliento
Proyectos como los megabarrios en Cartagena y Barranquilla, iniciativas educativas y ambientales, sin asistencialismos, en pro de brindar soluciones estructurales a la ciudadanía.

La fundación, con mas de 60 años ha transformado los territorios en los que ha trabajado. | Foto: Cortesía
Desde hace más de seis décadas, la Fundación Santo Domingo ha trabajado por el desarrollo social en Colombia, esto, con la intención de construir un futuro que transforme generaciones. El proyecto inició en la década de los 60, en donde la familia quiso impulsar el desarrollo de ‘La Arenosa’. Hoy en día, evolucionó a una estrategia nacional.
Jose Francisco Aguirre, ingeniero industrial con más de 15 años de experiencia en gestión de proyectos sociales, entendió desde su juventud que las brechas sociales se reducen con proyectos de largo aliento capaces de transformar generaciones.
El director de la fundación desde 2016 recuerda: “Mi abuelo materno nos dejó un legado de conciencia social. Fue dueño de terrenos en Altos de Cazucá (Soacha, Cundinamarca) y dedicó su vida —hasta los 95 años— a legalizar predios, construir colegios y organizar comunidades”.
Durante su dirección, Aguirre ha mantenido una filosofía: “Uno solo no puede. Ni el Estado solo, ni el sector empresarial solo, ni la filantropía sola. Los retos estructurales exigen sumarse, coordinarse y persistir”. Ideal que guía de manera transversal todos los proyectos de la organización: “No se trata de dar, se trata de transformar y de invertir con propósito para demostrar que se puede tener impacto social y sostenibilidad al mismo tiempo”, explica.
¿Cómo va la construcción de Ciudad Bicentenario?
Este impacto se evidencia en megaproyectos de vivienda social para la transformación de territorios. En la capital de Bolívar, la fundación gerencia y articula el proyecto llamado Ciudad del Bicentenario, 380 hectáreas, 50.000 viviendas con capacidad de albergar hasta el 20% de la población de la ciudad.
“Regalar vivienda es fácil; construir comunidad requiere ciencia, paciencia y confianza”, señala Aguirre, con lo que insiste en que los proyectos no se enfocan solo en construir casas; también necesitan urbanismo, colegios, centros de salud, espacios deportivos y empresas instalándose para generar empleo. Actualmente hay alrededor de 4.100 viviendas ya construidas que albergan a más de 16.000 personas y para el noviembre pasado se terminó la construcción del Centro de Desarrollo Infantil en el centro de Bicentenario.
Por otra parte, en la ciudad de Barranquilla, Villas de San Pablo es el segundo megabarrio promovido por la fundación. 18.000 VIS, además de una infraestructura cultural y recreativa emblemática en la que, por ejemplo, se encuentra la Fábrica cultural.
Un trampolín para la construcción de tejido social
Allí líderes han visto cómo se construye tejido social; Judith Payares da cuenta de que desde su llegada al megabarrio ha fortalecido su propio liderazgo. En el que en un inicio hizo parte junto a su esposo Ivan Hernandez del frente de seguridad. Luego encabezaron iniciativas en bienestar de adultos mayores. Y su paso en el programa de intercambio de experiencias GenerACTOR.
Actualmente, Payares lidera Huerteritos, un programa de formación para 75 niños, niñas y jóvenes que, en sus palabras, se preparan como “guardianes del medio ambiente en el barrio”. Expone: “Uno de mis grandes proyectos para 2026 es implementar un sistema de cultivos hidropónicos como una técnica sostenible que se adapte a las viviendas. Mi sueño es que se pueda convertir en una solución alimentaria para la comunidad”.
¿En qué otros proyectos trabaja la Fundación Santo Domingo?
En educación —otra línea esencial de su trabajo— impulsan un modelo sin precedentes: un laboratorio de evidencia que evalúa con rigor técnico el funcionamiento de proyectos para saber qué correcciones realizar y qué se puede replicar.
Del laboratorio hacen parte 14 territorios donde financian y escalan los proyectos que ya han llegado a resultados exitosos en las comunidades educativas. “Tenemos una inversión cercana a los 70 millones de dólares. Puede ser él. proyecto. con más recursos desde el orden privado que tiene hoy Colombia para innovar en el sector público educativo”, explica su director.
Ejemplo de ello es Impacto Colectivo Baru 2030, iniciativa que desde 2022 busca transformar las condiciones sociales, económicas y ambientales de la isla. el proyecto, que en conjunto con 8 organizaciones busca intervención inmediata en la isla, donde “solo el 60% de la población tiene acceso al acueducto y no existe alcantarillado”, destaca Arsenio Daza, gerente del proyecto.
Durante estos 3 años, la iniciativa ha beneficiado a 382 personas, el 90% de ellas a través de programas educativos que acompañan a los cuatro colegios de la isla y fortalecen las capacidades de madres comunitarias.
Entre la interminable lista de acciones, la fundación hace esfuerzos en la protección del corredor del jaguar, la construcción de la sede Clínica Santa Fe en el Eje Cafetero y el informe a puertas de publicarse sobre los proyectos a largo plazo impulsados durante la pandemia.
Estos son algunos de los más recientes pasos que marcan el territorio desde hace seis décadas, que demuestran la labor de la Fundación Santo Domingo dirigida a no atender síntomas, sino a construir sistemas, multiplicar capacidades e intervenir causas.
Hoy puede afirmarse que los territorios donde actúa se transforman, al acortar brechas que en otras circunstancias tardarían generaciones en cerrarse. Aguirre reconoce que“la Fundación puso una gran parte de su patrimonio en riesgo con estos proyectos. Se va a ir recuperando en el futuro y se reinvertirá en otras labores”.



