Prohibición de libros en EE. UU. y niveles de lectura
Panelistas analizaron lo que implica vivir en una sociedad que ha prohibido más de 21 mil libros y la caída en niveles de lectura en Estados Unidos.

Prohibición de libros en EE. UU. y niveles de lectura
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Prohibición de libros en EE. UU. y niveles de lectura
En Hora20 hablamos del momento por el que pasa el libro y la literatura. Un mundo donde algunos estudios apuntan a que las personas leen menos en algunas sociedades, lo que eso representaría como humanidad y el porqué del desinterés por la lectura, las causas y los efectos de este fenómeno. Después, la prohibición de libros en Estados Unidos, una lista que cada año crece y sigue dejando títulos de la literatura universal por fuera de las universidades públicas de ese país.
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Lo que dicen los panelistas
Clara Elvira Ospina, periodista y directora de EpicentroTV, planteó que siempre se ha tenido preocupación por el triunfo de la pantalla frente a los libros, además, dijo que prohibir libros es insensato porque evidentemente los jóvenes cada vez más están sometidos a las pantallas, más familiarizados con muchos contenidos para adultos en la red que no tiene ningún control, “y probablemente leen cosas más violentas que Cien años de soledad; eso no tiene ningún control, se puede leer un poco menos entre jóvenes por las posibilidades de entretenimiento, pero también habría espacio para censores aterrorizados y que no tienen posibilidad de censar”. Planteó ejemplos de cómo en el Perú en el último año ha habido debates en colegios por campañas impulsadas por padres contra algunos libros, como el caso del Colegio Americano, en esa medida, dijo que se busca eliminar libros para reescribir la historia.
Roberto Palacio, filósofo, ensayista, escritor, autor de libros como La era de la ansiedad, manifestó que si bien la censura es preocupante, se vive una época en la que al parecer esta no importa lo suficiente porque no se está leyendo, “a Cien años de soledad lo puede bajar cualquier persona en internet si realmente tiene interés en leer la obra, entonces la censura hay que repensarla, pero preocupa más la auto imposición de no leer, leer es mal visto cuando todo el mundo está con sus pantallas, es como tratar de hacer fuego con dos palos”. Resaltó que así algunas mediciones digan que los colombianos leemos más, el problemas no es que se lee, sino que se considera que leer un pedazo de un libro es algo, “cuando dejamos de leer nuestra organización como sociedad sí se pone en peligro porque no expresamos ideas complejas y lo cambiamos por una comunicación vía memes o 140 caracteres, hay textos que se deben leer de manera argumentativa de principio a fin; En filosofía Crítica a la razón pura en memes no se puede, necesito una obra de comienzo a final”.
María José Castaño, embajadora de Tornamesa, librera y consultora, señaló que sí hay muchos lectores y que eso se demuestran a través de fenómenos en redes o movimientos de personas que incentivan la lectura, “vemos un crecimiento relevante, pero pasan tres cosas: efectivamente por redes sociales y consumo de redes, sí leemos pero leemos un poquito menos o con menos profundidad y hay mucho “scroller”, pero sí tenemos una apuesta con estos fenómenos y hay un contra fenómeno que le parece “cool” leer.
Resaltó que la importancia de leer radica también en los efectos neurocientíficos, las consecuencias que tiene en los circuitos neuronales, las reacciones motoras y las acciones, “la lectura estimula el vivir”, señaló.
Melba Escobar, escritora, columnista en El Tiempo, autora de libros como La casa de la belleza y Las huérfanas, planteó que el problema de la lectura es más cualitativo que cuantitativo, “en España aumenta el número de lectores e igual en Colombia y por ejemplo como madre de adolescente, su consumo libros es salvaje. Llevar libro en mochila está bien valorado y antes no lo era. El libro está en un estado saludable, hay un mercado bien valorado, aunque es muy agresivo y creo que eso es parte del problema porque está la movilidad del capitalismo del libro porque los libros si no se venden, bien duran poco en vitrina y se van y hay sensacionalismo que se mueve en la narrativa”. Frente a la censura, dijo que el problema no es solo de la derecha, “si bien hay casos de novelas como la de Dolores Reyes que se habla de desaparición de mujeres, también hay un movimiento woke complicado que cesura mucho”.
Desde Estados Unidos, Ana Vidal Egea, poeta y periodista española, señaló que el panorama es desalentador, “por un lado la censura, que quiere decir que no se permite que se desarrolle un espíritu crítico, el cuestionamiento, eso se elimina, y por otro lado no damos herramientas para entender el contexto histórico, se está borrando la historia de los colegios, institutos, universidades y los profesores tienen miedo de contar lo que pasó en el pasado, hay mucha autocensura, aunque no haya algunos libros censurados, no se incluyen en los programas de estudio cada año por miedo a ser reprendidos”. Advirtió que se vuelve a una posición muy conservadora y no hay aliciente para pensar, “las clases mejores son las que invitan a la reflexión y eso es lo que se está eliminado, nos movemos hacia la distracción, las pantallas, videos de formato corto, los niños crecen con déficit de atención cada vez más alto y preocupante porque no tienen capacidad de ver una película completa”.
En esa medida, advirtió que las próximas generaciones verán su capacidad crítica disminuida y no sabrán cómo hacer frente a sociedad, “no la van a cuestionar, no se van a rebelar, no tienen referencia alguna porque los están eliminando, las críticas a los gobiernos, todo eso se retira y lo preocupante es que la educación trata de impedir historias de amor o intensas”.
Emiro Aristizábal Álvarez, presidente Ejecutivo de la Cámara Colombiana del Libro, apuntó que en 2022 se realizó el estudio de hábitos de lectura, “en el estudio anterior del DANE de 2017, per cápita se leía 2,7 libros y pasamos a 3,7 en 2022, en ese periodo de seis años creció un libro, los que leen pasó de 5,4 a 6,9 libros, 1,5 más, “eso se puede evidenciar poque hay hechos muy claros, las librerías han crecido, hay cerca de 500 en todo el país; ese es un dato importante”. En cuanto a las ventas, dijo que los libros se están comprando y los están leyendo la gente joven, “en el estudio de hábitos de lectura reflejaba que entre 18 hasta los 33 años es cuando más se lee”. Señaló que detrás de esos incrementos está escenarios como ferias del libro, clubes de lectura y política pública que invita a leer, “no se lee solo novedades, el catálogo de editoriales se mueve todo, se lee mucho más que las novedades y eso muestra interés por conocer los clásicos”.



