La travesía para llegar a uno de los pueblos más inspiradores de Colombia, Mompox, empezó con un vuelo a Corozal, desde donde nos esperaba un viaje de dos horas y media por la depresión momposina y sobre el puente más largo de Colombia. El puente Roncador de 2.3 km de extensión, una construcción curvilínea que se integra a esta zona del Río Magdalena y permite disfrutar de la flora y la fauna del paisaje.Este puente es una de las nuevas alternativas de acceso a Santa Cruz de Mompox, puerto próspero que quedó detenido en el tiempo en el siglo XIX por un cambio espontáneo de curso del Río Magdalena, que le quitó el privilegio comercial, pero que mantuvo en el tiempo los encantos de su arquitectura y el vigor de la comunidad que lo habita de recuperar un lugar de honor como destino de ensueño. No en vano desde 1995 es patrimonio histórico de la humanidad, según declaración de la UNESCO. Mompox es la isla fluvial más grande de Latinoamérica, y hasta hace muy poco el acceso era mu difícil, pero como nos lo cuenta su actual Secretaria De Cultura y Turismo, Betty Sinning, el aislamiento ya no es una condición obligada sino geográfica:El recorrido por este “tesoro” de la arquitectura colonial tiene varias posibilidades. Para quienes están interesados en el turismo religioso este es un destino obligado tanto por las seis iglesias que se erigen sobre la población como por uno de los museos de arte religioso más sorprendentes del país. La tradición de la Semana Santa en esta población es profundamente arraigada y fastuosamente celebrada.La economía de esta población ubicada en el departamento de Bolívar gira en torno a la pesca, el turismo y la orfebrería, un arte heredado de los primeros pobladores indígenas y enriquecido con los aportes del período de dominación española. Visitamos el taller de una familia orfebre que lleva con orgullo este legado familiar y que representa un arte ancestral: La temperatura en Mompox puede ser un desafío para los visitantes. Es normal experimentar 35 grados de temperatura que se incrementan con la sensación térmica de la humedad en tiempos de invierno. Así que caminar por sus calles puede ser una invitación a refrescarse con un vino de futas exóticas: mamoncillo, corozo, tamarindo, mango, jobo, naranja, ciruela y otras delicias refrescantes que cobran vida en las manos del alquimista del vino, un campesino que vive obsesionado por innovar:Sin duda uno de los planes más atractivos de la población es recorrer sus calles en el ocaso, para disfrutar del atardecer sobre el río y saborear las delicias que ofrecen los restaurantes y cafecitos de la Albarrada o malecón. Mompox ha venido trabajando consistentemente por incrementar su oferta gastronómica para los gustos tradicionales y los seguidores de la comida fusión. Así es como se puede ir al “Comedor Costeño” frente al río para comer un pescado fresco, probar un risotto fusión en “Santa Coa” comer un delicioso e innovador cayeye en “Inmaculada” o gozar del sitio que visitan todas las personalidades como es “Ambrosía” donde no se pueden perder el ceviche de camarones con piña y coco.Y si usted se fue hasta Mompox no deje de hacer el paseo por la Ciénaga de Pijiño, a hora y media río abajo, donde se acabará de enamorar de este destino que mezcla la fertilidad de la tierra bañada por el Magdalena y “desempolva” uno de los tesoros mejor guardados de nuestra historia colombiana.Aventurarse a la ciénaga, comprar joyas, comer rico, hacer turismo religioso, tomarse unos vinos criollos, o simplemente sentarse a leer en uno de los escenarios que inspiró a Gabo y fue locación de múltiples producciones como Escalona, son algunas de las experiencias que se pueden hacer desde hoteles como el “Hostal la Manuela” o desde casas tradicionales como “Casa Lina” donde además se puede compartir la rutina de una amorosa familia Momposina.“Mompox tierra de Dios, donde se acuesta uno y amanecen dos. Donde si sopla el viento amanecen cientos y si vuelve a soplar ya no se pueden contar…” era el lema de los navegantes de las champañeras que transportaban mercancía en el siglo XIX y descansaban sobre la construcción del que fuera un estratégico puerto. Ahora es el lema de los que se dejan seducir por los encantos de un secreto bien guardado y que ahora sale a la luz a más de 30 grados de temperatura y con múltiples vías de acceso.