Podcast | Cali, una ciudad que lucha por recuperar a sus menores – Capítulo 4
Esta es la historia de un joven que sobrevivió al interior de una banda criminal del oriente de Cali… y que lucha todos los días por no volver

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“En la banda tenía de todo: plata, respeto, ropa. Aquí, con lo que trabajo, no gano ni el salario mínimo. pero lo hago por mi familia y porque quiero una vida diferente”:
joven que sobrevivió al interior de un grupo delincuencial… y que lucha todos los días por no volver. Este es el cuarto capítulo del pódcast ‘Cali, una ciudad que lucha por recuperar a sus menores’.
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Tenía apenas 13 años cuando le ofrecieron una moto, respeto y dinero fácil. A esa edad fue instrumentalizado por una organización delincuencial que delinque en barrios del oriente de Cali, donde la necesidad económica y la falta de oportunidades abren la puerta al reclutamiento.
“En la necesidad y la falta de plata uno se deja convencer. Me decían que iba a tener de todo: respeto, buena ropa, la mujer que quisiera. Y uno se la cree… hasta que ve que nada de eso era verdad”, recuerda.
A los 15 años, ya no solo hacía parte de la banda: la dirigía. En ese mundo donde la vida valía poco, su tarea era mantener el control del territorio. “Nadie entraba al barrio sin permiso. Si alguien hablaba, lo silenciaban… y así nos ganábamos el miedo de la gente”, relata.
Con el paso de los años, las promesas se convirtieron en miedo, persecución y muerte. “Uno cree que va a ser feliz, pero allá la felicidad dura segundos. Después solo es correr, esconderse y rezar para que no maten a los tuyos”, dice explicando que sufrió una herida en la mano producto de varios atentados sicariales.
Tras salir de la organización, su vida cambió por completo. Hoy enfrenta el estigma social y dificultades económicas. “Los que te veían como el malo no te aceptan, y los enemigos siguen pensando en hacerte daño”, confiesa.
A pesar de las dificultades, el joven trabaja con una fundación que busca prevenir el reclutamiento de menores. Administra una casa comunitaria y dedica su tiempo a orientar a otros jóvenes que viven lo mismo que él sufrió.
“La calle no deja nada. O terminas preso, o en un hospital, o en el cementerio. Yo lo viví y no quiero que nadie más pase por eso”, es el consejo de él a los jóvenes.
Su testimonio refleja la realidad de cientos de jóvenes en Cali que intentan rehacer su vida lejos de la criminalidad, en medio de la pobreza, la falta de empleo y la indiferencia social.




