Perú, donde la costa, la sierra y la selva se unen: un recorrido por un país de tres mundos
Perú es un hilo que une el ruido del mar, la quietud de las montañas y el pulso profundo de la selva. No son tres regiones, sino tres formas de vida que se sostienen entre sí.

Parapente en el malecón de Miraflores en Lima, Perú. Foto de Promperú
Perú es un país que no cabe en una sola definición. Es océano, cordillera y selva; es cocina, música, historia, memoria y futuro. De la mano de la Comisión de Promoción del Perú para la Exportación y el Turismo (Promperú), nos embarcamos en una aventura que lo confirma: un destino donde conviven culturas milenarias, paisajes que parecen de otro mundo y una gastronomía que lidera los rankings globales. La fuerza de sus comunidades y la diversidad de su territorio hacen de Perú un lugar irrepetible. Con esa brújula cultural, comienza esta travesía.
Lima: donde todas las sangres se encuentran
Lima, la capital que mira al Pacífico con orgullo y que ha sido denominada por los premios internacionales como la Mejor Ciudad Culinaria de América Latina 2025 nos recibe con la majestuosidad de sus acantilados y el aroma de sus ajíes. La primera ruta es gastronómica, porque en Perú la comida no es un plato: es un rito. El guía Luis Serrano, del equipo de Chasky Ventura, resume el espíritu de Lima:
“Lima es el punto donde convergen las cocinas de costa, sierra y selva. Aquí llegan los productores, las tendencias y los viajeros de todo el mundo gracias a un aeropuerto que es una verdadera puerta global. Somos más que el ceviche: somos pachamanca, fogones, ferias y regiones enteras sirviendo su historia en cada plato.”
El recorrido inicia con un desayuno clásico limeño en El Chinito, de Juan Martín Jara: un pan relleno de chicharrón con un refrescante jugo de lúcuma, servido junto a costillas, un tamal y acompañamientos como cebolla aliñada con limón y una porción de ají. Luego avanzamos hacia Santos, la casa de todos, donde su chef y dueño, Ilder Santos, nos sorprendió con una selección que resume la diversidad del país: tiradito de ají amarillo, causa de langostinos jumbo, ceviche a la brasa, tortitas de choclo, humitas asadas, arroz con pato y costillar de cabrito braseado en carbón.
“Nuestra gastronomía es única porque tiene una diversidad inmensa: más de 3.000 variedades de papa, una infinidad de ajíes y productos que llegan desde la costa, la sierra y la selva. Eso nos permite ser un país de sabores irrepetibles”, explica Ilder.
El dato lo confirma, según Promperú, los ingredientes peruanos pertenecen a uno de los bancos genéticos más diversos del planeta. Y su cocina también mezcla influencias andinas, europeas, africanas, chinas y japonesas.

Cebiche de lenguado. / Photographer:Adrian Portugal
Centro histórico de Lima y sus balcones virreinales
Por la tarde, la capital revela su pluralidad arquitectónica. El Centro Histórico de Lima —declarado patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO— despliega balcones, coloniales casonas republicanas y templos barrocos. Los guías suelen repetir que aquí “cada fachada es una capa de tiempo”, y no exageran: los balcones virreinales parecen escuchar todavía los susurros del pasado.
Aquí los viajeros suelen dedicar dos o tres horas para un recorrido completo por la Plaza Mayor, la Catedral de Lima y el Jirón de la Unión.
Barranco al atardecer
El distrito de Barranco es color y memoria. Su arte urbano, sus casonas antiguas, el Puente de Los Suspiros y la bajada de los Baños crean un corredor bohemio perfecto para cerrar el día. Luis Serrano lo resume así:
“Barranco es un museo al aire libre. Sus murales nos recuerdan que Perú es un país de todas las sangres. Y terminar la caminata viendo el atardecer entre el Morro Solar y la Punta del Callao es el cierre perfecto.”

Bajada de Baños en el distrito de Barranco. / Pao Flores
La noche culmina en Carnaval Bar, considerado uno de los espacios de coctelería más innovadores de la región. Liderado por Aarón Díaz, ha sido reconocido por la organización The World’s 50 Best Bars por impulsar la cultura de los cócteles en la ciudad y por su propuesta creativa y trotamundos. El coctel Carnaval, por ejemplo, está hecho a base de Beefeater 24, piña chartreuse Verde, limón criollo y cerveza witbier.
Callao: historia, mar y cultura
Real Felipe, La Punta y Callao Monumental
El día inicia con la visita a la histórica Fortaleza del Real Felipe, construida en el siglo XVIII y considerada una de las obras militares más importantes del virreinato. El recorrido promedio toma hora y media, seguido por una caminata por La Punta, uno de los barrios más tradicionales del Callao, donde el mar golpea suave y constante.
El Callao Monumental suma arte contemporáneo, galerías y murales que revitalizan el barrio.
DanSa: fusión de gastronomía y danzas típicas del Perú
El restaurante DanSa propone algo que no existe en ningún otro punto del país: una cena-show de nueve pasos que fusionan ritmos tradicionales con productos emblemáticos de cada región.
El chef Cristian Ramírez lo describe así: “En DanSa unimos dos orgullos del Perú: la gastronomía y las danzas tradicionales. La experiencia es un viaje sensorial con narrativa emocional, sabores y estética que celebran nuestra identidad.”
Paracas: donde el desierto se encuentra con el océano
Reserva Nacional de Paracas
Desde Lima viajamos hacia Ica por la Panamericana Sur. Paraca nos recibe con vientos potentes, un mar turquesa —debido a la alta concentración de fitoplancton— y un desierto que parece una pintura abstracta. El guía local, Juan Carlos Pino explica: “La Reserva Nacional de Paracas fue creada en 1975 para proteger principalmente el ecosistema marino. Tiene 335.000 hectáreas: 65% mar y 35% desierto.”
La joya del recorrido es Playa Roja, la única playa de arena roja de Sudamérica y una de solo cinco en el mundo, esto por la erosión de rocas volcánicas y minerales. El paisaje: un contraste de rocas volcánicas rojas y arenas amarillo intenso.
El circuito tradicional toma dos horas y media, aunque en bicicleta puede extenderse a cinco horas para quienes buscan contacto más profundo con la naturaleza.
Desierto de Paracas en 4x4 y picnic
Con los pilotos Renato Rubina y Bruno Salas, la travesía se convierte en adrenalina pura: dunas gigantes, horizontes dorados y un picnic frente al desierto más silencioso del sur del Perú. Un oasis rodeado de dunas que parecen montañas móviles y desde la cima el viento trae una mezcla de silencio y vértigo.
Uno de los conductores señala, mientras avanzábamos entre dunas, que “la arena también guarda memoria; cambia todo el tiempo, pero nunca olvida”. Esa percepción transforma la experiencia: lo que parece inmóvil está vivo, lo que parece árido está lleno de señales.

Desierto de Paracas
Ica y la Ruta del Pisco
La Hacienda La Caravedo, ubicada en el Valle de Ica y fundada en 1684, es reconocida como la destilería en funcionamiento continuo más antigua de América. Allí, el guía Daniel Castilla resume la esencia del Pisco:
“El pisco es un destilado de jugo de uva recién fermentado. Es nuestra bebida bandera, con denominación de origen y producido solo en cinco regiones costeras. Técnicas que llegaron de Europa se adaptaron aquí para crear un licor único, de 38 a 48 grados.”
El recorrido muestra el lagar antiguo, las áreas de producción moderna y finaliza con una cata que revela la complejidad de sus variedades.
“Contamos con cuatro marcas: Portón, Caravedo, Totorosanto y Pago de los Frailes. Tres de ellas se producen en la zona moderna de la destilería, mientras que Pago de los Frailes se elabora en la parte histórica, construida en 1684. Entre estas cuatro marcas ofrecemos los tres tipos de pisco: pisco puro, pisco acholado y pisco mosto verde”, añade Castilla.
Al final, uno entiende que Perú no es un destino para conocer, sino para volver. Cada guía, cada conductor, cada cocinero que habla durante el viaje deja una huella: todos coinciden en que su país no se visita, se siente.
Además, cada parada es una puerta nueva a su identidad y cada hora invertida se multiplica con aprendizajes y sensaciones. Promperú impulsa este viaje para que los visitantes vivan no solo un destino, sino un encuentro con un país que comparte su diversidad con el mundo.





















