Cartagena

Homenaje a los héroes caídos en Montes de María y Sur de Bolívar

Por: Emilio Gutiérrez Yance

Departamento de Policía Bolívar

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Cartagena

El sol de la tarde se filtraba, tímido y suave, entre las nubes grises que cubrían el cielo sobre la estación de policía de El Carmen de Bolívar, corazón de los Montes de María. La tarde no era como cualquier otra; tenía la quietud de los momentos solemnes, el aire se sentía más denso, como si la tierra misma aguardara en silencio, mientras los recuerdos más dolorosos de una región marcada por el conflicto armado se entrelazaban con un acto de honor y dignidad.

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Las autoridades locales de los municipios que hacen parte de esta región, junto con la comunidad, se reunían en un ambiente cargado de emoción en torno a la placa conmemorativa que se develaría en honor a los 49 policías caídos durante la lucha por la paz en estas tierras de historia y sacrificio, tanto en los Montes de María como en el Sur de Bolívar.

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No era solo una placa en mármol, tallada cuidadosamente con los nombres de quienes, por siempre, serán héroes. Era un símbolo de valentía, de sacrificio, de vidas entregadas por la seguridad de un pueblo que, aún después de tanto sufrimiento, se mantiene firme en su esperanza.

Los ecos de aquel conflicto, que durante años sembró dolor en estas tierras montemarianas y del sur de Bolívar, parecían callarse por un instante, como si el viento, al pasar, quisiera tomar un respiro ante la solemnidad del momento. Frente a la placa, la multitud se agrupó, algunos con el rostro marcado por el paso de los años, otros con la mirada fija, sin poder ocultar las lágrimas que brotaban en silencio. El silencio era profundo, un homenaje a esos héroes que, en su mayoría, eran apenas conocidos por la gente del pueblo, pero que hoy, por fin, recibían el reconocimiento merecido.

Antes de la develación de la placa, la comunidad se unió en una invocación solemne, como acto de fe y consuelo. En un ambiente cargado de simbolismo y reflexión, se pidió por el eterno descanso de los caídos y por la paz en la región. Las voces de los presentes se unieron en un solo clamor, pidiendo por la reconciliación y por un futuro de esperanza. El sacerdote, con un tono solemne, recordó la valentía de aquellos hombres y mujeres, y elevó sus oraciones para que su sacrificio nunca fuera olvidado.

La historia de estos policías caídos no comenzó un día específico, sino que se fue escribiendo lentamente, marcada por la violencia del conflicto. La primera víctima se presentó en 1985. Desde entonces, la región no volvió a conocer la calma. La última tragedia ocurrió apenas dos años atrás, cuando el plan pistola del Clan del Golfo cobró una nueva víctima, recordándonos que la guerra, aunque silenciosa, sigue dejando cicatrices.

El Coronel Alejandro Reyes Ramírez, comandante del Departamento de Policía de Bolívar, y el alcalde de El Carmen de Bolívar, Pedro Vásquez Díaz, tomaron el frente del acto. Con gestos suaves, pero llenos de respeto, retiraron la tela que cubría la placa. Los aplausos estallaron como una ola suave, casi reverente. La placa, con su sencilla inscripción, ya había quedado grabada no solo en el bronce, sino en los corazones de todos los presentes: “Que el sacrificio hecho por miles de policías colombianos, no sea desconocido por las futuras generaciones.”

Los rostros, algunos empañados por la emoción, otros visiblemente conmovidos, se mantenían firmes, mirando aquellas palabras. En los murmullos, se alcanzaba a escuchar el nombre de algún compañero caído, algún amigo o hermano que, pese al paso del tiempo, seguía vivo en la memoria colectiva del pueblo. Entre las sombras de la tarde, los murmullos eran el eco de un amor por los caídos que trascendía el tiempo.

Este acto de develación no fue solo un homenaje a esos 49 policías que cayeron en su deber, sino también un tributo a la resiliencia de una comunidad que, aún marcada por la guerra, nunca ha dejado de luchar por un futuro mejor. Los habitantes de El Carmen de Bolívar, con su alma llena de sacrificios, se unieron en un solo clamor: la reconciliación, la esperanza y la memoria. Cada uno de ellos, a su manera, llevaba en su corazón el compromiso de seguir adelante, de no dejar que el pasado los definiera, sino de hacer de su historia una lección para las generaciones futuras.

Al finalizar el acto, el Coronel Ramírez, con voz firme pero cargada de emoción, dijo: “Hoy no solo recordamos a los que se fueron, sino que también reafirmamos nuestro compromiso con la paz y el bienestar de nuestra región. Este homenaje no es solo a la tragedia, sino a la valentía, a la vida que dieron por todos nosotros. Que este recordatorio nos impulse a seguir adelante, hacia un futuro donde la memoria de los caídos siga viva, no solo en las placas, sino en nuestros corazones.”

Sus palabras quedaron flotando en el aire, mientras el viento parecía llevar consigo la promesa de que el sacrificio de esos héroes de carne y hueso nunca sería olvidado. El futuro de los Montes de María y el Sur de Bolívar, aunque incierto, se nutría de una memoria colectiva que hoy se hace más fuerte que nunca, como un lazo invisible entre los vivos y los muertos, entre la tragedia y la esperanza.

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