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Alejandro Nieto, un radiofonista que dejó huella en dos continentes

Madrid

Alejandro Nieto Molina (Bogotá, 1968), periodista, ingeniero industrial, seguidor de cada avance tecnológico, curioso por naturaleza, pero, sobre todo, radiofonista, falleció ayer en Miami de un infarto, que le sobrevino cuando hacía deporte. Nieto había sido nombrado recientemente gerente general y director general de Univisión Radio. Con anterioridad, había ocupado los cargos de director de contenidos de PRISA Radio, labor que le permitió coordinar e impulsar contenidos y acciones comunes de todas las emisoras de PRISA; director general de transformación digital del mismo grupo, así como director general de la SER, emisora líder del Grupo PRISA en España.

Nieto, que estaba casado con la también periodista Marcela Sarmiento, deja dos hijas, Paulina y Florencia, quienes aún permanecían en España hasta la terminación del curso escolar y a la espera de trasladarse a Miami.

Alejandro, hijo del también periodista colombiano Julio Nieto Bernal, cuya fotografía presidía su despacho y cuyo recuerdo fluía permanentemente en su hijo, y hermano de Andrés, también radiofonista, se caracterizaba por su capacidad para impulsar proyectos; le estimulaba intentar adivinar el futuro del medio y estaba siempre a la última de las novedades del mercado radiofónico global. Apenas acababa de iniciar una etapa motivadora, con importantes retos y de regreso a la ciudad en la que ya residió hacía seis años. Durante su último desempeño en el Grupo PRISA, lideró el equipo de transformación digital de la radio, una labor que requirió tanto de su talento radiofónico como de su intuición digital.

Durante su estancia en España profundizó en el conocimiento de la red de emisoras, no hubo rincón de la geografía española que no conociera y se familiarizó con sus costumbres populares. Taurino de raigambre familiar —su familia participó en la construcción de la plaza de toros de la Macarena de Medellín—, gran conversador y hombre afable y dispuesto caló hondo en su paso por España. Ayer, el domicilio familiar en la calle Orfila de Madrid era un incesante discurrir de amigos heredados de sus años madrileños.

Tomada de El País, de España.

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