Ciencia y medio ambiente

Los Pozos de Samurio: Testigo de la Oralidad del municipio de Tubará, Atlántico

Bebieron agua salobre por 400 años y nunca pasó nada, hoy el agua llega desde la capital.

Los Pozos de Samurio: Testigo de la Oralidad del municipio de Tubará, Atlántico

Los Pozos de Samurio: Testigo de la Oralidad del municipio de Tubará, Atlántico(Caracol Radio Barranquilla/Jairo Patiño )

Barranquilla

Los pozos de Samurio, fueron en la época de sequía el manantial de agua viva que dio de beber a cientos de generaciones, empezando por los ancestros “Mocaná” en Tubará, Atlántico, en el Caribe Colombiano. Precisamente toma su nombre de uno de los caciques de la tribu.

Ellos sirvieron de reunión a los habitantes del pueblo, se podía ver la romería de gente desde las 4 de la mañana, llegar para llenar sus barriles o canecos y abastecerse de agua. Aquí se tejían historias, ayudándose a construir parte de la leyenda oral existente.

Uno de los primeros que conocemos y del cual se desprende una hermosa historia, es el Pozo de San Luis, ubicado dentro del casco urbano.

Isabel Patricia Vargas Lara, guía turística de Tubará, manifiesta que cuando empezó a llegar el agua por medio del acueducto dejo de ser del interés de los habitantes y la mano del hombre ha ayudado a que el agua no salga de manera natural como sucedía antes.

Restaurar estos pozos sería tener un nuevo referente turístico, sería revivir y recrear las historias del Ahorcado, de las brujas y de San Luis Beltran, Santo Español de la orden de los dominicos quien llegó con una vara a uno de los pozos y broto agua.

Como estos, son muchos los nacimientos naturales de agua, que hay en diferentes puntos del municipio, pero el avance de los pueblos deja en el olvido lo que la naturaleza nos regala gratis, y la avaricia del hombre acaba con todo lo que puede arrasar a su paso, de ahí que el entorno haya sido modificado. Hace unos cincuenta años atrás encontrábamos el corazón de arena y corría apacible y sin fatiga un hilo cristalino de agua, pescaditos pequeños se apreciaban en lo charcos que se hacían, las mujeres lavaban en el arroyo sus ropas, haciendo ellas mismas pequeños pozos en la arena y el verdor de los árboles indicaba que había vida. Bebimos agua salobre por 400 años y nunca pasó nada, hoy el agua llega desde la capital.

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