Unos 3.200 millones de personas viven en áreas agrícolas con gran escasez de agua, y de ellas 1.200 millones, aproximadamente una sexta parte de la población mundial, habita zonas con limitaciones severas, lo que supone un desafío clave para lograr el desarrollo sostenible.Así lo señala el informe de la <strong>Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura</strong> (<strong>FAO</strong>) titulado "<strong>El estado mundial de la agricultura y la alimentación 2020</strong>", sobre la escasez de agua en todo el mundo, que advierte de que sin una "acción urgente" para garantizar una gestión sostenible del agua será imposible cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) relacionados con este recurso.Y es que el agua sustenta muchos de los ODS, no solo el sexto, que busca "garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos", sino también el de lograr el Hambre Cero y la seguridad alimentaria, entre otros.El informe muestra que lograr estos objetivos para 2030 será "un desafío": el mundo todavía tiene diez años para lograr estos objetivos, pero solo podemos tener éxito si hacemos un uso mejor y más productivo de nuestros limitados recursos hídricos, tanto de agua dulce como de lluvia", señala el <strong>director general de la FAO, QU Dongyu</strong>.De los 1.200 millones de personas que viven en las zonas más críticas por la falta de agua, 520 millones viven en zonas rurales, y 660 millones en pequeños centros urbanos rodeados de tierra agrícola.El informe señala que, con el crecimiento de la población, los recursos de agua dulce disponibles por persona han disminuido en más del 20 por ciento en las últimas dos décadas.Esto es particularmente grave en África del Norte y Asia Occidental, donde el agua bebible per cápita ha disminuido en más del 30 por ciento y donde la media anual por persona apenas llega a los 1.000 m3, el umbral que se considera de escasez aguda.Y a medida que aumenta la demanda, este preciado recurso natural se vuelve cada vez más escaso, la competencia se intensifica y el exceso de extracciones de agua amenaza los ecosistemas.El desarrollo socioeconómico impulsa la demanda de agua, pues a medida que aumentan los ingresos, la urbanización y los estándares nutricionales, la gente avanza hacia más dietas intensivas en agua y tierra, en particular el consumo de más carne y productos lácteos.Uno de los mensajes que se lanzan es que la agricultura es fundamental para el desafío de mejorar la sostenibilidad del uso del agua, ya que es, con diferencia, el mayor usuario de este imprescindible elemento.La agricultura de regadío representa más del 70 por ciento de las extracciones de agua a nivel mundial y aunque la de secano está llamada a complementar esta escasez de recursos hídricos. El agua de lluvia también es limitada y el cambio climático ya está perturbando seriamente los patrones de lluvia.En el informe se estudian oportunidades para la gestión hídrica en todo el mundo, desde planes de incentivos y fijación de precios hasta técnicas innovadoras de recolección, almacenamiento y riego.Los productores --muchos de ellos pequeños agricultores-- que trabajan en 128 millones de hectáreas (el 11 por ciento) de tierras de cultivo de secano afectadas por sequías recurrentes puede beneficiarse enormemente de las técnicas de recolección y conservación de agua, se señala.Según una estimación, estas prácticas podrían aumentar la producción de kilocalorías de secano hasta en un 24 por ciento y, si se combinan con la expansión del riego, en más del 40 por ciento.Para los pastores que trabajan en 656 millones de hectáreas (o el 14 por ciento) de pastizales afectados por la sequía, una variedad de medidas agrícolas puede amortiguar el impacto de la sequía y mejorar la productividad del agua.Y en cuanto a los 171 millones de hectáreas (o el 62 por ciento) de las tierras de cultivo de regadío del mundo en condiciones altas o muy altas de estrés hídrico, se deben incentivar prácticas que aumentan la productividad del agua, incluyendo la rehabilitación y modernización de las infraestructuras de regadíos existentes y la adopción de tecnologías innovadoras.Con estas técnicas, se calcula que, por ejemplo, en el África subsahariana, las áreas de regadío pueden aumentar a más del doble para 2050.La FAO considera que invertir en fuentes no convencionales de agua, como la reutilización del agua y la desalinización, puede compensar la escasez, pero se advierte de que las innovaciones deben ser económicamente eficientes, socialmente aceptables y ambientalmente sostenibles.Sobre la desalinización, sus costes han sido siempre el principal obstáculo para su aplicación en agricultura, pero gracias al aumento de la demanda y los avances tecnológicos estos han caído dramáticamente, añade el estudio.Como ejemplo de buena relación entre costes y beneficios se menciona que las plantas desaladoras en países como Australia, China, México, Marruecos y España, ya son rentables utilizando agua desalada para la agricultura.