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VIDEO: Yarima, símbolo de esperanza para el jaguar en el Magdalena Medio santandereano

Después de casi un año una cámara trampa ubicada en una finca de palma de aceite de Barrancabermeja captó a la hembra jaguar.

Gustavo Gutiérrez, líder Ipacarí

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Una nueva habitante ha sido avistada en los bosques del Magdalena Medio santandereano.

Se trata de Yarima, una joven jaguar hembra que fue registrada por cámaras trampa instaladas en la finca San Isidro ubicada entre Bucaramanga y Barrancabermeja.

Su aparición no solo ha sorprendido a los investigadores, sino que ha encendido una luz de esperanza para la conservación de esta especie tan amenazada.

“Es una noticia emocionante. Sabíamos que había presencia de grandes felinos, pero verla en pleno día y con tanta claridad fue impresionante”, afirmó Gustavo Gutiérrez, líder administrativo de Agroinversiones Ipacarí; empresa que opera en esta finca junto a la Fundación Cuidar la Tierra, quienes lideran un programa de monitoreo y protección del jaguar.

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Cámara tramp captó a hembra jaguar en Santander

Posible relevo generacional en la selva

Desde noviembre del 2024 no se tenían registros de Jessy, una hembra dominante que ha sido monitoreada desde 2014.

Con más de 10 años de edad su ausencia había generado incertidumbre entre los ambientalistas. Ahora con la llegada de Yarima se plantea la posibilidad de un relevo generacional.

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“Estamos analizando las rosetas (las manchas características en su pelaje) y hay coincidencias con las de Jessy. Creemos que Yarima podría ser su descendiente, aunque solo un análisis genético podrá confirmarlo”, explicó Gutiérrez.

El corredor del jaguar

La finca San Isidro hace parte del corredor biológico del jaguar en el Magdalena Medio, una zona que alberga al menos 10 ejemplares identificados.

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El monitoreo se realiza mediante más de diez cámaras trampa ubicadas estratégicamente en zonas boscosas, cerca de fuentes hídricas y corredores naturales.

Ipacarí, una empresa con 20 años de tradición en cultivo de palma y ganadería con búfalos, ha adoptado un modelo de agricultura y ganadería regenerativa, que respeta la biodiversidad y permite la convivencia de la fauna silvestre.

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“Queremos demostrar que es posible producir sin destruir. Protegemos los bosques, las fuentes de agua y mantenemos a raya el conflicto entre ganadería y fauna. En cinco años solo hemos tenido un ataque de jaguar, y fue por un descuido humano”, puntualizó el representante de Ipacarí.

Nombre con historia

El nombre Yarima fue elegido en honor a la cultura indígena Yarigüí, cuyos caciques legendarios eran Pipatón y Yarima. De hecho otro jaguar macho avistado en la zona lleva el nombre de Pipatón.

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Este gesto busca rescatar la identidad ancestral del territorio, donde la biodiversidad y la memoria indígena se entrelazan.

Una apuesta por la vida

El proyecto contempla la instalación de más cámaras y el uso futuro de chips de rastreo para obtener datos precisos sobre los desplazamientos de estos felinos.

Además más fincas productoras de palma y ganadería en la región están interesadas en sumarse al monitoreo participativo.

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“Conservar al jaguar es conservar el equilibrio del ecosistema. Es una especie sombrilla, protege a muchas otras con su sola presencia”, concluyó Gutiérrez.

La llegada de Yarima representa no solo una victoria científica, sino también una señal de que la coexistencia entre naturaleza y producción sostenible es posible.