Viejo, mi querido (campín) viejo...
En tiempos en que muchas personas se alejan de los estadios por culpa de la violencia que se vive. En días en que todos queremos un nuevo estadio para Bogotá porque el nuestro ya luce viejo y desgastado, quiero escribir acerca de lo bueno y lo inolvidable de nuestro viejo, querido viejo, El Nemesio Camacho El Campín.
En tiempos en que muchas personas se alejan de los estadios por culpa de la violencia que se vive. En días en que todos queremos un nuevo estadio para Bogotá porque el nuestro ya luce viejo y desgastado, quiero escribir acerca de lo bueno y lo inolvidable de nuestro viejo, querido viejo, El Nemesio Camacho El Campín
Cuenta Alberto Galvis en su libro “100 años de historia del fútbol Colombiano” que en 1936, el alcalde Jorge Eliécer Gaitán dio el aval para la construcción del nuevo estadio de Bogota, ante la petición de Alberto Mariño, quien tuvo la idea de realizar los juegos deportivos Bolivarianos por primera vez en la historia, con el fin de preparar a las naciones del área para los olímpicos de Berlín. Eso sí, el señor Mariño tenía que levantarse el lote. Entonces la familia Camacho se lo regaló para valorizar los alrededores, con la única condición de que el estadio llevara el nombre del papá de la familia, Nemesio Camacho. Claro, Gaitàn tuvo que pelear hasta con el presidente de la republica para que lo dejaran construir su estadio. Como siempre, las cosas buenas son paridas a brincos!!! Aunque no parezca, el Nemesio ha tenido múltiples remodelaciones, y la última se está desarrollando actualmente para que pueda cumplir con las condiciones de la FIFA en torno a que todo el estadio debe tener sillas. Nuestro querido viejo no ha sido escenario de mundiales de fútbol, ni de múltiples finales que han marcado la historiadle fútbol ni mucho menos. Pero el coloso de la 57 ha visto jugar a Pedernera, Di Stefano, Pele, Maradona, Moore, Ronaldinho, Kaka y Messi entre otros. El Campín también ha visto a muchos troncos echar raíces en su cancha. Se ha envejecido prematuramente entre otras cosas porque lleva veinte años viendo a los equipos capitalinos de tumbo en tumbo, su estructura se estresa con cada fracaso. Eso sí, ha sido escenario de algunos de los pequeños grandes triunfos de nuestro fútbol como la copa libertadores de Nacional en el 89, y la copa América de 2001. Su inconfundible olor a palito de queso y lechona revueltos, las dificultades para parquear, los baños repletos en el intermedio, las goteras del tercer piso, el excelente estado de la cancha actual, la gente gritando “sientesen” cuando comienza el partido y el estadio esta lleno…. Son cosas que hacen de nuestro viejo querido viejo, nuestro vetusto, criticado y vilipendiado Nemesio, el lugar donde Domingo a Domingo los hinchas del fútbol vemos hacer realidad los sueños de la semana, o…..tal vez, para muchos nuca se hayan logrado cristalizar las ilusiones, pero siempre, cuando el equipo amado cruza la puerta del camerino del Campín, la vida vuelve a sonreír, como queriendo decir que la esperanza existe, que noventa minutos de fútbol nos separan de la realidad que muchas veces nos aqueja con sus verdaderos problemas. El Campìn, digan lo que digan, es nuestro teatro de los sueños chibcha.



