Una de cada diez mujeres en el Valle del Cauca ha dejado de trabajar para cuidar a otros
Las mujeres siguen cargando con el peso del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, una barrera estructural para su autonomía económica.

El cuidado, una labor esencial pero invisibilizada.
Cada 29 de octubre se conmemora el Día Internacional de los Cuidados y el Apoyo, una fecha proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas para reconocer el valor social y económico del trabajo de cuidado, en su mayoría asumido por mujeres.
En el Valle del Cauca, los datos confirman una realidad persistente: 12 de cada 100 mujeres han dejado de trabajar porque deben cuidar a alguien más, según el Observatorio para la Equidad de las Mujeres, OEM.
Este fenómeno no solo limita su autonomía económica, sino que también impacta su salud, bienestar y participación social.
De acuerdo con la encuesta realizada por la Gobernación del Valle y el OEM a más de 500 personas en 41 municipios, las mujeres siguen asumiendo la mayor parte de las tareas domésticas:
- El 83% prepara los alimentos.
- Y el 89% limpia el hogar.
- Frente a un 47% y 62% de los hombres.
“La carga de cuidados que recae sobre las mujeres es una estructura difícil de cambiar. Por eso, debemos fortalecer los sistemas de cuidados para que ellas sean centrales dentro de la atención y no queden en una posición desigual en el mercado de trabajo y los hogares”, explicó Natalia Escobar, directora de proyectos del OEM.
Desigualdades persistentes
Los datos de Cali Cómo Vamos muestran una desigualdad marcada en la distribución del tiempo:
El 95% de las mujeres en Cali dedica parte de su día a labores de cuidado, frente al 75% de los hombres. Además, el 42% de ellas dedica más de seis horas diarias a estas tareas, mientras solo el 12% de los hombres lo hace.

Mujeres cuidadoras.
Esta sobrecarga tiene consecuencias directas. Según Danny Angarita, líder técnico de Cali Cómo Vamos, las mujeres que destinan más de ocho horas diarias al cuidado presentan niveles más bajos de bienestar físico y mental.
“Las mayores cargas de cuidado explican buena parte de la brecha en la participación laboral: mientras el 75% de los hombres trabaja o busca empleo, solo lo hace el 56% de las mujeres”, señaló Angarita.
En el ámbito rural, la desigualdad se agrava: casi la mitad de las mujeres en corregimientos de Cali se dedica a las labores domésticas y de cuidado, frente a apenas un 11% de los hombres. Esto significa menos oportunidades para el descanso, la recreación o el deporte.
Un desafío económico
El Observatorio advierte que el envejecimiento poblacional está ampliando la crisis del cuidado.
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“A medida que envejecemos, aumenta la necesidad de cuidados, y son las mujeres mayores quienes terminan asumiendo esa carga. Las desigualdades de género se agudizan con la edad”, explicó Sandra Balanta, investigadora del OEM.
Cuidar también es un motor económico
Según la Fundación WWB Colombia, el 53% de los emprendimientos en contextos vulnerables en Cali está relacionado con el cuidado: desde la preparación de alimentos hasta la confección o los servicios de belleza.
No obstante, las brechas persisten: las mujeres obtienen en promedio un 30% menos ingresos que los hombres, especialmente en negocios ubicados en sus viviendas.
“El cuidado es la columna vertebral de nuestra economía, pero ha sido invisibilizado y relegado al ámbito privado. No es un asunto de mujeres, es una responsabilidad de toda la sociedad”, enfatizó Soraya Husain, directora de Investigación de la Fundación WWB Colombia.

El cuidado, una labor esencial pero invisibilizada
El estudio también revela que las mujeres jóvenes, entre 18 y 39 años, son las más afectadas por las cargas de cuidado no remunerado, un factor que condiciona sus decisiones laborales y el desarrollo de sus emprendimientos.
El reto está en reconocer que sin cuidados no hay vida ni desarrollo, y que cuidar debe dejar de ser una carga femenina para convertirse en una responsabilidad compartida entre Estado, empresas, comunidades y familias.



