Cultura

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El librero que no tiene olfato

Los ácaros y el polvo de los libros le quitaron este sentido, pero no el amor a ellos.

Colombia

Álvaro Castillo lleva 30 años inmersos en el mundo literario…  Sus días transcurren en la librería San Librario en Bogotá, descubriendo historias para sus clientes y para él.

“Cada libro encierra un misterio, una historia, una memoria, una vida que es fascinante de descubrir o si no se descubre por lo menos darla a conocer para que otros la descubran y siga así el ciclo de la lectura”.

Ya perdió la cuenta de cuantos libros tiene porque no posee un inventario en papel o en digital... Su memoria le ayuda en las ocasiones en las que necesita buscar, uno en especial.

“Que no hay catálogo, el catálogo está en la memoria de los libreros, esto no está inventariado”.

Pero no solo la cuenta de sus libros ha perdido por el amor a ellos… Álvaro Castillo perdió hace más de 20 años su olfato por oler cuanta obra llegaba a sus manos…

“Si es una cosa bastante triste, yo perdí el olfato, lo fui perdiendo gradualmente a lo largo del tiempo debido a mi contacto permanente con los ácaros y con el polvo de los libros”.

Lo que para muchos es algo natural, en ocasiones para él es una ventaja, pero también reconoce lo difícil que es no tenerlo.

“Me perjudica porque obviamente la gente cuando entra a la librería habla mucho del olor, ahí que rico huele a libro, yo no sé de qué están hablando, ósea ese olor que la gente percibe en la librería yo no lo percibo”. 

A pesar de no tener olfato este hombre amante de los libros y las historias que ellos cuentan, jamás ha pensado en dejar este oficio. 

“Esa posibilidad no está contemplada. Yo espero que la vida me premie con poder seguir viviendo y trabajando en lo que me gusta que es buscar libros para los demás y para mí”. 

Como a él ya le pasó hace una especie de pedagogía cuando un cliente que ingresa a su librería intenta oler un libro. 

“Cuando alguien le da por oler un libro, sobre todo si son libros muy viejos, le digo no haga eso, no haga eso, y es como si quisiera raparle el libro porque yo sé lo que padecí y lo que perdí”.

Álvaro Castillo sólo pide vida para seguir haciendo lo que le gusta: estar rodeado de libros, esperando no perder otro sentido.

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