No es una persecución contra la iglesia, sino una investigación necesaria: Juan Pablo Barrientos
El periodista colombiano Juan Pablo Barrientos habló sobre el Premio a la Libertad de Prensa que le concedió RSF, así como las implicaciones de las investigaciones que ha realizado sobre pederastia en la Iglesia católica.
Durante los últimos años, el nombre del periodista colombiano Juan Pablo Barrientos ha tomado fuerza y reconocimiento en el panorama nacional.
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Una parte de la sociedad admira y destaca su trabajo. Otra, mientras tanto, lo ataca por el calibre de sus investigaciones sobre casos de abuso a menores dentro de la Iglesia católica.
En reconocimiento al impacto de sus trabajos periodísticos y de lo que ha implicado investigar la pederastia en Colombia, la organización Reporteros Sin Fronteras le entregó la distinción a la Libertad de Prensa.
El trabajo que le hizo merecedor del premio, entregado el pasado 28 de noviembre, es el libro “Dejad que los niños vengan a mí”, publicado en septiembre de 2019.
En esa rigurosa investigación, Barrientos dio a conocer los nombres y casos documentados de 26 sacerdotes colombianos que acusados de cometer delitos sexuales contra menores de edad en Colombia.
A su primera publicación le siguieron los libros “Este es el cordero de Dios” y “El archivo secreto”, trabajos en los que siguió la misma línea de la investigación por la que fue galardonado.
El trabajo de Barrientos, por revelar los casos de pederastia por parte de sacerdotes de la Iglesia católica colombiana, ha hecho que una parte de la población creyente lo acuse. Otros han valorado la rigurosidad de su trabajo.
“Poco a poco han entendido que no era una persecución contra la iglesia ni los sacerdotes, sino una investigación necesaria”, comentó el periodista en conversación con 6AM Hoy por Hoy.
La ceremonia de entrega del premio fue en Bruselas (Bélgica). Esta es la primera oportunidad en la que un periodista colombiano o de un país suramericano recibe la distinción.
Estructuras de poder
El periodista hizo una fuerte comparación sobre la forma en la que operan las estructuras de la Iglesia católica y el narcotráfico, tendiendo un puente similitud entre ambas.
“La iglesia es una estructura de crimen organizado que ha permitido que ocurran estos delitos”, expresó. A lo que añadió que varios obispos “han sido cómplices porque no han denunciado”.
De paso, hizo un llamado para que los representantes de la iglesia no guarden silencio ante un asunto que es condenado por el Estado y está consignado en la Constitución Política, como lo es el abuso a menores.
“Yo apelaría a la bondad de la mayoría de los curas, para que no se queden callados ni sean cómplices”, comentó.
Se defendió además de quienes aseguran que su trabajo periodístico es una campaña de persecución y ataque contra la religión católica: “soy muy respetuoso, pero hay que denunciar los delitos”.
“Esta información es de interés público. No hablamos de una falta o un pecado, sino de delitos que se han cometido contra los niños”, agregó.
Hizo además una fuerte denuncia en contra monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá, por encubrir información importante desde su lugar en la Iglesia católica colombiana.
“El cardenal se está protegiendo a él mismo, porque encubrió al menos a nueve sacerdotes pederastas”, aseveró.
Indicó que al momento tiene una lista con 563 nombres de sacerdotes investigados por abuso sexual a menores.
Misma que ha construido junto al periodista Miguel Ángel Estupiñán, su compañero en la última investigación realizada.
“Todos niegan que hayan cometido algún abuso”, expresó. Esto sumado a que, según él, 45 sacerdotes han mentido en la información entregada en respuesta a recursos como el derecho de petición. Esto los haría incurrir en un doble delito.
Información secreta
Durante los últimos cinco años, Juan Pablo Barrientos ha recabado altos volúmenes de información para fundamentar sus investigaciones.
En la mayoría de casos se ha visto en la obligación de recurrir a derechos de petición y demandas para seguir adelante con sus trabajos, por el carácter secreto de gran parte de la información.
“Me asombra la resistencia de los obispos colombianos a entregar los archivos secretos”, comentó el periodista.
Aseguró además que “el arzobispo de Bogotá, como todos los del país, contrataron a los mejores abogados”, para negarse a entregar archivos.
El difícil acceso a la información secreta de la Iglesia católica, así como a los testimonios de sacerdotes y obispos, ha sido el obstáculo más complejo.
De los prelados consultados para su última investigación, 120 se negaron a entregar información, mientras que 17 sí lo hicieron.
En otros casos, reconoció, han sido los mismos sacerdotes los que le han informado sobre posibles casos para investigar el abuso de menores y el silencio de la iglesia al respecto.
“En 2020 y 2022 la Corte Constitucional emitió dos sentencias que nos da acceso al archivo secreto de la iglesia”, comentó. Sin embargo, muchos se resisten.
Hizo un llamado a la Corte Constitucional “para que nos garantice el derecho al acceso a la información y así podamos conocer el 87% de los archivos secretos de la Iglesia católica colombiana”.
Una buena iglesia
A pesar del calibre de las denuncias e investigaciones de Barrientos, no todo dentro de la Iglesia católica es malo.
El periodista lo reconoció y anotó que lo importante es identificar los casos en los que se han cometido delitos, par así “depurar” la institución.
“Hay muchos sacerdotes buenos, diría que la mayoría lo son. Pero la Iglesia católica en su estructura de poder es una empresa del crimen”, afirmó.
Sin embargo, no ha encontrado ningún caso en el que un sacerdote investigado haya tenido verdadero arrepentimiento sobre los delitos cometidos.
“Todos niegan que hayan cometido algún abuso. Solo hubo uno, el padre Nelson William Montes Lizarazo, que ya no es sacerdote. Este, con descaro y cinismo, admitió que había violado y embarazado a una menor de edad”, narró Barrientos.
En casos como el del padre Carlos Arturo Yepes, en Medellín, explico que “tres hombres denunciaron que fueron víctimas de abuso sexual cuando eran niños”.
Sin embargo, “el Vaticano lo suspendió por tres años, hasta que este año el arzobispo de Medellín, que es el más célebre encubridor de pederastas en Colombia, lo absolvió a través del Tribunal Eclesiástico”, dijo.
Si bien la defensa del Tribunal y del padre Yepes estuvo basada en que una de las víctimas se retractó de la denuncia, Barrientos explicó las que son, desde su posturas, las razones de la decisión.
“En esta investigación encontramos una cantidad de víctimas que se han retractado por presiones de la iglesia, amenazas y presiones de fiscales”, dijo.
En algunos casos, cuando la investigación llega a manos de la Fiscalía las víctimas son advertidas del poder de la iglesia. Según Barrientos, esta es la razón por la que terminan retractándose.
Hizo énfasis en el peligro de generalizar sobre la integridad y caracter correcto de los religiosos colombianos. Pero advirtió que “hay que depurar y limpiar de sus filas a tantos sacerdotes que han cometido delitos”.
La dignidad del trabajo
En cuanto a su vida personal, investigar la pederastia y los abusos de sacerdotes en Colombia tampoco ha sido tarea sencilla para Juan Pablo Barrientos.
Pese a las dificultades, el periodista se escuda en la profundidad que respalda su trabajo dedicado, documentado y con fundamento.
El uso de esa armadura le ha permitido sortear y salir bien librado de las acciones legales interpuestas en su contra y demostrar que su trabajo “se defiende solo”.
“Ya no le paro muchas bolas a los insultos y amenazas. En mi familia fue difícil al inicio, porque son muy católicos, pero después entendieron”, comentó.
Con gracia, el galardonado periodista narró el evento en el que los insultos lo alcanzaron en el asiento de un avión.
“En algún momento me monté a un avión y mientras caminaba hasta mi silla me gané dos madrazos de dos señoras que me recriminaban y me decían: ahí vas a perseguir a los curas”, relató.
Pero, a pesar de las dificultades y recriminaciones, a Juan Pablo Barrientos lo cubre dignidad del periodismo bien documentado: “Puedo mirar a los ojos a quien quiera”, concluyó.