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Editorial Gustavo Gómez: ¿Abrazar a Maduro?

Gustavo Gómez habla sobre la reapertura de frontera en su editorial de 26 de septiembre de 2022

Gustavo Gómez habla sobre la reapertura de frontera

Comienza en firme hoy el proceso de reapertura de la frontera entre Venezuela y nosotros, que había empezado a empollarse desde la campaña que llevó a Gustavo Petro a la Presidencia. Se reactivará el transporte de carga, y en un abrir y cerrar de ojos veremos vuelos entre ambos países.

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Lo primero sea decir que, independientemente de consideraciones ideológicas, dos países que comparten una frontera de dos mil doscientos kilómetros no podían seguir insistiendo en un cese total de relaciones. Los gobiernos pueden no ser cercanos, pero los países y sus gentes no deben alejarse. No por eso puede criticarse al presidente Petro, que actúa atendiendo las voces de buena parte de compatriotas.

Mantener relaciones formales facilita las cosas para millones de colombianos y venezolanos, mejora directamente el nivel de vida de quienes habitan en zona de frontera y, en definitiva, hace que los ciudadanos de ambos países se perciban de una manera más grata, sin alimentar rencores y desavenencias.

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Todo eso está muy bien. Pero no es obligatorio por ello pensar que Nicolás Maduro sea un estadista, que el gobierno venezolano practique la democracia, que en Venezuela haya libertades plenas o que su modelo económico y político sea admirable.

Por eso debe resultarnos de capital importancia plantearnos hoy inquietudes como la que en su videocolumna para El País América Colombia dejó sobre la mesa nuestra colega de micrófonos Diana Calderón: ¿es inevitable el abrazo con Nicolás Maduro?

Como también dijo Diana, y es lamentable, tal vez no será posible evitar ese abrazo del oso. Maduro lleva años esperando un espaldarazo desde Palacio de Nariño. Todo mal practicante de la democracia se desvela buscando apoyos internacionales para seguir manteniendo su sainete en escena. En la relación con nosotros no se va a conformar solo con el hueso: quiere la carne, la sustancia de recibir el abrazo de un gobierno democrático.

Es clave que este nuevo comienzo traiga bienestar para todos y también fundamental que, así sea de manera progresiva, comencemos a despejar algunas otras incógnitas. ¿Seguirá Venezuela siendo refugio de terroristas, asesinos y delincuentes? ¿Los comerciantes colombianos tendrán un trato justo o los hostigarán las autoridades de Venezuela? ¿Aquellos que en el pasado confiaron en hacer negocios con Venezuela y fueron miserablemente robados, tendrán resarcimiento económico sin necesidad de recurrir a intermediarios cercanos al chavismo que se lucran con sus oscuros oficios? ¿Está previsto cómo serán las relaciones con las entidades y empresas venezolanas que están incluidas en Lista Clinton?

¿Venezuela nos ayudará en la lucha contra el narcotráfico, como lo hacen otros países amigos y aliados? ¿La Guardia Nacional Bolivariana, y los demás componentes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, tratará con decoro a los colombianos? ¿Dejará Maduro de ignorar a los 2.5 millones de venezolanos que aquí viven? ¿Haremos cosas juntos para mejorar la calidad de vida de estos migrantes? Más cuando poco o nada vimos de esa ayuda económica que tantos países en su momento prometieron para hacer frente a esta situación migratoria.

¿Será benéfico tener a Maduro, demócrata de balso, metido de cabeza en el proceso de diálogo con el ELN? ¿Las instituciones de ambos países combatirán con efectividad a la delincuencia que opera en Colombia, siguiendo directrices que vienen de las cárceles de Venezuela, cuyo gobierno, hasta ahora, se ha hecho el de la vista gorda?

Las respuestas vamos a ir conociéndolas durante los meses que se nos vienen por delante y ojalá tengamos algo de tranquilidad en la manera en que se resuelvan. Porque lo que el déspota invasor que es Putin dijo, al manifestar que Colombia es socio prometedor de Rusia, ya nos tiene algo intranquilos, como para ahora sumarle el que Maduro nos parezca un estadista.

Como sea, en esta fiesta de la reapertura de fronteras, estamos claros en el aprecio y respeto por Venezuela y su gente; y en que el presidente Petro está cumpliendo una promesa de campaña con las mejores intenciones.

Pero vamos a ver cuántos se quedan bailando y gozando cuando, en medio del jolgorio, comiencen los homenajes al gobierno de Nicolás Maduro, violador de derechos humanos y dictador al que la democracia solo le genera arcadas. Les agradezco me cuenten quiénes comienzan a vitorearlo en esta gran fiesta binacional. Para esa hora del carnaval ya estaré en casa, empijamado, y tomando Bonfiest.

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