Elecciones: así se llega al 27 de mayo
El país que vota parece moverse entre la rabia de los que se opusieron a los acuerdos de paz y los que están desalentados con lo política y corrupción
El 27 de mayo, al menos 17 millones de colombianos irán a las urnas en una jornada de domingo que muy poco tiene en común con la primera vuelta de 2014. Finaliza así una campaña larga y más aburrida que emotiva.
El hecho más importante con el que cierra la primera vuelta es que Colombia rompe con la tendencia de ser un país de centro y, por tanto, apuesta por dos opciones de extrema. La derecha de Iván Duque y la izquierda de Gustavo Petro han dejado desdibujado el centro que no fue capaz de recuperarse en las encuestas luego de las consultas internas del 11 de marzo.
El centro de Fajardo y de la Calle se fue diluyendo, perdiendo apoyos, en medio de la polarización, mientras que la derecha fue cerrando filas en torno de Duque y la izquierda de Petro y Germán Vargas Lleras se dejó copar el espacio de la centro - derecha. Las causas pueden ser muchas, pero parecería que el país que vota se mueve entre la rabia de los que se opusieron a los acuerdos de paz y los que están desalentados con la dirigencia política, la ausencia de liderazgos nuevos, el abuso del poder, la inequidad, la corrupción, los contratistas y las obras que no funcionan y la ausencia de Estado en las periferias.
Si las encuestas están cerca de lo que piensa el elector, esto debería pasar con cada candidato:
Iván Duque es el favorito para ganar en primera vuelta. Desde cuando ganó la consulta ha venido sumando apoyos de un sector conservador liderado por su fórmula Marta Lucía Ramírez y por los cristianos de Viviane Morales y del Mira y eso le ayuda para superar fácilmente los más de 4 millones de votos de la consulta. Se ha cuidado de cometer errores y ha usado un lenguaje moderado frente a sus rivales. Su paso a la segunda vuelta demuestra la fortaleza de la marca Uribe en política que pese a ser uno de los líderes que más polarizan, arrastra mucho elector. Su lunar es su falta de experiencia; su talón de Aquiles, Uribe.
Gustavo Petro es la gran novedad de la campaña porque logró volverse líder nacional fuerte en poco tiempo. Con él, la izquierda, por primera vez, se asoma con muchas posibilidades al poder en caso de llegar a segunda vuelta. Su apoyo en las encuestas ha sido consistente. Se ha lucido con su argumentación en los debates, donde ha sido la voz antiestablecimiento para marcar distancia. No solo causa polémica con trinos sino que asusta a los empresarios con sus discursos. Su paso a segunda vuelta sacudirá fuertemente el tablero político y planteará un escenario inédito en la elección de un presidente.
Germán Vargas Lleras es posiblemente el candidato más preparado para gobernar, pero el más cuestionado por terminar siendo el hombre del establecimiento político. Los análisis coinciden en que se desdibujó por no tener una posición clara al comienzo sobre el proceso de paz, por tomar distancia tardíamente del Gobierno Santos y que se fue a la tabla media de las encuestas cuando se dejó rotular por los apoyos de dirigentes cuestionados que, paradójicamente, es lo que le puede dar el empuje para llegar a la segunda vuelta. Si pasa a la segunda vuelta –de lo que su campaña está segura-- le complicaría la campaña a Duque.
Sergio Fajardo empezó bien la campaña, lideró las encuestas y fue presentado como la opción de la nueva política con su discurso contra la corrupción. Era el Mockus de esta elección. Hay quienes señalan que su sobradez le hizo daño, que rechazar una alianza con Humberto de la Calle fue un error y que la falta de preparación demostrada en los debates fueron minando su buena imagen, a lo que se sumó el hecho de no asumir posiciones claras ante hechos de coyuntura. Con un centro debilitado, la esperanza de Fajardo es una reacción fuerte del voto de opinión, que lo tiene.
Humberto de la Calle ha sido el candidato más elogiado por la opinión independiente, pero el más castigado en las encuestas. Si por los columnistas fuera, sería el próximo presidente. En la campaña ha sido sinónimo de sensatez, respeto y moderación, pero esta campaña no está para premiar virtudes sino para resolver el pleito entre dos visiones del Estado. Sin partido y sin aliados poderosos, es difícil que tenga opción.