Cartagena

Historias: cuando las luces de diciembre unieron al coronel y a los niños

Por: Emilio Gutiérrez Yance- subintendente de la policía nacional

Policía de Bolívar

Policía de Bolívar

La noche en María La Baja cayó con la naturalidad de siempre: sin ceremonias, sin apuros, con ese aire tibio que envuelve al pueblo cuando la brisa decide descansar. No soplaba viento y las hojas que reposaban en el pavimento permanecían inmóviles, como si la plaza contuviera la respiración para no interrumpir la escena que estaba por ocurrir.

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En el ambiente, el olor a salchipapas se mezclaba con la música de Navidad que sonaba desde un parlante improvisado, dándole al entorno ese toque festivo que solo el Caribe sabe crear: sencillo, vivo, entrañable.

Esa noche —noche de diciembre, noche de pueblo vivo— las familias comenzaron a llegar como quien acude a un ritual conocido. Los niños correteaban alrededor del árbol iluminado, mientras un Papá Noel artesanal, elaborado por los mismos habitantes, se movía con su vaivén torpe y les sacaba sonrisas espontáneas. Había un murmullo suave, una mezcla de risas que no era ruido: era expectativa.

El coronel Alejandro Reyes Ramírez, comandante del Departamento de Policía Bolívar, llegó al lanzamiento del Plan Navidad con Propósito con la formalidad del cargo, sí, pero también con la humanidad de quien entiende que la verdadera cercanía con la comunidad se construye sin estrados ni barreras. Caminó entre la gente sin prisa, saludando, escuchando, reconociendo rostros familiares.

Entonces ocurrió la escena que marcaría la noche: un grupo de niños se le acercó con esa mezcla de curiosidad y confianza que solo la infancia conoce. Uno de los policías que lo acompañaba le entregó una bolsa llena de bombombunes, y el coronel —agachándose a la altura de los pequeños— comenzó a repartirlos uno a uno. Las risas se desbordaron como si hubieran encendido algo más que dulces: una chispa de alegría pura.

Los niños se fueron agrupando a su alrededor, abrazándolo junto al árbol iluminado. El Papá Noel artesanal, con su figura simple y casera, parecía custodiar la escena, testigo silencioso de un instante que no necesitó discursos para volverse memorable.

Allí, en medio de luces, música navideña y olor a comida callejera, la autoridad se volvió cercana. La Policía se convirtió en compañía. La seguridad dejó de ser un concepto abstracto para transformarse en un gesto humano, tangible y cálido.

Mientras el acto oficial continuaba, el pueblo ya había guardado su propia imagen de la noche: el coronel agachado, los niños abrazándolo, la bolsa de bombombunes vaciándose entre risas, el árbol iluminado como telón de fondo y un vínculo sencillo y auténtico que se quedó latiendo en la memoria de todos.

Así quedó grabado. Una noche sin grandes anuncios, pero con un gesto que resonó en el corazón de María La Baja. Una noche que recordó que la seguridad también se construye desde la ternura.

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