Cine Tanqueta en Las Margaritas, un oasis de seguridad y esperanza
Artículo escrito por el subintendente Emilio Gutiérrez Yance, jefe de comunicaciones estratégicas del Departamento de Policía Bolívar

Departamento de Policía Bolívar
Cartagena
Artículo escrito por el subintendente Emilio Gutiérrez Yance, jefe de comunicaciones estratégicas del Departamento de Policía Bolívar.
En el barrio Las Margaritas, donde las casas parecen susurrar sus carencias en cada grieta de sus paredes y el polvo se levanta como un testigo mudo de las ausencias, algo insólito sucedió una noche estrellada: una tanqueta, que en otros tiempos representaba la fuerza y el miedo, se convirtió en un faro de luz y en un lienzo donde comenzaron a proyectarse los sueños.
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El “Cine Tanqueta” nació de las manos de la Policía Comunitaria de Arjona. No fue solo una película al aire libre, sino un abrazo que germinó en tierra reseca. Los niños, con sus ojos como espejos redondos, vieron cómo la pantalla blanca rompía la monotonía de la penumbra. Cada rostro iluminado parecía un pequeño sol que se encendía contra la noche.
“La magia del cine no llegó sola. Alrededor de la comunidad se tejió una red de voces y colores: la Policía de Infancia y Adolescencia, los Carabineros, el GAULA y el UNDMO se unieron como guardianes de un ritual colectivo. Entre juegos, charlas y sonrisas, se sembraban palabras nuevas: respeto, cuidado, corresponsabilidad. Cada palabra caía como semilla en los corazones de los asistentes, con la esperanza de que el tiempo las hiciera florecer”. Dijo el coronel Alejandro Reyes Ramírez, comandante Departamento Policía Bolívar.
Pero lo más sorprendente no fue la película, sino lo que ocurrió después. Bajo la misma lona de estrellas, la comunidad y la policía abrieron un diálogo franco. Hombres y mujeres, con la voz marcada por el cansancio, hablaron de violencia, de calles peligrosas, de oportunidades que nunca llegan. Y los policías, lejos de ser figuras de uniforme y autoridad distante, escucharon como vecinos, como hermanos. Allí, el respeto mutuo se encendió como una vela compartida que nadie quería dejar apagar.
El impacto del “Cine Tanqueta” no terminó con los créditos de la película. Quedó en el aire como una promesa. Al día siguiente, las calles comenzaron a cambiar: algunos vecinos organizaron mingas de limpieza, otros soñaron huertos donde antes solo había maleza, y los más jóvenes imaginaron que la cultura también podía ser un escudo. Fue como si una tanqueta, que alguna vez nació para la guerra, se hubiese transformado en sembradora de esperanza.
En Las Margaritas, aquella noche quedó guardada en la memoria como un instante de realismo mágico: una máquina de hierro se volvió teatro, el miedo se volvió confianza y el silencio se convirtió en diálogo. El “Cine Tanqueta” fue más que un evento; fue un milagro cotidiano que demostró que, incluso en los terrenos más áridos, la esperanza siempre encuentra la forma de florecer.



