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Doris Salcedo, la artista que se atrevió a hacer del arte un arma contra el olvido de la barbarie

A través de cada una de sus obras, Salcedo ha buscado narrar y especialmente señalar los rastros que quedan de los horrores de la guerra en las víctimas y, en este camino, ha logrado generar enormes aportes a la memoria colectiva del país

Doris Salcedo, la artista que se atrevió a hacer del arte un arma contra el olvido de la barbarie.

Doris Salcedo, la artista que se atrevió a hacer del arte un arma contra el olvido de la barbarie.

Durante más de 50 años, el territorio colombiano fue escenario de graves barbaridades que transformaron las vidas de millones de colombianos. Fueron tantos los crímenes que se cometieron que, aún hoy en día, se sigue sin conocer la verdadera magnitud del conflicto armado colombiano.

Esta imposibilidad de conocer completamente la historia de la guerra ha representado también en el país una imposibilidad de reconocer esos crímenes, de reconocer sus víctimas y de hacer memoria sobre ellos.

A pesar de ello, grandes artistas, como Doris Salcedo, han nadado contra la corriente y con su arte, han logrado no solo contribuir al reconocimiento y la construcción de memoria, sino también su arte ha sido plataforma para las historias que a la sociedad colombiana le ha costado aceptar, por el dolor, la crueldad y el enorme daño que causaron.

El valor del arte para una sociedad nacida entre guerras

Salcedo es una reconocida artista bogotana nacida en 1958, el mismo año en que se formó el pacto bipartidista del Frente Nacional, un acto que prometía paz para el país, pero que, si bien logró controlar los niveles de violencia, a largo plazo fue una decisión compleja que afectó el rumbo del conflicto algunos años después.

En los años siguientes, las guerras y conflictos internos se intensificaron y el número de crímenes comenzó a crecer de manera intensa y desenfrenada. “Es muy difícil escapar de la sombra terrible que la guerra les impuso a los colombianos, porque la guerra no es algo de lo que nos podamos escapar, cubre todos los aspectos de la experiencia”, explicó Salcedo durante un conversatorio que tuvo en el marco de la Comisión de la Verdad.

Salcedo nació y creció en un país que estaba en guerra y eso marcó su vida. Por ello, gran parte de su obra está relacionada con las experiencias y testimonios de quienes han sufrido directa o indirectamente la violencia del conflicto armado.

“El artista no es aquel que crea a partir de la imaginación, no es aquel que es capaz de fantasear; todo lo contrario, los artistas siguen cada una de las huellas que la violencia ha dejado y cada uno de esos pequeños fragmentos que han quedado de la vida de cada ser que fue víctima”, aseguró.

A pesar de lo anterior, ella explica que su obra no busca narrar las historias de los crímenes que se cometieron en el conflicto armado. Más bien, su trabajo tiene la intención de evitar el olvido colectivo y son una invitación abierta a que la sociedad se enfrente con las realidades que no se pueden silenciar y que sientan el inabarcable dolor que cargan las víctimas con esos hechos.

“La labor del arte y de mi arte en particular está en señalar esas historias que están ocurriendo”

Cada una de las obras de Salcedo señala los tipos de crímenes que se cometieron en la guerra y también trata de subrayar entre sus objetos las historias de las víctimas que vivieron esos horrores de la guerra.

Ese fue el caso de obras como La casa viuda IV, Unland, Atrabiliarios, Plegaria muda, Quebrantados y una de las obras más destacadas, Fragmentos. Este último fue un contramonumento instalado en una casa de 800 metros cuadrados en el centro de Bogotá y fue elaborado con 37 toneladas del armamento que las FARC entregó a la Misión de Verificación de las Naciones Unidas, como parte del Acuerdo de Paz firmado con el gobierno colombiano en 2016.

Como explicó Salcedo, esta es una obra colectiva en la que participaron mujeres víctimas de violencia sexual de diferentes actores armados, las cuales martillaron las latas de metal que quedaron tras fundir las armas. Su idea de contramonumento responde a que ella no quería que fuese a rendir homenaje a los guerrilleros y tampoco pretendía expresar belleza ni construir un relato triunfalista, porque, al fin y al cabo, la guerra en Colombia fue una guerra sin ganadores.

Cada colombiano trae sus memorias y las traerá a este sitio para completar esta obra inconclusa”, dijo Doris Salcedo sobre Fragmentos a la Comisión.

De igual forma, destacó que el rol del artista en medio de estos contextos está en reconstruir lo dañado, pero no en el sentido de salvar a las personas del dolor ni mucho menos que haya un tipo de redención artística, sino en el sentido de que el arte, “puede darle dignidad a esos seres que fueron asesinados de una forma brutal; por eso, mis objetos no narran, no cuentan exactamente qué le ocurrió a cada víctima, lo que hacen es que tratan de acercarse a ellas”, explicó.

Añadió que lo que ocurren con sus obras es que, “se abren para hacerse más universal y para que la experiencia de muchas otras víctimas esté presente, entonces las obras toman un carácter extrañamente neutro a pesar de surgir en terrenos particulares”.

Todo su trabajo, la llevó a hacerse merecedora del Praemium Imperiale de Japón, en la categoría de escultura. Este es uno de los premios más prestigiosos de las artes a nivel mundial y Salcedo fue la primera mujer colombiana en ganarlo. Además, este año, fue elegida como una de las 100 nuevas líderes de Colombia, un reconocimiento de Prisa Media que destaca su enorme aporte a la memoria de las víctimas en el país.

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