Stephen Hawking, el hombre que nos enseñó que no necesitábamos un cuerpo
Su presencia constante en los medios fue un recordatorio de que con determinación uno puede aprender a vivir con una enfermedad cruel.
La imagen de Stephen en su silla de ruedas, la cabeza levemente torcida y el sintetizador que emitía palabras por él, dado que una traqueotomía lo dejó sin voz en 1985, hubiese sido impactante para cualquier niño si no fuese porque todos crecimos viéndola y la convertimos en una estampa al mismo nivel que la de Ronald McDonald o Papa Noel. Su presencia constante en los medios de comunicación era un extraordinario recordatorio de que con determinación uno podrá llegar a aprender a vivir con una enfermedad cruel.
Su historia ganaba porque no solo era de superación y valentía: también rozaba la ciencia ficción. Hawking quedó discapacitado a causa de la esclerosis lateral amiotrófica, la ELA,que se le diagnosticó con 21 años. Durante el verano de 2014 esa enfermedad se hizo popular gracias a un reto llamado el Ice bucket challenge,basado en que famosos y anónimos se echasen un cubo de agua helada sobre el cuerpo para conseguir atención y fondos para la lucha contra este mal. Pero él fue su primer gran embajador.
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