La Farc y la furia
El Estado logró desarmar a las Farc, pero en la calle hay gente que cree más en la agresión que en la reconciliación.
Colombia
Las rechiflas y las agresiones contra Rodrigo Lodoño, candidato de la ex guerrilla de las Farc, han dado pie para múltiples interpretaciones, agresiones en la red y una gran preocupación de que se trate del brote de una nueva violencia política.
No es la primera vez que hombres que acaban de dejar las armas salen a hacer política. Lo hizo Carlos Pizarro, asesinado en plena campaña presidencial en 1990, o Antonio Navarro y varios de sus ex compañeros que luego fueron asambleístas o congresistas o incluso Iván Márquez, a nombre de la UP, a mediados de los 80. En casi todos los casos había más simpatía que odio y para la gente era toda una novedad.
Lo que está pasando con Londoño se da en un contexto diferente. Medio país rechaza el acuerdo de paz y medio lo apoya y el resultado del plebiscito de octubre de 2016 proyecta esa fractura sobre estas elecciones. Las Farc tendrán una justicia especial, pero aún no han acudido a ella porque hubo primero elecciones que Jep y en eso las cuentas quedaron mal hechas y los celos políticos frenaron el proyecto de ley, pero mucha gente que rechaza a Timochenko o a Márquez no establece esas diferencias entra una cosa y otra. Las Farc, pese a la rosa roja del logo, decidieron seguir cargando una marca que genera rechazo en la opinión. Así mismo, en actitud desafiante prefirieron tener como candidatos a sus jefes que ante la opinión que los rechaza son más guerrilleros que políticos.
Pero no todo es culpa de las Farc. El Estado logró desarmar a las Farc, pero un buen sector de la sociedad cree más en la agresión que en la reconciliación y se desahoga más con un insulto –es su manera de aplicar sanción social-- que con un fallo de un juez que manda a un criminal a la cárcel.
Como tampoco es solo culpa de la ciudadanía si detrás de cada silbido hay un político que quiere volverse famoso y ganar votos a punta de instigaciones contra “Timo”. Y será aún más pugnaz el insulto mientras los videos de las agresiones se vuelvan virales. Y seguramente habrá más rechiflas al candidato de las Farc, a Uribe Vargas Lleras, a Petro o a Fajardo mientras no haya una fuerte condena a este tipo de manifestaciones que pueden desencadenar violencia política.