Una cruz recordará siempre a 104 víctimas de la tragedia en Salgar, Antioquia

En esos dramáticos momentos en los que perdió a seis primos y su sobrina de 8 años, en la tragedia de Salgar, Antioquia, el 18 de mayo de 2015, Nelson Isaza, jamás imaginó que un año después estaría destinado a pintar los nombres de las 93 personas fallecidas y las 11 desaparecidas, en piedras que instaló en una cruz que izaron en el corregimiento La Margarita, y que se convertirá en el homenaje sempiterno para las víctimas de esa tragedia.

En ese monumento, levantado para conmemorar el primer año de la tragedia causada por la quebrada la Liboriana, los sobrevivientes y la comunidad entera de Salgar insistirá en su recuerdo y en que nunca olvidarán.

“Claro, duro; duro tener que escribir el nombre de la familia y más de los amigos de toda la vida. Yo nací y me crie aquí hermano y es algo duro; queda uno marcado para toda la vida”, confesó Nelson Isaza, a través de Caracol Radio.

Explicó que durante varios días trabajaron en la construcción de la cruz que estará lista para este miércoles, 18 de mayo, cuando se conmemora un año de la avalancha de la quebrada La Liboriana, cuya fuerza descomunal arrastró familias enteras, viviendas, enseres, vehículos, animales, cultivos, todo lo que estaba a su paso.

“La cruz fue vaciada en cemento con hierro, va a llevar iluminación y todo, por eso va llevar pintura reflectiva en los nombres, y todas las piedras donde van los nombres de los que murieron en la avalancha, 104 piedras, incluidos los desaparecidos”, describió el señor Isaza.

Agregó que los sentimientos son encontrados, debido a que escribe los nombres de familiares, amigos y vecinos, a quienes conoció y con quienes compartió, a quienes extraña y jamás podrá olvidar.

“Escribir los nombres, más el de la sobrina que era la ñaña de la familia, hermano, es duro, pintar el nombre de ella (solloza). Ella tenía 8 años, se llamaba Salomé, son seis primos y están marcados ahí. Ellos vivían en la Margarita y el Mango”, balbuceó el joven pintor, entregado a finalizar su tarea para dejar lista la cruz.

Confesó que en medio de la tragedia hubo momentos de alegría, ya que su hermana se pudo salvar, la misma felicidad que experimentaron varias familias que pudieron encontrar a sus seres queridos que habían desaparecido, o fueron arrastrados por la furia de las aguas, el lodo y las piedras.

“Mi hermana es un milagro de Dios y el cuñado que se salvaron, un año ve el cambio en la vereda que han reconstruido, pero el dolor no se reconstruye, ese queda ahí por toda la vida”, remató el señor Isaza.