La fiesta de la hinchada
Bogotá y muchas partes de Colombia y el mundo se vistieron de azul, celebrando la estrella número 14 de Millonarios.
Quizás el objetivo del fútbol sea el gol, pero el alma está en los hinchas, quienes viven y mueren por él. Hoy no hay hinchas más felices que los de Millonarios
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El plantel emabajador celebró, dio la vuelta olímpica y alzó la copa. El aperitivo perfecto para quien armó la gran fiesta, la hinchada
Fueron 24 años de espera, pero a pesar de que su equipo perdió decenas de batallas, pasó por momentos muy amargos, la hinchada nunca desfalleció, con la fe ciega puesta en que Millonarios iba algún día no a devolverle, sino a entregarle lo único que siempre quiso ver: El título de campeón
Cuando Millonarios llegó a la final, el estadio El Campín se quedó pequeño, miles de cornetas y pitos de carros celebraban lo que era una hazaña para un primíparo, porque esta era la primera final que Millonarios llegaba a una final bajo esta modalidad de torneos
La fiesta no se prendió, pero el optimismo era moderado en esta última semana. Nadie quería ser triunfalista de labios para afuera, pero en las venas la alegría de tener un nuevo título corría con mucha fuerza en cada uno de los hinchas azules
Llegó la hora del primer juego final y en todos los rincones donde una camiseta azul se mostró, creció la expectativa por ver a Millonarios disputando la final. El equipo no podía quedarle mal a sus hinchas, no esta vez. Millos mostró tener mejor juego y más herramientas de ataque que Medellín en el Atanasio Girardot. Eso fue suficiente para calmar los nervios. El equipo no anotó, pero logró mantener el optimismo de sus hinchas para el juego definitivo
Las últimas 24 horas fueron una mezcla de sentimientos indescriptible. Adrenalina, nervios, ansiedad, emoción, voz entrecortada, sensaciones en el pecho de quedarse sin aire, todo lo inexplicable y que, con el pito del árbitro Luis Sánchez, a las 5:36 de la tarde, se transformó en pura tensión, en el inicio de la batalla final
Tanta tensión solo se calmó cuando Luis Delgado puso sus brazos a lo largo y ancho del arco y evitó que el remate de Andrés Correa entrara, en el cobro 12 de la definición por remates desde el punto penal
Ahí, justo ahí, miles de héroes lloraban, se abrazaban, cantaban, explotaban en felicidad. Conocían el cielo, lograban el fin último de todo hombre, la plenitud a nombre de Millonarios
Los 38.000 del Campín y los miles y miles de hinchas afuera, con pitos de carros, cornetas y cualquier cosa que hiciera ruido en Bogotá y el mundo empezaron a celebrar la estrella 14 que hace 24 años no llegaba y que muchos no habían tenido el placer de llegar a vivirla