Ver perritos y gatitos en redes sociales mejorará su ánimo y sus relaciones, según estudio
Investigadores descubren cómo el contenido de animales adorables transforma nuestras emociones y fortalece nuestros vínculos en redes sociales

Estudio demuestra que ver animales tiernos puede mejorar el estado de ánimo
Un nuevo estudio académico de la Universidad de Concordia confirmó lo que muchos usuarios de redes sociales ya intuían: los animales adorables no solo dominan internet, también hacen del mundo digital un lugar más cálido y humano.
Investigadores analizaron el impacto emocional del contenido protagonizado por animales en plataformas como Instagram, y encontraron que estas publicaciones tienen un papel mucho más profundo de lo que parece.
Más allá del entretenimiento, las imágenes y videos de mascotas generan emociones positivas, fortalecen vínculos sociales y hasta transforman nuestras relaciones con los demás.
¿Por qué amamos ver perros en patineta o gatos disfrazados?
La investigación identificó dos tipos de encuentros emocionales que surgen con este tipo de contenido: los encuentros corporales (entre la persona y su mascota) y los encuentros “tecno-afectivos” (entre el usuario y el contenido digital). Por ejemplo, cuando alguien sube una foto de su perro jugando en la nieve o su gato vestido de Papá Noel, está compartiendo mucho más que una imagen: está transmitiendo emociones como alegría, amor o ternura.
Estas emociones son “indexicalizadas”, es decir, codificadas en el contenido a través de imágenes, textos y hasta sonidos. Luego, cuando otras personas ven, comentan o comparten esas publicaciones, se genera una conexión emocional que puede sentirse tan real como una relación cara a cara.
Uno de los hallazgos más llamativos del estudio es que compartir publicaciones de animales se ha convertido en una forma moderna de mostrar afecto, similar a enviar una carta, regalar una flor o decir “te extraño”. Muchos usuarios reenvían estos contenidos con mensajes personalizados, memes o emojis, reconfigurando su significado original para adaptarlo a su contexto emocional.
Este proceso, llamado re-indexicalización, hace que una imagen de un perrito dormido pueda significar desde “me siento como él” hasta “así me haces sentir tú”.
Cuando los animales se vuelven virales
El estudio también analiza cómo las cuentas grandes o los creadores de memes reutilizan el contenido animal para hacerlo viral, a veces sin conservar el mensaje original. Este fenómeno se llama descontextualización. Un ejemplo claro es Moo Deng, una pequeña hipopótama tailandesa que se volvió famosa en 2024 por su carisma. Las redes transformaron sus fotos en memes sobre la rutina laboral, usando frases como “cuando te das cuenta que apenas es martes”.
Aunque este tipo de reutilización puede parecer trivial, tiene un fuerte impacto emocional y cultural. El contenido adaptado mantiene (y a veces potencia) su carga afectiva, conectando con miles o millones de personas en todo el mundo.
Para transmitir cariño y cercanía, muchos creadores utilizan un lenguaje especial conocido como “Petspeak”. Este consiste en palabras modificadas con sonidos como “meow”, “paw” o “ruff” y expresiones como purrfect, smol, floof, doggo, entre otras. Este lenguaje refuerza la percepción de los animales como miembros de la familia, especialmente en publicaciones que los muestran en celebraciones, vacaciones o incluso disfrazados.
Más allá de lo tierno: la importancia del contenido positivo
El estudio concluye que el contenido de animales adorables cumple una función fundamental en las redes sociales: mantener el afecto entre personas en entornos digitales fríos y sobrecargados de información. Ver, compartir y comentar este tipo de publicaciones no solo nos hace sentir bien, sino que nos conecta emocionalmente con otros, incluso co
n personas que no conocemos personalmente.
En un mundo donde lo digital parece alejarnos, estos momentos de ternura virtual nos recuerdan algo esencial: la conexión emocional sigue siendo el corazón de nuestras relaciones humanas, incluso si viene acompañada de un maullido, un ladrido o una sonrisa peluda.